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Homilía para la Eucaristía del domingo 14 de mayo de 2023

DOMINGO SEXTO DE PASCUA.
Hechos 8,5-8.14-17: La persecución a la Iglesia en Jerusalén provoca la expansión del evangelio a Samaria, región semipagana menospreciada por los judíos. Allí se manifiesta el Espíritu Santo.


1Pedro 3,15-18: La conducta del cristiano debe ser causa de evangelización, pues glorificando a Cristo con nuestra conducta estaremos dando razón de nuestra esperanza en medio de un contexto pluralista y pagano.


Juan 14,15-21: Cristo se va, pero su presencia sigue de otra manera: el Espíritu Santo, el otro Defensor que Jesús promete.

1.- “No los dejaré huérfanos”, dice Jesús. ¿A quiénes? A sus discípulos, a nosotros, los que creemos sin haber tenido el privilegio de vivir y compartir con Él. Pero no somos de inferior calidad que los que compartieron con la presencia física de Jesús. Él sigue estando presente entre nosotros a través del Espíritu Santo, el “Otro Paráclito”, defensor. Porque Jesús, como Buen Pastor, es el primer Defensor de su rebaño. Pero en su ausencia, se nos garantiza seguridad a través del Espíritu Santo, quien no sólo defiende, sino que también conduce a su Pueblo como Él lo sabe hacer. Y de hecho se vale de mil maneras para actuar en su Iglesia. Incluso un hecho fortuito como es el de una persecución, hace que la Iglesia se descentre y salga a las periferias. De esta manera se cumple lo que se lee en Hechos 1,8: “Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra “. Como que el Divino Espíritu empujó a la comunidad para que saliera de sí misma y fuera a las periferias del judaísmo: Samaria y los confines de la tierra.


2.- De allí la expresión que hoy se nos dice: “ser una iglesia en salida” Y así lo fue entonces por medio de Felipe, luego será por medio de Pablo y así sucesivamente. Porque así como el torrente de un río arrastra de todo en sus aguas, del mismo modo los acontecimientos de la historia han llevado a la comunidad cristiana más allá de sus fronteras, sean éstas geográficas o culturales, y allí mostrar a Cristo. Tal vez no siempre se podrá predicar porque las circunstancias no lo permiten, pero sí siempre podremos estar dispuestos para “dar razón de nuestra esperanza” con una conducta que viene siendo un culto a Cristo. Es una predicación silenciosa, pero eficaz. Tarea es esta para la que no estamos solos, sino contamos con la presencia del Espíritu de Jesús resucitado, nuestro Paráclito, que a todos se ofrece. Por eso la promesa: “No los dejaré huérfanos”.


3.- La Iglesia, los cristianos, estamos presente en distintos ambiente, la mayoría de ellos muy hostiles, al punto de no permitir que se predique y actúe en nombre de Jesucristo; por eso se la hostiga y persigue. Pero esto no es motivo para guardar silencio. Tenemos que predicar a Cristo “en silencio”, con una conducta ojalá intachable. Si no podemos predicar utilicemos bien los distintos M.C.S. que la sociedad tiene y por este medio demos razón de nuestra esperanza.
Si la Iglesia ha perdido terreno no sólo ha sido porque su conducta no fue buena, sino también porque, como dice el profeta: “Sus guardianes son todos ciegos, ninguno de ellos sabe nada. Todos ellos son perros mudos, incapaces de ladrar”(Isaías 56,10). Por mucho tiempo nos hemos dedicado a observar ritos y ceremonias (y discutir por ellas), pero Cristo sigue siendo el gran desconocido de nuestra sociedad, que se conforma con “slogans” políticos y no quiere escuchar la Palabra.


4.- Por eso, es Jesús quien nos insta a vivir el amor hacia Él y nos promete una presencia suya más eficaz, la presencia del Espíritu Santo, quien nos ayudará a comprenderlo todo, a comprender el misterio de Cristo, vivirlo e irradiarlo.
Es con la ayuda del Espíritu Santo que podremos tener una vida nueva y de esta manera dar razón de nuestra esperanza.
Hoy el Señor, presente entre nosotros, nos habla claro y nos garantiza su presencia salvífica. No nos asustemos, no nos acobardemos. Que la luz de Cristo brille en nuestro ambiente y nos ilumine a todos nosotros.


Hermano Pastor Salvo Beas.