Skip to main content

EDD. sábado 22 de julio de 2023

Sábado de la decimoquinta semana del tiempo ordinario
Santa María Magdalena
Fiesta
Color: blanco

María de Magdala, la pecadora perdonada por Jesús, se entregó con amor a su servicio. Cuando Cristo fue crucificado, a diferencia de los apóstoles que huyeron, ella estuvo al pie de la Cruz con María, Juan y algunas mujeres. Jesús quiso recompensar esa humilde fidelidad y, en la mañana de Pascua, se le apareció primero a ella, encargándole la misión de anunciar su resurrección a los discípulos.

PRIMERA LECTURA

Encontré al amado de mi alma.

Lectura del Cantar de los cantares 3, 1-4a

Así habla la esposa:

En mi lecho, durante la noche, busqué al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me levantaré y recorreré la ciudad; por las calles y las plazas, buscaré al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: “¿Han visto al amado de mi alma?” Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma.

SALMO RESPONSORIAL           62, 2-6. 8-9

R/. ¡Mi alma tiene sed de ti, Señor!

Señor, Tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua.

Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabaran.

Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios.

Veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas. Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene.

EVANGELIO 

Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 20, 1-3. 11-18

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y

no sabemos dónde lo han puesto”.

Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. María se había quedado afuera,  llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había

sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?” María respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”.

Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella, pensando que era el cuidador

del huerto, le respondió: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo”.

Jesús le dijo: “¡María!”

Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: “¡Raboní!”, es decir “¡Maestro!” Jesús le dijo: “No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: “Subo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes””. María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que Él le había dicho esas palabras. 

Palabra del Señor.

Fuente : https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2023-07-22

REFLEXIÓN :

Es justo para María Magdalena que, en su infinita ternura y misericordia, Jesús Renacido prefiera mostrarse por primera vez a ella con su cuerpo transfigurado. La compasión que Jesús siempre ha demostrado respecto a las almas en pena lo ha llevado a mostrar mayor atención hacia ellas. María Magdalena siguió durante años a Cristo en sus recorridos por las calles de Israel compartiendo alegrías y esperanzas con los otros discípulos, y ahora recibe el consuelo de ser la primera en ver a su Maestro vivo.

¿Cuántas veces también nosotros nos sentimos deprimidos, trastornados, embrujados por los hechos que se arremolinan violentamente en nuestra vida? Es precisamente en estos momentos cuando Dios está más cercano a nosotros, ansioso de donarnos el consuelo de su abrazo y su Resurrección, si logramos renunciar a nuestra autocompasión y dejamos de hurgar, orgullosos, en nuestro corazón herido buscando sólo el bien propio. Si nos esforzamos por volver a la luz, entonces secaremos de nuestros ojos las lágrimas de la desesperación. Entonces veremos la esperanza de Cristo, el Hijo de Dios que ha triunfado sobre el dolor, el pecado y la muerte.

Fuente :

https://es.catholic.net/op/articulos/14703/cat/566/mujer-por-que-lloras-a-quien-buscas.html