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Domingo decimoquinto del tiempo ordinario
Nuestra Señora del Carmen Madre y Reina de Chile
Solemnidad 
Color: blanco

Esta advocación de la Virgen recuerda el monte Carmelo, de Palestina, y el nacimiento de una orden religiosa profundamente mariana, los carmelitas. La gran difusión popular de este título le mereció ser incluido y mantenido en el calendario litúrgico universal. Karmel significa jardín o paraíso de Dios, lo que ha sugerido celebrar a María en su belleza. Ella es quien conduce a los cristianos a Cristo, que es la santa montaña. 

En tiempos antiguos, el Monte Carmelo, en Palestina, recordaba las hazañas del profeta Elías. En el siglo XVIII, algunos hombres, “ardiendo de celo por el Dios vivo”, se agruparon allí bajo una regla común y llevaron una vida eremítica. Así nació la Orden del Carmelo, que se puso bajo la protección de María, la Virgen de Nazaret y la Madre de los contemplativos. Su distintivo es el escapulario, entregado por la Virgen, según la tradición, a san Simón Stock a mediados del siglo XIII.

Como patrona y protectora de Chile, María es celebrada en su condición de madre que enseña, protege y conduce hacia el Señor.

PRIMERA LECTURA

Elías oró y el cielo envió su lluvia.

Lectura del primer libro de los Reyes   18, 1-2a. 41-46

Al tercer año de la sequía, la palabra del Señor llegó a Elías, en estos términos: “Ve a presentarte a Ajab, y Yo enviaré lluvia a la superficie del suelo”.

Entonces Elías partió para presentarse ante Ajab y le dijo: “Sube a comer y a beber, porque ya se percibe el ruido de la lluvia”.

Ajab subió a comer y a beber, mientras Elías subía a la cumbre del Carmelo. Allí se postró en tierra, con el rostro entre las rodillas. Y dijo a su servidor: “Sube y mira hacia el mar”.

El subió, miró y dijo: “No hay nada”. Elías añadió: “Vuelve a hacerlo siete veces”.

La séptima vez, el servidor dijo: “Se eleva del mar una nube, pequeña como la palma de una mano”.

Elías dijo: “Ve a decir a Ajab: Engancha el carro y baja, para que la lluvia no te lo impida”.

El cielo se oscureció cada vez más por las nubes y el viento, y empezó a llover copiosamente. Ajab subió a su carro y partió para Izreel. La mano del Señor se posó sobre Elías; él se ató el cinturón y corrió delante de Ajab hasta la entrada de Izreel.

SALMO RESPONSORIAL     129, 1-8

R/. En el Señor se encuentra la misericordia.

Desde lo más profundo te invoco, Señor, ¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos

atentos al clamor de mi plegaria.

Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? Pero en ti se encuentra

el perdón, para que seas temido.

Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Mi alma espera al Señor,

más que el centinela la aurora.

Como el centinela espera la aurora, espere Israel al Señor, porque en Él se

encuentra la misericordia y la redención en abundancia: Él redimirá a Israel de

todos sus pecados.

SEGUNDA LECTURA

Íntimamente unidos, se dedicaban a la oración

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 12-14

Después que Jesús subió al cielo, los Apóstoles regresaron del monte de los Olivos

a Jerusalén: la distancia entre ambos sitios es la que está permitida recorrer en

día sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse.

Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago,

hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. Todos ellos, íntimamente

unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la

madre de Jesús, y de sus hermanos.

EVANGELIO

Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 2, 1-11

Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y, como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Pero su madre dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que Él les diga”.

Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: “Llenen de agua estas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. “Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete”. Así lo hicieron.

El encargado probó el agua cambiada en vino y, como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino y, cuando todos han bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento”.

Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él.

Fuente : https://www.eucaristiadiaria.cl/domingo.php

REFLEXIÓN :