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EDD. miércoles 15 de septiembre de 2021.

Miércoles de la vigesimocuarta semana del tiempo ordinario
Nuestra Señora de los Dolores
Memoria obligatoria
Color: blanco

María comulgó íntimamente con la Pasión  de su Hijo. Así fue asociada de una manera única a la gloria de su resurrección. Por eso, se celebra la compasión de María al día siguiente de la Cruz gloriosa. Esta fiesta nos recuerda que, al pie de la Cruz, la maternidad de María se extendió a todo el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.

Antífona de entrada             Cf. Lc 2, 34-35

Simeón dijo a María: este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel, será signo de contradicción; y a ti misma una espada te atravesará el corazón.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que quisiste que junto a tu Hijo elevado en la cruz estuviera su Madre compartiendo sus padecimientos, concede a tu Iglesia que, unida a María en la pasión de Cristo, merezca participar también de su resurrección. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Aprendió qué significa obedecer y llegó a ser causa de salvación eterna.

Lectura de la carta a los Hebreos  5, 7-9

Hermanos:

Cristo dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a Aquél que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, Él alcanzo la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.

SALMO RESPONSORIAL   30, 2-6. 15-16. 20

R/. ¡Sálvame, Señor, por tu misericordia!

Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca me vea defraudado! Líbrame, por tu justicia; inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme.

Sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque Tú eres mi Roca y mi baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme.

Sácame de la red que me han tendido, porque Tú eres mi refugio. Yo pongo mi vida en tus manos: Tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.

Pero yo confío en ti, Señor, y te digo: “Tú eres mi Dios, mi destino está en tus manos”: Líbrame del poder de mis enemigos y de aquéllos que me persiguen.

¡Qué grande es tu bondad, Señor! Tú la reservas para tus fieles; y la brindas a los que se refugian en ti, en la presencia de todos.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO

Aleluya

¡Feliz de ti, santa María Virgen, porque, sin morir, has merecido la palma del martirio, junto a la cruz del Señor!

Aleluya.

EVANGELIO

A ti misma una espada te atravesará el corazón.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   2, 33-35

Cuando llevaron al niño Jesús para presentarlo en el templo, su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de Él.

Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel, será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón.  Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”.

Palabra del Señor.

Fuente : http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2021-09-15

REFLEXIÓN :

Cuando Dios había decidido venir a la tierra había pensado ya desde toda la eternidad en encarnarse por medio de la criatura más bella jamás creada. Su madre habría de ser la más hermosa de entre las hijas de esta tierra de dolor, embellecida con la altísima dignidad de su pureza inmaculada y virginal. Y así fue. Todos conocemos la grandeza de María.

Pero María no fue obligada a recibir al Hijo del Altísimo. Ella quiso libremente cooperar. Y sabía, además, que el precio del amor habría de ser muy caro. “Una espada de dolor atravesará tu alma” le profetizó el viejo Simeón. Pero, ¡cómo no dejar que el Verbo de Dios se entrañara en ella! Lo concibió, lo portó en su vientre, lo dio a luz en un pobre pesebre, lo cargó en sus brazos de huida a Egipto, lo educó con esmero en Nazaret, lo vio partir con lágrimas en los ojos a los 33 años, lo siguió silenciosa, como fue su vida, en su predicación apostólica…

Lo seguiría incondicionalmente. No se había arrepentido de haber dicho al ángel en la Anunciación: «Hágase». A pesar de los sufrimientos que habría de padecer. ¡Pero si el amor es donación total al amado! Ahora allí, fiel como siempre, a los pies de la cruz, dejaba que la espada de dolor le desencarnara el corazón tan sensible, tan puro de ella, su madre. A Jesús debieron estremecérsele todas las entrañas de ver a su Purísima Madre, tan delicada como la más bella rosa, con sus ojos desencajados de dolor. Los dos más inocentes de esta tierra. Aquella única inocente, a la que no cargaba sus pecados. La Virgen de los Dolores. La Corredentora.

Ella nos enseña la gallardía con que el cristiano debe sobrellevar el dolor. El dolor es el precio del amor a los demás. No es el castigo de un Dios que se regocija en hacer sufrir a sus criaturas, es el momento en que podemos ofrecer ese dolor por el bien espiritual de los demás, es la experiencia de la corredención, como María. Ella miró la cruz y a su Hijo y ofreció su dolor por todos nosotros.

¿No podríamos hacer también lo mismo cuando sufrimos? Mirar la cruz. Salvar almas. La diferencia con Nuestra Madre es que en esa cruz el sufrir de nuestra vida está cargado en las carnes del Hijo de Dios. Él sufrió por nuestros pecados. Él nos redimió sufriendo. Ella simplemente miró y ayudó a su Hijo a redimirnos.

Fuente : https://es.catholic.net/op/articulos/6265/mara-una-espada-te-atravesar-el-corazn.html