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EDD. domingo 12 de septiembre de 2021.

Dios bendiga a todos ustedes.

DOMINGO XXIV DEL AÑO. 

Isaías 50,5-10: Es parte de un Cántico del Servidor del Señor. Se canta la función profética del Pueblo de Dios; a pesar de los ultrajes y humillaciones Dios está con él. 

Santiago 2,14-18: La fe sin obras está muerta; fe sin amor es fe muerta. No al divorcio entre fe y vida. 

Marcos 8, 27-35: Dos aspectos: Uno, se muestra la identidad de Jesús: Él es el Mesías. Dos, para seguirlo se debe correr su suerte, es decir, el camino de la cruz. Esto exige fe. 

1.- Por la Sagrada Escritura sabemos que Dios tiene un Plan de salvación. Y para realizarlo se vale de mediaciones, las que pueden ser su Pueblo, los profetas y, sobre todo, su Hijo Jesucristo. La lectura de Isaías retrata muy bien la misión de su Pueblo: ser el mensajero de la salvación en el mundo. Tuvo que sufrir mucho y supo aguantar. Este pueblo de Dios es la suma de muchos individuos que sufrieron en carne propia por su fidelidad al Señor. Entre ellos descuella uno en especial: Jesús, bendito por siempre. Él tuvo que cumplir con la Voluntad del Padre pasando por el rechazo y el escarnio de la cruz. San Pablo dirá: fue obediente hasta la muerte en cruz. Pero Dios estaba con Él, porque Jesús es el Mesías, el Ungido de Dios por excelencia. 

2.- La Iglesia, nuevo Pueblo de Dios, participa de la misión de Cristo, que no es otra que llevar a cabo el Plan de Dios en este mundo. Misión que nunca ha sido fácil. Por eso, para ser discípulo de Él se debe correr su suerte. Y aquí está el hueso duro de roer; no se es discípulo si no se está dispuesto a romper con lo más propio, con lo que dificulta la adhesión al Mesías. Si no se está dispuesto a cargar con la propia cruz, es decir, soportar la persecución y el desprecio por su causa. Pedro se comporta como un adversario de Jesús, pero el Señor le indica dónde debe ubicarse: detrás de Él, conformarse con ser su discípulo y seguirlo. 

3.- Como Pueblo de Dios tenemos la misma misión del Señor y nuestra presencia es en el mundo, en donde está el Adversario de Cristo, donde está nuestro adversario. Por eso ataca y hostiga. Por eso, parte esencial de la espiritualidad cristiana es la cruz, la persecución, la ignominia. Y en la Historia de la Iglesia cuando ésta ha sido fiel al Señor es cuando más dificultades ha encontrado, hasta el día de hoy. Y un cristiano mientras más se empeñe en seguir al Señor, en caminar en presencia del Señor, más dificultades va a encontrar. Por eso el Señor es claro al decir qué se requiere para ser su discípulo. Yo  lo resumiría en una sola palabra: se requiere Despojo. Como el Señor, que se despojó de su rango y se hizo servidor de todos. Y solamente los que han sabido realizar este despojo en su vida han sabido ser verdaderos discípulo del Señor. Los santos nos dan ejemplo de esto. 

4.- Claro que para esto se requiere una fe inmensa, fe que es más que simples conocimientos doctrinales. Fe que en el fondo es una opción vital, fundamental por Él. 

Fe que no es algo etéreo, espiritualista, no. Tiene que ser una vida de fe encarnada en la realidad y en el tiempo.  Una fe viva por el amor, como nos lo recuerda hoy el Apóstol Santiago.  Con fe el discípulo puede caminar en la presencia del Señor y sacar la cara por Él. 

El Israel de Dios, que es la Iglesia, podrá caminar fielmente en pos del Señor cuando sea un Pueblo de gente de fe, gente creyente de verdad. Que nuestro cristianismo no sea una capa de barniz que con el tiempo se pierde, sino una vida que se nutre de Aquel que puede darnos vida en plenitud, porque para eso ha venido. Es muy frecuente encontrarse con cristianos que han hecho un divorcio entre su fe y su vida. Creyentes en algunas ocasiones, pero en otras se comportan como paganos. 

Es a Él a quien celebramos, porque es en Él en quien creemos y seguimos. ¿Seremos capaces de sacar la cara por Él en nuestro

ambiente? Con su ayuda sí lo podremos. 

Hermano Pastor Salvo Beas.