Skip to main content

Homilía para la Eucaristía del domingo 04 de junio de 2033

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.
Éxodo 34,4-6.8-9: El encuentro con Dios, que desciende al hombre. Él que es más que el hombre condesciende al hombre y se da a conocer en sus atributos: compasión, misericordia, clemencia y lealtad; un Dios que perdona. Así se manifiesta Dios.
2Corintios 13,11-13: Es el saludo final de la carta en la que exhorta Pablo a la unidad en la comunidad, basada en el amor de Dios, la gracia del Señor Jesucristo y la comunión del Espíritu Santo.
Juan 3,16-18: En pocas palabras el evangelio sintetiza la empresa de Jesús: dar la vida y salvar. Es el Hijo enviado por el Padre por puro amor gratuito al mundo.

1.- Hemos terminado el tiempo pascual. Con el Adviento, Cuaresmo y Pascua hemos estado celebrando la intervención salvífica de Dios, que es Amor. Y esto es lo que se resalta en los textos de hoy: el Dios Amor se ha manifestado misericordioso, compasivo y leal. Amor que le lleva a enviar a su Hijo a la humanidad para que, por obra del Espíritu Santo, se entregara por nuestra salvación.
Y así lo encontramos en los textos del Nuevo Testamento; un Dios que se vuelca en favor de la humanidad, el Padre enviando a su Hijo y ambos enviando al Espíritu Santo. Son muchos los textos que nos muestran a un Dios-Comunidad de Personas que se vuelca en favor de la humanidad y por la única razón de que Él es Amor. Y el amor siempre indica salir hacia otro. Nuestro Dios es un Dios en salida, no encerrado en sí mismo.
2.- En su carta san Pablo traza la conducta de una comunidad cristiana, la que está enriquecida por la gracia que proviene del Señor resucitado, el amor que viene de Dios y la comunión en el Espíritu Santo. Es este fundamento trinitario el que hace posible la vivencia de una auténtica comunidad cristiana. Esta vivencia de comunidad se sustenta y alimenta en la Espiritualidad de la Comunión. ¿Qué significa esto? Que la verdad revelada de la Santísima Trinidad es creíble e inteligible en la medida que vivamos la Espiritualidad de la Comunión. Al respecto, dice san Juan Pablo II en la “Novo milenio ineunte”: “Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado. Espiritualidad de la comunión significa, además, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como « uno que me pertenece », para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad. Espiritualidad de la comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un « don para mí », además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente. En fin, espiritualidad de la comunión es saber « dar espacio » al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros (cf. Ga 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias. No nos hagamos ilusiones: sin este camino espiritual, de poco servirían los instrumentos externos de la comunión. Se convertirían en medios sin alma, máscaras de comunión más que sus modos de expresión y crecimiento”. Tremendo desafío, tan grande como el creer-aceptar el Misterio del Dios Comunión de Personas.
3.- El mundo, por vivir de espaldas a Dios, es incapaz de superar el individualismo tan generalizado que lleva a grupos a buscar sólo sus propios intereses y no el bien de los demás. Individualismo que impide al ser humano salir de sí mismo para volcarse hacia el otro. Sin esta espiritualidad que nos hace personas en salida, será imposible aceptar la unidad dentro de la diversidad. Y el camino ya está trazado desde el momento en que fuimos insertos en la comunidad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
4.- En el evangelio de hoy se destaca el inmenso amor gratuito del Padre al mundo por medio de la entrega de su Hijo. Este amor pasa a los discípulos, quienes amando como Jesús, se convierten en canales del amor de Dios al mundo.
La Eucaristía en una manifestación del Dios Uno y trino, porque el Padre acepta la ofrenda de su Hijo, la que se hace por medio del Espíritu Santo. Y nosotros, siendo muchos, llegamos a ser uno solo por la Eucaristía.


Hermano Pastor Salvo Beas.