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Homilía para la Eucaristía del domingo 06 de febrero de 2022.

Por unas semanas no enviaré mensajes ya que estoy en etapa de traslado. Paz y Bien.

DOMINGO QUINTO DEL AÑO. 

Isaías 6, 1-2.3-8: Experiencia religiosa de Isaías que describe con un lenguaje simbólico. Dios es el trascendente, el único santo. El hombre, creatura, limitado, es elegido y enviado. 

1Corintios 15,1-11: Nuestra fe, la fe los corintios se poya en el testimonio de los que fueron testigos de la resurrección. Pablo también fue testigo, aunque se siente indigno de ser apóstol. 

Lucas 5, 1-11: Jesús comienza a formar a los primeros discípulos. El escenario: la pesca. Resultado, Pedro y los suyos son transformados en pescadores de hombres. 

1.- De la Palabra escuchada surgen tres preguntas: ¿quién llama? ¿A quién llama? ¿Para qué llama? 

¿Quién llama? Dios, Sí, pero ¿qué Dios? Porque el dios de los paganos no es más que una proyección del hombre.  Es un dios hecho a imagen y semejanza del hombre. Y así aparecen los dioses de la mitología griega. Hoy día muchos creen en un dios identificado  con las criaturas. Pero no. El Dios de la Biblia, el nuestro, es un Dios trascendente, es decir, un Dios distinto a nosotros, distinto a sus criaturas, pero no lejano de nosotros. La Biblia acuña la palabra “Santo”, que viene a significar distinto a sus creaturas, en quien no cabe ningún tipo de impureza o maldad.  Las palabras humanas no alcanzan a describir la grandeza y santidad de Dios. Pero esta grandiosidad y santidad de Dios no lo hacen distante de sus criaturas, ya que Él las ama a todas. 

¿A quién llama? Al hombre, a su criatura, que es carne, es decir, debilidad, flaqueza y también pecado. Así se siente y sabe Isaías, hombre de labios impuros. Así se siente Pablo, quien, antes de conocer a Jesucristo, fue un perseguidor. Él se sabe indigno, consciente de su nada: “como el fruto de un aborto, el último de los Apóstoles”. Dígase lo mismo de Simón y sus compañeros: “aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”. 

2.- ¿Para qué llama? Para enviar, para otorgar una misión especial, es decir, ser un Apóstol. Apóstol significa un enviado con poder, con el poder y autoridad que le otorga el que lo envía. En este sentido, sólo el Apóstol es portador infalible del mensaje recibido del Señor. El Apóstol es el testigo autorizado de la Resurrección de Jesús. Y nuestra fe se apoya en el testimonio de los Apóstoles. Por eso, nuestra fe es una fe apostólica, fundada en los Apóstoles, no en los hombres. 

Llama la atención lo que dice el evangelio. Simón y sus compañeros, pescadores expertos, no tuvieron éxito. Pero al confiar en la palabra de Jesús y obedecerla tuvieron éxito. La eficacia del apostolado de la Iglesia, de un apóstol, no depende ni de la preparación intelectual, ni de la influencia en el medio ambiente. Sólo depende de Dios. 

Hemos de ser conscientes de lo que somos: pecadores a los que Dios ha llamado y enviado. ¡Cuántas veces, se los confieso, no he querido predicar al recordar mi pasado pecaminoso! Pero, como san Pablo, tengo que exclamar: “¡Ay de mí si no evangelizara!” (1Corintios 9,16). Pero también como san Pablo yo, tú, y cualquiera, puede decir: “Por la gracia de Dios soy lo que soy”. 

3.- Muchas veces lo he dicho, el mundo se queda sólo con lo negativo y lo echa en cara siempre y descalifica.  Incluso se vale hasta de las noticias falsas y la calumnia. Estos son pecados gravísimos; aunque Dios los perdona el daño es irreparable.  Hemos de tener siempre mucho cuidado. 

Otro error que hay que evitar es el quedarse paralizado y no querer hacer apostolado por saberse indigno. ¡Cuidado!. Esa es una falsa verdad, ya que es una verdad a medias. 

Nunca hay que olvidar que todo aquel que predica la Palabra, sea sacerdote, diácono, catequista, profesor de religión, es un elegido y enviado por el Señor.  Pero todo aquel que administra la Palabra de Dios debe orar, rumiar el mensaje y luego trasmitirlo en el nombre del Señor. 

4.- Hoy a todos nos dice el Señor: “Navega mar adentro, y echen las redes”. Hoy se nos pide ser pescadores de aguas profundas, no de playas. Él nos anima y nos dice: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres”. Es decir, estamos destinados a rescatar a otros del mal del pecado, porque no saben lo que hacen. 

Ya lo decía el domingo pasado, si no cumplimos con nuestra vocación-misión, seremos cristianos, juna Iglesia en crisis. 

Toda Eucaristía es un envío eficaz. Y lo es porque aquí tenemos una experiencia especial de Dios, aquí nos encontramos con el tres veces Santo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Animémonos!. 

Hermano Pastor Salvo Beas.