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Homilía para la Eucaristía del domingo 09 de octubre de 2022.

DOMINGO XXVIII DURANTE EL AÑO. 

2Reyes 5,14-17: Naamán reconoce que Yahvé, el Dios de Israel, es el que lo sanó y a Él quiere rendir culto. 

2Timoteo 2,8-13: Testamento de Pablo a Timoteo: ha de “tener Memoria” del Cristo resucitado, que es siempre fiel. 

Lucas 17,11-19: Proceder agradecido del samaritano, que es señal de fe. 

1.- Hoy aparece en la Palabra escuchada un gesto humano que tiene hondo significado: “Memoria”, de donde viene también la palabra Memorial. Memorial = una edificación o algo que se erige para recordar algo. En el lenguaje nuestro litúrgico tiene el sentido de participar de un Misterio de Cristo, hacerlo vida, hacerlo presente. Y esto lleva a ser agradecidos. 

Así, Naamán pretende tener siempre presente al Dios de Israel, que lo había sanado de la lepra, llevando tierra de Israel a su patria y así no olvidar al Dios que lo salvó. En el fondo, un no judío tiene fe en el Dios de Israel, en el Dios de Eliseo. Entonces lo que pretende este funcionario es crear una especie de islote israelita en tierra pagana para tener siempre presente a Dios. Es que en el Antiguo Testamento la presencia de Dios se circunscribía a límites y lugares determinados. Será Jesús quien derribará esta idea: “Los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad.” (Juan 4,23). 

2.- Lo que san Pablo recomienda encarecidamente a Timoteo es que tenga “Memoria” de Cristo resucitado, que lo tenga siempre presente en su vida. En concreto, hacer memoria de Cristo resucitado significa tenerlo siempre presente, ya que Él es siempre fiel. 

La vida de fe de un cristiano (vida espiritual) significa tener siempre presente a Cristo en su vida. Interesante lo que encontramos en Génesis 17,1: “Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: «Yo soy el Dios Todopoderoso. Camina en mi presencia y sé irreprochable”. De ahí la importancia de vivir en la presencia de Dios, tenerlo siempre presente con una memoria agradecida. Y un cristiano es fiel a Cristo al tenerlo presente, ya que Él es siempre fiel con nosotros. 

Hemos de recordar siempre al Señor, “en las buenas y en las malas, en lo favorable y en lo adverso, y así amarlo y respetarlo todos los días de su vida” (fórmula matrimonial). 

3.- Siempre ha habido memoriales en la sociedad. Los monumentos son memoriales; en el cementerio General hay un Memorial, existe el museo de la memorial, etc… Desgraciadamente no se respetan o se usan mal. Nuestra sociedad es una sociedad mal agradecida; por algo el dicho: “el pago de Chile”. Y esto lo hemos visto en distintas ocasiones. 

No tener memoria, desconocer la propia historia hace que seamos mal agradecidos e ignorantes. Hace de la sociedad una sociedad sin rostro, sin identidad, plana. 

Dígase lo mismo de la vida de fe. Fe que no se celebra, que no se hace memoria se diluye, se evapora poco a poco y se tiene una religiosidad plana… muerta. 

4.- Hoy, y en cada celebración, hacemos memoria de la gesta salvífica más importante. No sólo la recordamos, sino la volvemos a hacer realidad.  Hay muchos cristianos que no celebran, no hacen Memoria, por eso no saben dar gracias. Bien nos viene lo que dice la carta a los Hebreos: “Velemos los unos por los otros, para estimularnos en el amor y en las buenas obras. No desertemos de nuestras asambleas, como suelen hacerlo algunos; al contrario, animémonos mutuamente, tanto más cuanto que vemos acercarse el día”. (10,24-25). Nuestra fe debe ser celebrativa y agradecida. 

El Señor a todos ama, a todos quiere salvar. Pero no todos se acuerdan de Él para darle gracias. 

Hoy, precisamente, queremos ser agradecidos, por eso hacemos Eucaristía, que es una Acción de Gracias, la mejor acción de gracias, porque la hacemos por Cristo, con Él y en Él. Y la hacemos por el inmenso y fiel amor del Señor para con nosotros. Alimentemos la fe, frecuentemos la Eucaristía. Miren que “a sendero que no se transita le crece pasto”. Que no crezca pasto en tu vida de fe. 

Hermano Pastor Salvo Beas.