Homilía para la Eucaristía del domingo 15 de mayo de 2022.
Paz y Bien para todos.
DOMINGO QUINTO DE PASCUA.
Hechos 14,20-26: Al finalizar una correría apostólica, Pablo y Bernabé organizan y consolidan a la Iglesia estableciendo un cuerpo colegiado para gobernar y guiar a la comunidad de los creyentes.
Apocalipsis 21,1-5: Mientras la Iglesia sufre la tribulación el texto muestra algo nuevo: es la victoria definitiva de Cristo sobre el mal, que desaparecerá totalmente.
Juan 13, 31-33: La muerte de Cristo es presentada como una glorificación. Así se crea en los discípulos una situación nueva, una nueva presencia del Señor por la vivencia del Mandamiento nuevo.
1.- Jesús resucitado quiere seguir presente entre los suyos, en medio de la comunidad de los discípulos. Pero hay que aclarar que esta comunidad no está reunida de un modo casual o por acuerdo de sus integrantes. No. Es una comunidad de discípulos, de creyentes, convocados por el Señor. Una comunidad que está organizada con aquellos que la deben guiar, los pastores puestos por el Señor. Y esta comunidad, por ser convocada por el Señor, es la Iglesia, es decir, la Asamblea del Señor. Es importante saber que el discipulado se vive en una comunidad de fe. Y es aquí donde se hace presente el Señor resucitado. Presencia que ya no es física, sino espiritual, pero real. Cristo resucitado sigue presente en el mundo. Y porque es una presencia espiritual debe ser encarnada en la realidad.
2.- Sí, porque la Iglesia, mientras vive en este mundo, vive una realidad concreta, vive acosada por el Mal y toda clase de males.
Pero con el Señor resucitado ha comenzado una nueva creación, se está gestando algo nuevo: un cielo nuevo, una tierra nueva, un mundo nuevo. Esto nos asegura la Palabra hoy día, y es cierto. Pero todavía no lo experimentamos. En el mismo sentido está lo que dice la Primera carta de Juan 3,2: “Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.” Y esto, hermanos, no es una utopía, algo irrealizable, sino que es objeto de nuestra Fe y Esperanza. Es cierto que esta verdad creíble, muchas veces se hace increíble, porque no se ve la realidad del Misterio de Cristo, sino aparecen las fragilidades. Allí donde se cumple la voluntad de Dios, está el cielo. La esencia del cielo es ser una sola cosa con la voluntad de Dios, la unión entre voluntad y verdad. La tierra se convierte en «cielo» en la medida en que en ella se cumple la voluntad de Dios, mientras que es solamente «tierra», polo opuesto del cielo, en la medida en que se sustrae a la voluntad de Dios. Por eso pedimos que las cosas vayan en la tierra como van en el cielo, que la tierra se convierta en «cielo». Y así lo decimos en el Padrenuestro.
3.- Y de hecho, a lo largo de toda su historia la Iglesia ha experimentado el Mal y diversos males, ya que como dice la 1Pedro 5,8: “Sean sobrios y estén siempre alerta, porque su enemigo, el demonio, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar”. ¡Y cuánto daño ha hecho este enemigo! En todo tiempo ha habido divisiones, cismas, corrupciones. En nombre del evangelio se han organizado “Guerras santas”, Inquisiciones, torturas y toda clase de atropellos. Es decir, hemos transformado este mundo en un infierno al no cumplir la Voluntad de Dios. Y si a esto le agregamos todo el mal que nos rodea y aqueja, (porque el mal siempre hace daño; los males, en cambio, a veces purifican), surge la pregunta: ¿Es cierto que Jesús venció al mal con la fuerza de la resurrección? ¿No será todo una mentira, la cual habría que barrer de la faz de la tierra?
4.- ¡Y he aquí lo que afirma el evangelio! La Pasión y Muerte de Jesús es parte integrante de su glorificación, ya que Él vino a cumplir cabalmente con la Voluntad de su Padre. Por este misterio de muerte y resurrección se crea una situación nueva, una nueva presencia del Señor que sólo es captable por la vivencia del Mandamiento nuevo. Porque el Señor ha iniciado un mundo nuevo que se manifiesta por la vivencia del amor diferente. Amar como Él amó. Es un parámetro nuevo. Para poder vivirlo es necesario nacer de nuevo y tener una vida nueva. Entonces colaboramos a que haya un cielo nuevo y una tierra nueva.
Jesús, al dejar este Mandamiento, está echando las bases para una opción de fondo para construir una sociedad nueva, un mundo nuevo. Y esta opción de fondo es: salir de nosotros mismos, como lo hizo Él. Amar como Él amó significa amar a la manera de Dios. Entonces sí que seremos creíbles. Lo seremos no sólo por las obras sociales que hagamos, sino cuando nuestra fe tenga un sentido crítico frente a tanto sectarismo e individualismo como hay hoy en día. Sólo así los otros alcanzarán a ver al Señor presente. “En esto conocerán que son discípulos míos”.
Celebremos al Señor en este Primer Día de la semana, que es Día del Señor, que renueva con su Espíritu todas las cosas. Hagamos Eucaristía.
Hermano Pastor Salvo Beas.