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Homilía para la Eucaristía del domingo 05 de diciembre de 2021.

DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO. 

Baruc 5,1-9: Un canto triunfal de los tiempos mesiánicos. Jerusalén es la personificación del Pueblo de Dios; será el centro de todos los pueblos. En Jerusalén se manifestará el resplandor de Dios con un nombre nuevo, es decir, tendrá una nueva identidad. 

Filipenses 1,4-11: Encontramos dos disposiciones en san Pablo: agradecimiento a Dios por el compromiso de la comunidad con el evangelio; intercesión para que crezcan en su conocimiento de Cristo hasta que Él vuelva. 

Lucas 3,1-6: El evangelista contextualiza la actividad del Bautista. La salvación entra en la historia, en el tiempo, se encarna. Y es una salvación para todos, no para algunos. 

1.- En los textos de hoy el mensaje es: Dos viene a salvar. Ya en Baruc aparecen ideas que ya se habían expresado en otros textos, como en Isaías, por ejemplo. Es bueno dejar en claro que en la Sagrada Escritura muchas veces se identifica a Jerusalén con el Pueblo de Dios, ya que está ligada a la dinastía de David, por la que tiene una proyección mesiánica. Se habla de una nueva Jerusalén, es decir, de un Pueblo de Dios renovado. Tanto es así que para siempre tendrá otro nombre: “PAZ EN LA JUSTICIA Y GLORIA EN LA PIEDAD”.  Cualidades que ha de tener la nueva Jerusalén, es decir, este Pueblo renovado. 

Traduciendo esto a conceptos más actuales, lo que se presenta es la nueva situación de los hombres en el Reino de Dios.  Personas perfectas, es decir, que viven al máximum la esencia de su personalidad: seres en relación. Relación con Dios, con el ser humano y con la naturaleza. Lo que es obra de Dios y de la conversión de la persona. El ser humano es un ser en relación. 

2.- Muchas veces los textos utilizan imágenes que deben ser bien interpretadas. Se habla de un retorno de los deportados, de un nuevo Éxodo, mejor que el anterior. Sí, eso quiere el Señor; quiere que haya encuentro. Lo contrario, el desencuentro, es algo no querido por Dios, y es lo que más afecta y duele a la humanidad. Por eso, evangelizar, proclamar la Buena Nueva del Reino de Dios, significa también trabajar por superar las situaciones de desencuentro que existen en la comunidad humana. 

Pablo reconoce y encomia la colaboración de los filipenses en la difusión del evangelio. Colaboración que ha de realizar todo aquel que pertenece a este Pueblo nuevo de Dios, que tiene esta nueva identidad: “Paz en la Justicia – Gloria en la Piedad”, es decir, seres que siempre están en relación con los demás. 

3.- Dentro de los males que aflige a la humanidad está la crisis de identidad que se expresa en el individualismo imperante. Un Pueblo nuevo, renovado lo será cuando impere la cultura de la solidaridad y el respeto. Cuando sus ciudadanos sean de personalidad madura, capaces de crear vínculos, puentes. Pero, debido a la crisis, hoy se levantan y crean muros. Muros para defenderse del otro, muros para que el otro no entre, no traspase mis fronteras. Seamos realistas. La conversión que el Señor nos pide pasa por ahí, cuando “los valles sean rellenados, las montañas y colinas serán aplanadas…enderezados los senderos” para que pase el otro. ¿Quién es ese otro? 

La comunidad europea quiere quitar del vocabulario todo aquello que exprese exclusión. Creo que eso es bueno, siempre y cuando no excluyamos al Otro, al Gran Otro, que quiere habitar entre nosotros. Hoy está viniendo el “otro” en la persona del inmigrante, del necesitado, que muchas veces no es acogido. Nos falta mucho todavía. Por eso: conviértanse. 

4.- Dios viene a salvar. Y quiere que esta salvación sea para muchos. Cuando en realidad nos convirtamos y seamos capaces de salir de nuestro metro cuadrado entonces tendremos una humanidad renovada, entonces “Todos los hombres verán la salvación de Dios”. Todos significa sin excluir a nadie. Cada uno de nosotros, como ciudadano del Reino de Dios, debe tener una mentalidad abierta, un corazón grande para amar a todos.  El salmista desea que el Señor cambie la suerte del pueblo. De hecho cambió. También nosotros en esta Eucaristía podemos decir: ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros! Porque somos el Pueblo nuevo, renovado por la presencia del Señor.  

Hermano Pastor Salvo Beas.