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Homilía para la Eucaristía del domingo 09 de julio de 2023.

DOMINGO CATORCE DEL AÑO.


Zacarías 9,9-10: Una exultación típicamente mesiánica: viene el Mesías como un Rey, pero con un aspecto de humildad.
Romanos 8,9.11-13: El cristiano vive del Espíritu; por eso su vida es espiritual, dependiendo del Espíritu, no carnal.
Mateo 11,25-30: Jesús exulta de gozo porque Dios se revela a los sencillos y a los pobres. Jesús mismo está en el grupo de los “Pobres de Yahvé”; Él es manso y humilde de corazón.

1.- La Palabra de Dios toca un tema que tiene que ver con la esencia de la vida de un discípulo de Jesús. Porque, como dice en Mateo 5,3: «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Tienen alma de pobre los que son pobres desde el interior, es decir, desde lo íntimo de su ser. Estos son los poseedores del Reino de Dios. Por eso Jesús exulta de gozo, porque el misterio del Reino el Padre lo ha dado a conocer a los sencillos, es decir, a los pobres de espíritu.
Ya en el Antiguo Testamento se habla de “Los pobres de Yahvé”, es decir, de aquellos que, conscientes de su debilidad y su nada, depositan toda su confianza en el Señor y de Él lo esperan todo. En este sentido, Jesús es el “Pobre de Yahvé” por excelencia, que se ha manifestado en la pobreza de nuestra carne para realizar la salvación.
Según el sentir del Antiguo Testamento, el Mesías tenía que ser un Rey justo, con un reinado que no tiene fin. Pero lo que dice el profeta y Jesús encarna es un Rey pacífico, humilde, que no cabalga en caballería de guerra, sino en un animal de paz. Y es esto lo que recordamos el Domingo de Ramos.


2.- Jesús se identifica con los Pobres de Yahvé y se autodenomina “Paciente y de corazón humilde”. Este es el modo de ser de Cristo, este es su Espíritu. El seguidor de Cristo debe tener este mismo Espíritu. Lo dice hoy san Pablo: “El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo”. Por eso se nos exige una vida de acuerdo al Espíritu y no a la carne. Siempre se ha dicho que la vida de un cristiano tiene que ser espiritual. Esto no quiere decir evadida de los asuntos de este mundo, sino conducida por el Espíritu de Cristo. Y en la carta Primera de Juan 2,6 leemos:” El que dice que permanece en él, debe proceder como él”, es decir, andar como Él. Es, entonces, una vida distinta a la del mundo.


3.- En una sociedad como la judía, y también como la nuestra, donde el prestigio era una forma de poder y de seguridad económica, la ignorancia, la simplicidad eran muy mal vistas. Carecer de conocimiento de la Ley era considerado una maldición.
Hoy día, son los que ocupan los salones VIP los tomados en cuenta, ya que tienen dinero, conocimientos y prestigio. Pero la mentalidad de Jesús va por otro lado. Él denuncia la falsa religiosidad de su tiempo.
La salvación no depende ni de conocimientos, ni de fama, ni de prestigios, sino de captar el paso de Dios y de la disponibilidad para aceptar su llamado.


4.- Como decía al inicio, el Señor nos da a conocer lo esencial para vivir el discipulado: la pobreza interior. El mismo Señor ocupa un puesto importante entre los pobres, los humildes, los sencillos de corazón y se identifica con ellos.
¡Qué bien comprendieron esto los santos! ¡Qué bien lo comprendieron Francisco y Clara de Asís! Ellos optaron por el camino evangélico, optaron por andar como Cristo anduvo, por el camino de la pobreza y la sencillez.
Al hacer la comunión no sólo dejamos entrar un trozo de pan eucarístico, sino que manifestamos que queremos estar en comunión de sentimientos y de pensamiento, comunión en el modo de vivir y actuar en el mundo de hoy. Con Jesús queremos ser los pobres del Señor, en los que el Padre celestial tiene sus complacencias. Con Cristo alabemos al Padre en esta Eucaristía.


Hermano Pastor Salvo Beas.