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EDD. miércoles 04 de enero de 2023.

Hoy, miércoles, 4 de enero de 2023

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,7-10):

Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo. Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo. Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97

R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes. R/.

Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,35-42):

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

C.R.

Queridos amigos:

Hay cosas de las uno no puede olvidarse, si es que no tiene una enfermedad que le afecta a su memoria. Las recuerda con todo lujo de detalles y como si estuvieran pasando en este preciso momento. Cuando uno rememora estos acontecimientos, los revive y los actualiza. A ver, ¿qué matrimonio, de los que van bien y se quieren, no se acuerda de cuándo empezaron su relación, de su primer beso, de la fecha de boda, del parto de sus hijos y de cómo vivieron juntos momentos de gozo y de tristeza significativos?; ¿o que consagrado, que aún se siente ilusionado, no se acuerda de los hitos, grandes y pequeños, que marcaron su respuesta al Señor y a los hermanos? Si cada uno de nosotros escribiera sus memorias, desempolvando recuerdos, tendríamos mucho que escribir y poco espacio en blanco para hacerlo. Tendríamos que resumir y que esquematizar. Pero, sin duda, recogeríamos ciertos acontecimientos y detalles que se nos quedaron marcados y de los que fuimos únicos testigos directos.

Esto es lo que pasa en ciertos relatos vocacionales como el que se nos narra hoy en el evangelio de Juan: la vocación de dos discípulos. Ellos se acuerdan, por ejemplo, de que eran “las cuatro de la tarde” (v. 39), cuando sucedieron esos acontecimientos tan importantes para la vida de esos dos discípulos. Este detalle confiere a todo este relato el sello de un testimonio personal.

Los dos son discípulos de Juan, antes que de ningún otro. Pero su Maestro es humilde y anda en verdad. No quiere retenerlos junto a él. Por eso, al pasar Jesús, le reconoce por lo que es. Y dice, señalándolo: “Éste es el Cordero de Dios” (v. 36). Con este testimonio cualificado de Juan acerca de Jesús, a los dos discípulos se les abre la puerta de la confianza radical. Y a partir  de ahí “siguieron a Jesús” (v. 37). Pero este seguimiento habrá que profundizarlo en otros encuentros íntimos y personales: en una vida compartida, que ponga sobre el tapete los rasgos más importantes de la existencia. El texto usa tres verbos para expresar lo que han de vivir los discípulos junto a Jesús: “fueron… vieron… se quedaron con Él” (vv. 38-39). El coloquio, de un día de duración, entre Jesús y los discípulos  no sabemos qué tema abordaron. Lo que sí sabemos es que esta experiencia de intimidad termina con una profesión de fe: “hemos encontrado al Mesías” (v. 41), que sucesivamente se hace apostolado y misión. 

Si algún día aciago me decidiera a escribir mis memorias, me gustaría muchísimo terminarlas, diciendo que he encontrado al Mesías.

Un abrazo

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy