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Homilía para la Eucaristía del domingo 30 de abril de 2023.

DOMINGO CUARTO DE PASCUA.

Hechos 2,14.36-41: El texto presenta la resurrección de Cristo en una doble dimensión: lo que significó para Jesús y lo que significó para los oyentes de Pedro. A la pregunta de los oyentes la respuesta es: convertirse-bautizarse, así se recibirá al Espíritu Santo = nueva vida.

1Pedro 2,20-25: La vocación cristiana y el ejemplo de Cristo. Por ser discípulos tenemos que sufrir la persecución, pero vivida a la manera de Cristo, bajo el cuidado del Pastor y Guardián de nuestra  vida.

Juan 10,1-10: Inicio del discurso del Buen Pastor. En el texto de hoy Jesús es llamado Puerta, es decir, acceso al corral.

1.- Seguimos celebrando al Resucitado, pero, ¿qué significa esto para Jesús?  Por la resurrección Jesús fue constituido en Señor y Guía de todos.  Y para el oyente significó una postura de aceptación, la que se traduce en la conversión y el bautismo. Quien acepta al Resucitado entra en la salvación, que significa la nueva vida que comunica el Espíritu Santo. Esto, dicho así tan brevemente, significa el obtener una vida nueva, que es plena, abundante. Yo diría que el tema de fondo es este: Jesús nos trae y comunica vida abundante por medio del Espíritu Santo, el mismo Espíritu que Jesús entregó al expirar y comunicó a los Apóstoles al soplar sobre ellos.

2.- El tener esta vida nueva es, por el momento, una vida escondida en Cristo, la que, por estar escondida, no se nota,  como dice Colosenses 3,3:” Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios”. Nosotros estamos llamados a una vida nueva, pero no exenta de problemas. Como nos lo dice la segunda lectura, “a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento”. Mientras estamos en este mundo, en este tiempo, nuestra vida está escondida, no se manifiesta en su plenitud. Sin embargo, al aceptar el mensaje, hemos dado un “paso” (=Pascua), de ovejas perdidas hemos pasado a estar bajo la tutela del Pastor, que es el que proporciona la vida en abundancia.

3.- Hermanos, hay muchos bautizados, pero no han aceptado el Mensaje, que es Cristo mismo. Aun cuando están bautizados viven al margen de Cristo, errantes, como ovejas sin pastor. Al menos esa es la realidad de nuestra sociedad chilena, que prefiere escuchar a mercenarios y no escuchan la voz del pastor. Es por eso que hay tanta confusión en el ambiente. Pero si somos la porción elegida del Señor tenemos  que escuchar al Pastor y dejarnos conducir por Él.

4.- Llama la atención que Juan le pone a Jesús dos nombres en el capítulo 10 de su evangelio. En el trozo de hoy llama a Jesús “Puerta”. Tal vez esté haciendo alusión a la puerta que se encontraba en el Pórtico del Templo, que es la presencia de Dios. El Dueño del Corral, es decir del Templo,   es Dios quien reconoce al que entra por la puerta, que es Cristo.

Este lenguaje alegórico nos quiere mostrar que Jesús resucitado es el único acceso válido para llegar a Dios. Así, en Juan 14,6 leemos: “Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”. Porque Él ha sido constituido como el que conduce a la vida, es el Autor de la vida (cfr. Hechos 3,15).

De modo, hermanos,  que en nuestra vida cristiana tenemos que estar bien ubicados. ¿A quién estamos aceptando? ¿A quién escuchamos? ¿A quién le hacemos caso? Porque muchas veces me temo que ni siquiera sabemos por dónde vamos. Porque hay quienes se conforman con saciar su  natural sed religiosa en devociones de dudosa calidad y al mismo tiempo ignoran quién es Cristo y qué es Cristo para ellos.

Hoy venimos al encuentro del Señor. Aceptémoslo no sólo escuchando su Palabra y comulgando, sino siendo dóciles a su Espíritu. Sólo así podremos meternos en la realidad de este mundo que está tan indiferente con el Mensaje del Seño. Celebremos.

Hermano Pastor Salvo Beas.