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Homilía para la Eucaristía del domingo 23 de enero de 2022.

Paz y Bien a todos.

DOMINGO TERCERO DEL AÑO. 

Nehemías 8,2-6.8-10: La Palabra de Dios es Proclamada al Pueblo, el que la acepta como expresión de la Voluntad de Dios. Se renueva la Alianza entre Dios y su Pueblo. 

1Corintios 12,12-30: Con la imagen del cuerpo humano Pablo muestra la realidad de la Iglesia: es el Cuerpo de Cristo. 

Lucas 1,1-4; 4,14-21: Jesús proclama en la sinagoga a Isaías y se aplica el texto; dando a conocer así cuál es su misión, una misión de gracia. 

1.- Hermanos, hoy es un domingo muy especial, ya que es el “Domingo de la Palabra de Dios”, instituido por el Papa Francisco el 30 de Septiembre del 2019. Con una Carta Apostólica el Papa quiere destacar la importancia que tiene la Palabra de Dios. Si nos atenemos a los textos escuchados vemos, en la primera lectura, cómo Israel, al regresar del destierro, escuchó atentamente la Palabra-Ley, que es para ellos la expresión de la Voluntad de Dios. Para nosotros la proclamación de la Palabra de Dios hace presente a Cristo, Palabra eterna del Padre. 

Esta Palabra de Dios, proclamada a Israel, une a los creyentes y los convierte en un solo pueblo. La Palabra aceptada genera unidad, es un alimento para todo el que la escucha con atención. 

2.- Sí, ya lo dijo Jesucristo citando el Deuteronomio: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4,4). 

Un cuerpo sin alimento adecuado desfallece. La Iglesia, Cuerpo de verdadero de Cristo, sin el alimento de la Palabra se debilita, desfallece. 

Felizmente ha ido creciendo en el Pueblo de Dios cada vez más la difusión y lectura de la Palabra de Dios. 

A menudo se dan tendencias que intentan monopolizar el texto sagrado relegándolo a ciertos círculos o grupos escogidos. No puede ser así. La Biblia es el libro del pueblo del Señor que al escucharlo pasa de la dispersión y la división a la unidad.  

Es importante la escucha de la Palabra, pero una escucha interiorizada, asimilada. Esa es la Palabra que nutre la vida de todo creyente, de una comunidad cristiana. Según el Papa, la homilía, que ayuda a profundizar en la Palabra de Dios, debe ser expuesta con claridad y sencillez. De ahí, por un lado, el deber de preparar bien la homilía y, por otro, el de ser escuchada con atención. Hay cristianos que al momento de la homilía salen del templo y regresan al ofertorio. Los pobrecitos no entienden nada. 

3.- Desgraciadamente hay todavía sectores de la Iglesia que no han descubierto el valor e importancia de la Palabra de Dios. Y se nota, porque manifiestan una vivencia pobre, escuálida del evangelio. Se conforman más bien con algunas prácticas religiosas de dudosa procedencia y calidad. Por eso, es imprescindible y vivir la Palabra y para ello qué importante es meditarla, orar con ella. 

No te conformes con tener una Biblia o un Nuevo Testamento en tu casa. Si la tienes úsala; debería ser el libro de cabecera de todo cristiano, el libro más importante de un grupo o comunidad cristiana. Que no te suceda como a aquella persona que, al recibir una Biblia, la rechazó diciendo: esto es para los evangélicos, yo soy católico, no la necesito.  

4.- Dice el evangelio que Jesús fue a la Sinagoga y allí se levantó para hacer la lectura, como un laico que era, la proclamó y la aplicó, es decir, hizo una homilía. Aterrizó y aplicó el mensaje de salvación a la realidad de ese momento. 

Toda la Escritura habla de Él y lo anuncia. Puesto que las Escrituras hablan de Cristo, nos ayudan a creer que su muerte y su resurrección no pertenecen a una mitología, sino a la historia y se encuentra en el centro de la fe de los discípulos. Por eso es urgente hacer ver a los cristianos que deben dar importancia a la escucha de la Palabra del Señor. ¿Qué lugar ocupa en tu vida la Palabra? 

Tanto la escucha de la Palabra como la recepción de la Eucaristía, son el alimento necesario para todo el Cuerpo de Cristo. 

Jesús cerró el libro, se sentó y comenzó a decir: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. ¿Quiénes? Nosotros, los que con fe nos hemos reunido como Cuerpo de Cristo para celebrar nuestra fe. 

Hermano Pastor Salvo Beas.