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HOMILÍA PARA LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO 12 DE MARZO DE 2023.

CUARESMA III. A 

Éxodo 17,1-7: El Pueblo duda de Dios al encarar a Moisés. Dios, por su parte, responde dándole agua en abundancia. 

Romanos 5,1-2.5-8: La vida nueva en Cristo se debe a la fe en Él, ya que el Amor de Dios ha sido derramado en nosotros por el Espíritu Santo. 

Juan 4,5-42: Relato hecho con un lenguaje lleno de símbolos. Por ejemplo, la samaritana (=el pueblo pagano que profesa su fe en Jesucristo); y el agua. 

1.- A la luz de los textos está claro que el tema central es el Agua. Pero no en el plano natural, sino en el plano trascendente, es decir, el sentido religioso-teológico. 

En su travesía por el desierto el pueblo de Israel sufre una terrible sed la que le lleva a la desesperación y a enfrentar a Moisés, lo que es dudar de Dios. Pero la respuesta de Dios no se  hace esperar, da agua en abundancia al pueblo de Dios. 

El agua en la Biblia simboliza las bendiciones de Dios, particularmente la efusión del Espíritu Santo. Así como en el orden natural el agua es necesaria para la vida, del mismo modo en el orden religioso, sin el Espíritu Santo = agua, no hay vida. 

Sin agua Israel no puede avanzar a través del desierto. Sin el Espíritu Santo el creyente no tendría vida en su peregrinar. 

2.- Israel dudó de Moisés, de Dios. Entonces si el creyente tiene fe alcanza la justificación y está en paz con Dios por medio de Jesucristo. Por eso se nos ha regalado el Espíritu Santo. Gracias al Espíritu Santo hemos nacido a una vida nueva. Ya lo dice el evangelio de Juan 3,5: “Te aseguro que quien no nace de agua y Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios”. Se destaca la necesidad de un nuevo nacimiento y de una vida nueva, conforme al Espíritu Santo. Por eso que una auténtica vida cristiana tiene que ser espiritual. Y ser espiritual no significa una vida ajena a los compromisos que todo ser humano tiene. Por ser espiritual esta vida debe encarnarse en la realidad. La vida nueva se vive ya en este mundo. Y quien no tiene el Espíritu de Dios no vive la vida nueva. 

3.- Hay quienes pretenden vivir una vida espiritual cultivando el espíritu, es decir, se esfuerzan por alcanzar cierta perfección a través de la Meditación trascendental y otros métodos. Está bien, pero esto es insuficiente. 

La mayor{a de los cristianos hoy no sabe, no entiende esto. Por eso se conforman con ritos y formas externas. De ahí que muchos tienen una vida carnal, es decir, guiada sólo por los instintos de la naturaleza. Por eso es necesario comprender esto y vivir con docilidad a lo que insinúa el Espíritu Santo en nuestro interior. 

4.- El evangelio es elocuente. La mujer samaritana (no judía) tiene sed; lo mismo Jesús tiene sed de la fe de la mujer. Ambos reclaman el agua. Pero el diálogo va en un crescendo, llega el momento en que Jesús le promete el Agua viva, al Espíritu Santo y se le da a conocer: “Yo soy”. 

La samaritana, es decir, los no creyentes, los paganos, creen, tienen fe en Jesús. Y Jesús le da lo que ella y todos necesitamos: el Agua viva, el don del Espíritu Santo.  Ya Jesús lo dijo: “El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, poniéndose de pie, exclamó: «El que tenga sed, venga a mí; y beba, el que cree en mí». Como dice la Escritura: «De su seno brotarán manantiales de agua viva«(Juan 7,37-38).  Es decir, al que cree Jesús le regala el Espíritu que mora en Él. 

Hay en nuestra sociedad y también en la Iglesia una terrible sequía. Es que nos falta fe y docilidad al Señor. 

Tú y yo, todos hemos sido bautizados; pero para muchos el bautismo es algo decorativo  simplemente. Creo, hermanos, que necesitamos tomar conciencia de lo que el Señor ha hecho con cada uno de nosotros. Hemos de avivar el bautismo. ¿Cómo? Con la conversión permanente y así estaremos en comunión con Aquel que es el único que puede saciar nuestra sed dándonos su Espíritu. No dudemos, tengamos fe y celebremos, hermanos. 

Hno. Pastor Salvo Beas.