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Homilía para la Eucaristía del domingo 11 de junio de 2023.

SOLEMNIDAD DEL CUERPO DE CRISTO.


Deuteronomio 8,2-3.14-16: Hay una mirada retrospectiva hacia el desierto = carencia de todo: ahí es donde se manifestó el Señor con el maná y el agua. Es decir, al carecer el pueblo del alimento Dios le da el sustento satisfactorio.


1Corintios 110,16-17: Pablo al condenar la idolatría enseña que la única comunión válida con la divinidad es la Eucaristía; en ella todos formamos un solo cuerpo.


Juan 6,51-58: Dentro del discurso del Pan de vida el texto afirma que así como Dios alimentó a su Pueblo en el desierto del mismo modo Jesús alimenta a su pueblo con su cuerpo y sangre, con su Persona, su Palabra, su vida.

1.- En el Deuteronomio el autor invita al Pueblo a hacer una Memoria agradecida de todo lo que el Señor hizo con ellos cuando peregrinaron 40 años por el desierto. Dios estuvo siempre presente, en las buenas y en las malas. En el fondo el texto es un llamado a la fidelidad para cuando estén viviendo en un contexto diferente, en el que se podrían contaminar con la idolatría. Si Dios fue fiel con ellos en tiempos de esclavitud y desierto (por eso se les recuerda lo que Él hizo), ellos también deben ser fieles al Señor no siendo idólatras. No sólo en el desierto, sino en todo momento no sólo de pan vive el hombre, sino de lo que Él da.


2.- Muchas veces se ha dicho que somos un Pueblo en marcha, que caminamos juntos hacia el Señor. Nuestra marcha es a través del mundo, sostenidos solamente por lo que Dios nos proporciona. El Señor nos alimenta con su Hijo, el verdadero maná venido del cielo.
Israel en el desierto se cansó del maná y buscó otros sustentos. Y el Señor lo dice a su Pueblo y a nosotros: “No sólo de pan vive el hombre, sino de lo que Dios da”.
Un pueblo bien alimentado puede caminar por el desierto y puede lograr su meta, que no es otra que el vivir en plena comunión con Él.


3.- Israel no supo ser fiel a Dios sino que, como lo recuerda la carta a los Corintios. “El Pueblo se sentó a comer y beber y luego se levantó a divertirse”. Por eso el Apóstol advierte que no podemos entrar en comunión con el demonio si estamos en comunión con el Señor. Está en comunión con el demonio el que comulga con este mundo, con su mentalidad materialista, consumista, opresora y sensual. No puede un cristiano caer en el racismo, el clasismo ni en todo aquello que divide a la humanidad como las injusticias sociales, los resentimientos, los odios, que llevan al enfrentamiento entre hermanos.
No podemos, como Cuerpo que somos de Cristo, nutrir con mala comida nuestra vida. ¡Y hay tantos que prefieren que alimentan su vida cristiana con mala comida!


4.- Jesús es nuestro alimento, por eso es llamado “Pan”. Pero no nos quedemos en la materia del término. Jesús es Pan porque su Palabra es alimento de vida. Jesús es Pan porque su vida, significada en la sangre, nos vivifica con la fuerza del Espíritu Santo. Jesús es Pan partido y comido por todos los que creen en Él.
Más aún. Jesús es comunión. Tanto la carta como el evangelio de hoy sostienen lo mismo. Quien acepta a Cristo, es decir, lo deja entrar en su vida, permanece en Él y Él en quien lo acepta. De modo que se establece una comunión de vida.
Muchas veces habrá que repetir que comulgar es más que tragar un trozo de pan; es vivir unido a Cristo, que se nos presenta como alimento.
Comer es sinónimo de creer. Quien pretenda alimentarse tiene que aceptar su Palabra, que es Palabra del Padre, tiene que creer-
Esto creemos, esto celebramos. Pero, sobre todo, esto es lo que debemos llevar a la práctica todos los días.


Hermano Pastor Salvo Beas.