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Homilía para la Eucaristía del domingo 22 de enero de 2023

DOMINGO TERCERO DEL AÑO. A 

Isaías 8,23-9,3: Una buena noticia: la zona más despreciada será la primera en ser iluminada. Así Dios triunfa sobre los enemigos. 

1Corintios 1,10-14.16-17: Pablo corrige el partidismo en la comunidad. Todos los mensajeros proclaman el Mensaje de salvación. 

Mateo 4,12-23: Primera actividad de Jesús en Galilea; hace un llamado a la conversión a causa del Reino. Llama a los primeros discípulos. 

1.- Una vez más resuena el texto con una Buena Noticia: la Luz brilla en las tinieblas. Es decir, la Palabra de Dios, que es Buena Noticia, es proclamada en donde abundan las tinieblas, vale decir el pecado.  Galilea era una región semi-pagana, que había sido devastada y contaminada por una invasión de pueblos paganos. Los judíos odiaban esa región y menospreciaban a los galileos          (« ¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?» Juan 1,45-51). Y es precisamente allí donde brilla la Luz, la salvación. Y san Mateo se hace eco de esta profecía, por eso coloca a Jesús en esa región iniciando su misión salvífica. A ellos viene Jesús a iluminarlos, salvarlos. Y llama la atención que el evangelista hace un resumen de la actividad de Jesús en Galilea diciendo: “Enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias de la gente”. 

2.- Jesús asocia a personas a esta misión de proclamar la Palabra: Pedro, Andrés, Santiago; pero también están Pablo, Apolo, etc. Todos con la misma misión: Proclamar la Palabra de Dios.  Todos los discípulos, la Iglesia, tienen la misión de Proclamar la Buena Noticia del Reino. 

Hoy es el “Domingo de la Palabra de Dios”, instituido por el Papa Francisco precisamente para que tomemos conciencia de la importancia que tiene la Palabra de Dios en la vida y actividad de la Iglesia. La Palabra de Dios debe ocupar un lugar preferencial en la Catequesis, en la celebración de los sacramentos, en la vida espiritual, en todo. 

3.- Ya sabemos que vivimos inmersos en una sociedad pagana y, por lo mismo, oscurantista. Reinan las tinieblas porque se desconoce el Mensaje. San Pablo dice: “Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica?” (Romanos 10,14). Todavía existe una tremenda ignorancia de la Palabra de Dios. Hay muchos católicos que se conforman con actos religiosos, pero no les gusta escuchar la Palabra de Dios. Hay predicadores que parecen ser más funcionarios de una religión que testigos y proclamadores de la Palabra. 

No se debe llamar “Evangelio” = Buena Noticia, a una mala noticia. Y a veces en nombre del Evangelio se dan puras malas noticias. Y en la Iglesia se peca muchas veces de esto. 

Vivimos en una sociedad enferma con muchas motivaciones distorsionadas, se tiende a confundir deseos con necesidades. Muchos no ven la necesidad de escuchar la Palabra, ¿para qué?  

Por otra parte, lo que san Pablo critica se da también hoy día; se prefiere al “parlante” y se desecha el Mensaje. Son errores que debemos corregir, porque a todos interpela hoy la Palabra. 

4.- Jesús, la Palabra hecha carne, trae la Buena Noticia del Reino, que es salvación. Por eso debemos convertirnos, cambiar. 

Sólo acogiendo la Palabra en nuestro interior, incubándola en nuestro corazón, es como producirá sus frutos. Tenemos que alimentarnos de la Palabra, que ésta se haga vida en nosotros de tal manera que podamos dar frutos de vida nueva. No basta con oír, hay que escucharla, meditarla, interiorizarla. (Cfr. Santiago 1,22). ¿Cómo? Tome un texto, léalo, reflexiónelo y órelo. Es la “Lectura orante” de la Palabra de Dios. 

En la Eucaristía se nos da el alimento de la Palabra y del Cuerpo de Cristo. Pero en cada Eucaristía el Señor nos invita a ser “Pescadores”, capaces de rescatar del mal a otros que yacen en la ceguera. Aceptemos la invitación del Señor. 

Hermano Pastor Salvo Beas.