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Homilía para la Eucaristía del domingo 25 de junio de 2023.

DOMINGO DOCE DEL AÑO.


Jeremías 20,10-13: El Profeta se siente acosado, combatido. Pero su confianza es grande; Dios jamás abandona al que en Él confía.
Romanos 5,12-15: Pablo hace una comparación para explicar la salvación: Adán, que trajo el pecado y Cristo, que trae salvación.
San Mateo 10, 26-33: Jesús exhorta a no tener miedo, a vivir férreamente confiados en Dios.

1.- El domingo pasado veíamos cómo el Señor escoge, llama y envía a los que Él quiere para que proclamen la Buena Noticia del Reino de Dios. Ser predicadores del Reino trae consigo muchos y variados estilos. Sin embargo no estamos exentos del mal, de la dificultad. Desde que comenzó a anunciarse el mensaje de la salvación aparecieron las dificultades. Y son dificultades tanto exteriores como interiores. ¿Por qué sucede esto? Porque al llegar el Reino de Dios, que es libertad, gozo, paz, se topa con otro reino, el de este mundo, que es todo lo contrario y conduce a la esclavitud. Dios quiere rescatarnos del dominio de este mundo, de este reino, pero el mundo se opone porque no quiere perder lo que es suyo.


2.- San Pablo nos dice, por medio de una comparación, que existen dos Adanes o dos hombres, el viejo y el nuevo. Por el viejo Adán entró el pecado en este mundo, pero por el nuevo Adán, que es Cristo, bendito por siempre, entró la gracia, la salvación para todos Porque todo el que acepta a Jesucristo es integrado al Reino de Dios. Pasamos del reino de este mundo al Reino de Dios. Y esa es la razón de tanta dificultad, ya que el mundo no quiere el Reinado de Dios. Somos libres respecto al reino de este mundo, pero ligados al Reino de Dios.


3.- En el lenguaje oficial de la sociedad siempre se habla de un “Orden establecido”. Orden que hay que acatar y también defender. En principio todos estamos de acuerdo con esto. Pero cuando este “Orden establecido” se opone al “Orden querido por Dios”, es decir, el Reino de Dios, sobreviene la dificultad. Porque cuando el mundo proclama la cultura de la muerte el Reino proclama la cultura de la vida. Y esto provoca un choque, un rechazo. Y el rechazo conduce a la persecución y el hostigamiento. Y es lo que vemos que siempre ha sucedido en distinto puntos del mundo, Y lo seguirá siendo ahí donde la Buena Nueva de Jesús se anuncie con valentía y sin otra alianza ni compromiso que las causas históricas de los pobres, como ha sucedido en nuestra América latina y en nuestra patria.


4.- Pero ahí está la Palabra del Señor que nos exhorta: “No teman a los hombres”. Porque el rechazo que suframos en vez de ser causa de desánimo debe motivarnos a una gran confianza en el Padre celestial, quien cuida con esmero a los suyos. No debemos olvidar que “somos su Pueblo y ovejas de su rebaño”.
Me llama la atención que por tres veces se dice en el texto “No teman”.
Es que la causa del Reino si es humana está destinada al fracaso, pero la causa es de Dios, quien da fortaleza y ánimo y confianza a los que se comprometen con ella. Así ha sucedido en el pasado y así sucederá en el presente.
Como Cristo, también nosotros tenemos que ser apasionados por la causa de Dios, el Reino, y por él dar la vida. Nunca debemos olvidar que la razón de ser nuestra es el Reino de Dios, el Orden querido por Dios. No se trata de crear una teocracia, ¡de ninguna manera!, sino que el Reino de Dios impregne paulatinamente a este mundo. Que se le haga caso a lo que Dios quiere.
Aquí en la Eucaristía celebramos y clamamos por la Venida del Reino de Dios. Pero no sólo lo proclamamos, sino también nos comprometemos a ser promotores de la causa de Dios en nuestros propios ambientes. Pero no olvidemos que no basta con rezar; debemos coprometernos con el trabajo por la justicia y la paz en nuestros ambientes.


Hermano Pastor Salvo Beas.