Skip to main content

Homilía para la Eucaristía del domingo 16 de octubre de 2022.

DOMINGO XXIX DURANTE EL AÑO. 

Éxodo 17,8-13: Lucha de Israel contra los amalecitas. La victoria es del Señor, ya que sólo de Él viene la salvación. 

2Timoteo 3,14-4,2: Pablo recomienda a Timoteo a que sea un hombre de la Palabra, así será un “hombre de Dios”. 

Lucas 18,1-8: Parábola del juez y la viuda: invitación a la oración permanente y confiada, la que supone mucha fe. 

1.- Para Israel la travesía por el desierto, su marcha hacia la Tierra Prometida, no fue fácil. No fue fácil porque tuvo que sufrir los rigores del desierto (sed, cansancio, hambre).  No fue fácil porque tuvo que enfrentar muchos obstáculos y peligros (las tribus que habitaban en el desierto y dificultaban su paso por el mismo).  Y aquí se nos muestra uno de esos enfrentamientos; pero hay una victoria. El desierto es el lugar de la prueba de Israel y también una prueba de Dios, que salva, que da la victoria. Porque la victoria no se debe ni a las manos alzadas, ni a la vara de Moisés, sino al Señor que siempre salva. 

Nosotros, Pueblo de Dios, también vamos caminando juntos. También nos topamos con todo tipo de dificultades. Siempre tenemos que enfrentar al mundo, que nos pone obstáculos que nos impiden avanzar. Ya lo sabemos: la vida del hombre es una milicia sobre la tierra. 

2.- Pero la Palabra de Dios  nos muestra cómo enfrentar o superar los obstáculos. Yo encuentro dos medios  muy entrelazados: la oración perseverante y la vivencia de la Palabra de Dios. 

La oración perseverante. La que en verdad será perseverante sólo cuando haya fe. Porque sólo la persona con fe es la que ora y lo hace con perseverancia, porque tiene la certeza de que va a ser escuchada. 

La vivencia de la Palabra de Dios. Ya lo dice el Señor: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4,4). Cuando un cristiano acepta y asume la Palabra de Dios se convierte en un “Hombre de Dios”, es decir, en un Profeta. El Profeta es el hombre de la Palabra, la escucha, la vive y la anuncia. Y es lo que Pablo dice a Timoteo. 

A Dios gracias poco a poco los cristianos van tomando más en serio la Sagrada Escritura; lo importante es que sea alimento de la fe y no un mero intelectualismo bíblico. 

3.- En lo escuchado en el evangelio podemos ver el retrato de dos personajes. En la viuda: las masas empobrecidas por un sistema injusto. Da la impresión de que nadie los toma en serio, solamente son utilizados por los políticos.  

En el Juez: el sistema del mundo, que idolatra el dinero y oprime al débil. La pobreza crece en el mundo actual. Este sistema es incapaz de escuchar el clamor de los empobrecidos. 

La imagen de la justicia que hemos heredado es una mujer con los ojos vendados y una balanza en sus manos; así se quiere mostrar la imparcialidad de la justicia. Pero la Biblia nos  habla de otra justicia, de otro Juez. Y desgraciadamente no hemos querido asumir este modelo en nuestra sociedad aparentemente cristiana. 

4.- Jesús quiere insistir en la oración perseverante, sí, pero una oración dirigida al Juez verdadero, al que en verdad hace justos a todos. Y este Juez, que es Dios, no tiene los ojos vendados. A este propósito es interesante lo que leemos en el Éxodo: “Los israelitas, que gemían en la esclavitud, hicieron oír su clamor, y ese clamor llegó hasta Dios, desde el fondo de su esclavitud.  Dios escuchó sus gemidos y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob…  El Señor dijo: «Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos.  Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios y a hacerlo subir, desde aquel país, a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel.” (223-25;3,7-8). 

Pero el Señor se hace y nos hace una pregunta: “Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” He aquí lo importante, ser personas de fe y así seremos hombres y mujeres de Dios, Profetas que anuncian y trabajan por la justicia verdadera, por el Reino, que comienza a ser una realidad, que anunciamos y pregustamos en la Eucaristía, la Mesa del Banquete del Reino. 

Hermano Pastor Salvo Beas.