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Comentario al Evangelio de hoy domingo 21 de mayo de 2023.

JESÚS HA VUELTO A SU PADRE – DESPUÉS DE LA ASCENSIÓN, SOMOS EL ROSTRO VISIBLE DEL SEÑOR.

Con la fiesta de la Ascensión, celebramos el final de la misión terrena de Cristo y el comienzo de la misión salvífica de la Iglesia que somos cada uno de nosotros. Hoy celebramos la ascensión del Señor, no significa que él fue al cielo y nos dejó. Muy por el contrario, celebramos que, al volver al Reino, puede acompañarnos dondequiera que estemos a través de su Espíritu. En su amor insondable, todos los días está a nuestro lado, nos bendice, nos inspira y nos invita a ser mejores. Tenemos que tener el corazón y la mente abiertos a él. El Evangelio narra la aparición de Jesús en Pascua y su despedida. Hay varios mensajes: Jesús se presenta a sí mismo: «Todo poder me ha sido dado…»; la Misión: «Id y haced discípulos a todas las naciones»; la Promesa: «Estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos…». La Iglesia de Cristo es esencialmente una Comunidad misionera, cuya misión es testimoniar en el mundo la propuesta de salvación que Jesús vino a traer a la humanidad y dejó en manos y corazones de sus discípulos; una misión universal, destinada a «todas las naciones», la catolicidad de la Iglesia. La iniciación cristiana tiene dos fases: Enseñanza (predicar…) y Bautismo (bautizar…). La Ascensión habla de que somos enviados por Cristo para continuar y completar su obra en la tierra y nos asegura: «Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». ¿Cómo continúo la obra de Cristo? Mis hermanos y hermanas, soñar y querer un mundo mejor hoy depende de cada uno de nosotros, como primeros discípulos hoy, el Señor me encomienda a mí y a ustedes esta gran misión de seguir construyendo su Reino, de justicia, de fraternidad, de solidaridad, de amor, de misericordia y de compasión. Hoy estamos llamados a asumir nuestro bautismo, siendo sacerdotes, profetas y reyes, hombres y mujeres constructores de una nueva civilización. Estamos llamados a ser lentos, nerds en el juicio y en los prejuicios. Pero rápido, agio, en el amor, la misericordia y la compasión, apuntando menos con el dedo y teniendo la capacidad de extender más la mano para recibir a todos como mi hermano y hermana. Ser una iglesia de inclusión y no de exclusión, una iglesia de discípulos bautizados de Jesucristo. Para que Jesús siga siendo visible a los ojos menos entrenados, debemos ser el rostro visible del Señor. Él se muestra al mundo cada vez que nos negamos a nosotros mismos por buenas causas, se hace tangible cada vez que dedicamos al mundo un gesto de ternura. Que la liturgia de la Fiesta de la Ascensión del Señor confirme los pasos de todas las comunidades eclesiales de base en su camino de discipulado misionero. En efecto, que cada hermano y cada hermana se enfrenten al desafío de mantener viva la esperanza que los une a Cristo en el camino de discípulos del Señor. Para que las comunidades y sus miembros, imbuidos de este espíritu y vigor, se conviertan en signos vivos de Cristo y de su presencia en todas partes. Para que toda la Iglesia asuma con alegría y entusiasmo el mandato misionero dado por el Señor, convirtiéndose en anunciadora de la Alegría del Evangelio. A Dios sea el honor y la gloria por siempre. Amén –

Hno. Mauricio Silva dos Anjos, OFMCap