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Homilía para la Eucaristía del domingo 06 de marzo de 2022.

Que tengan una santa Cuaresma.

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA. 

Deuteronomio 26,1-2.4-10: Se dice lo que el Pueblo de Dios ha de hacer para que así exprese lo que debe ser. Repasa la historia, pero desde la fe. Es una auténtica profesión de fe. 

Romanos 10,5-13: La profesión de fe del creyente en Cristo. Aquí se nos presenta la naturaleza de la confesión de fe cristiana. 

Lucas 4,1-13: Lucas presenta a Jesús conducido al desierto por el Espíritu Santo donde sufre las pruebas. 

1.- En este primer domingo de cuaresma se nos expone un mensaje maravilloso. Veamos. Israel es Pueblo de Dios, tanto que es llamado en la Escritura “hijo de Dios” (cfr. Oseas 11,1). Fue Dios quien condujo al desierto a su Pueblo, lo salvó de la esclavitud. Pero Israel no supo superar las distintas pruebas por las que pasó. Y esta es la confesión de fe de un israelita: el Señor estuvo siempre presente y actuó en los distintos acontecimientos históricos. La fe del israelita no se basa en doctrinas ni en teorías, sino en la presencia actuante de Dios. De modo que el israelita cree que Dios está con el hombre en su terreno, en su vida y en su historia. Dios actuó en favor de su Pueblo y el Pueblo es coprotagonista de Dios.  Por eso se habla de historia, porque sucede en el tiempo y con el hombre; pero también se habla de salvación, porque Dios se mete y actúa en favor del hombre. O sea, Historia de Salvación. Esto confiesa el israelita: “Él nos hizo salir de Egipto”; es decir, nos liberó. 

2.- También nosotros los cristianos tenemos fe y la proclamamos. San Pablo es claro. En su carta nos presenta la naturaleza de nuestra fe: aceptamos el mensaje de los Apóstoles: Jesús, enviado por Dios para salvarnos, fue resucitado, rescatado del poder de la muerte. Esto aceptamos, esto creemos. Aceptamos y creemos en el acontecimiento central. ¿Y cuál es?  Lo dice el Apóstol: Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado”. Y creer en Él significa aceptarlo en el corazón y obedecer, acatar su mensaje. Se trata de una fe viva, un toparse con Alguien, es una experiencia, como la del israelita, que cree en el Dios que salva. 

El mismo san Pablo dice: “Pero cuando dice la Escritura: «Dios tuvo en cuenta su fe», no se refiere únicamente a Abraham, sino también a nosotros, que tenemos fe en aquel que resucitó a nuestro Señor Jesús, el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación”. (Romanos 4,23-25). 

3.- Desgraciadamente hemos reducido la fe a un cúmulo de doctrinas, muy interesantes, pero que no mueven. Hay muchos católicos “instruidos”, pero pocos se han encontrado con Cristo. Pocos han experimentado que Dios se ha hecho presente en sus vidas y ha actuado en favor de ellos. Pocos han experimentado el poder de Dios que los ha sacado de sus situaciones de muerte. 

En el mundo hay muchos discursos, muchas doctrinas (incluso algunos fanatizados con ellas), pero faltan testigos del amor de Dios que salva y que está presente, incluso cuando alrededor nuestro se habla de guerras, persecuciones y muertes. ¿Dónde quedó la fe? 

4.- Ya vimos. Israel es de Dios y fue conducido por el Espíritu al desierto al ser liberado. Allí experimentó pruebas: el hambre, se rebeló exigiendo milagros, buscó el poder fuera de Dios. 

Jesús, en cambio, el verdadero Hijo, encarna a Israel y a la humanidad. También Él fue llevado al desierto y puesto a prueba. Pero supo resistir. Dándonos a entender que debemos correr su suerte. 

Nosotros, por ser creyentes en Él, somos su Pueblo, a Él pertenecemos.  También peregrinamos por este desierto y experimentamos cualquier tipo de pruebas, tanto a nivel personal como comunitario.  Jesús fue fiel, es el Testigo fiel. Su obediencia a Dios nos salvó. 

Lo mismo nosotros. Si somos fieles, obedientes, experimentaremos salvación. 

Cuaresma, tiempo de conversión, de volver a Dios, de centrarnos en Dios. Volvamos a Él de nuestras claudicaciones e infidelidades. Y con una auténtica fe testimoniemos lo que Dios ha hecho por todos nosotros. 

Hermano Pastor Salvo Beas.