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Homilía para la Eucaristía del domingo 30 de octubre de 2022.

DOMINGO XXXI DEL AÑO. 

Sabiduría 11,22-12,2: Reflexión sobre lo esencial de Dios. Él es el omnipotente, pero también misericordioso con todas sus criaturas. Todo es manifestación de la bondad de Dios. 

2Tesalonicenses 1,11-2,2: Pablo ruega por los fieles para que vivan su identidad como discípulos, es decir, que en su vida se manifieste Cristo y sea glorificado. 

Lucas 19,1-10: Zaqueo acoge a Jesús en su casa y es transformado. 

1.- A Dios se le suelen dar muchos apelativos: el Todopoderoso, el Supremo hacedor, el que todo lo sabe, el Gran Arquitecto, etc. Pero a la luz de la Sagrada Escritura, especialmente la lectura de hoy de la Sabiduría, podemos decir simplemente que DIOS ES AMOR-MISERICORDIOSO. Porque Él es Todopoderoso por eso es misericordioso, como dice el salmo responsorial: Bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; Él es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas”.  Es la mejor descripción de Dios. Pero será Jesús quien con su enseñanza y ejemplo nos muestra lo que Dios es. Incluso ya en la primera lectura el amor de Dios hacia los hombres y hacia todas las cosas se demuestra por el hecho de la creación y su conservación. Jamás Dios hubiera creado un ser, por insignificante que sea, si no lo hubiera amado. 

2.- Y es por esta razón que el Verbo de Dios se hace carne; Él viene a recapitularlo todo, viene a culminar la obra de Dios en favor de la creación. En Jesús está Dios presente para salvar y siempre se hace presente, como se hizo presente en la vida de Zaqueo: “Hoy tengo que alojarme en tu casa”.  El texto original dice: “conviene que Yo aloje en tu casa”. ¿A quién conviene? Evidente que conviene a Zaqueo, ya que esto traerá salvación a su casa. Conviene también a Jesús, ya que, según lo dice san Pablo en la carta escuchada, “Así el nombre del Señor Jesús será glorificado”. Sí, porque es glorificado en aquel que lo acoge, pero también el que acoge es glorificado en Jesús. Y así vemos cómo  el ingreso de Jesús en la vida de Zaqueo trajo salvación, lo transformó totalmente en su interior y supo despojarse de todo. 

3.- Nos damos cuenta, entonces,  lo que significa y supone el ser discípulo. 

Discípulo es el que sigue al Señor. Pero para seguirlo hay que reconocer que Él es más, que Él es capaz de salvar, por eso, conviene aceptarlo. Un discípulo es aquel que deja entrar, admite en su vida, al Señor. 

Siempre lo he dicho. Hay muchos que están bautizados, se dicen y llaman cristianos, pero no se han dejado invadir por el Señor. Es lo que san Juan Pablo II dice en “Ecclesia in America”, lo que se espera de un católico de este tiempo es que tenga un encuentro con Cristo y se deje transformar por Él. 

4.- Hoy Jesús pasa junto a nosotros. No nos conformemos con ver quién es Jesús, no basta con saber quién es Él, no basta con tener conocimientos de  cristología.  

Hoy Jesús me mira, nos mira y nos llama diciendo nuestro nombre: “Pastor, Luis, Juan, María, Federico, Héctor, Patricio, Cristina… sea quien sea, baja pronto”. 

Lo primero que nos pide es que bajemos de nuestros sitiales, de los altares que nos hemos fabricado. Baja, despójate de ti mismo y déjame entrar. Mira que es conveniente para ti el que Yo entre y me aloje en tu casa, en tu vida. Entonces sí que seremos verdaderos discípulos en los que el Señor será siempre glorificado.  

Él viene a comer con nosotros. Lo que acabamos de escuchar se hace realidad en nosotros. 

 Jesús nos vuelve a decir a cada uno de nosotros: “Hoy llega la salvación a esta casa, a este hermano, a cada uno de nosotros, ya que también nosotros somos criaturas amadas de Dios”. 

Por eso, hoy podemos decir también con gozo: “Bendeciré al Señor siempre y en todo lugar”. 

Celebremos con gozo. 

Hermano Pastor Salvo Beas.