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Homilía para la Eucaristía del domingo 22 de agosto de 2021.

Paz y Bien a todos ustedes.

DOMINGO XXI DEL AÑO. 

Josué 24, 1-2.15-18: La asamblea de Siquem. Al tomar Israel posesión de la tierra se le recuerda los favores de Dios. Ahora es Israel el que debe optar por el Señor. Por eso la renovación de la Alianza. 

Efesios 5,21-33: Cristo nos regala una vida nueva que se ha de reflejar en los códigos éticos de la vida familiar. Así, el matrimonio es una Alianza de amor que refleja la Alianza de amor de Cristo con su Iglesia, de Dios con la humanidad. 

Juan 6, 60-69: Crisis entre los oyentes de Jesús, lo que exige una opción por Él. Pedro reconoce que Jesús tiene Palabras de vida eterna. 

1.- Una vez más aparece un tema recurrente y fundamental: la Alianza. Al pueblo que había entrado a la Tierra Prometida se le exige una opción: servir a Yahveh, lo que trae consigo la renovación de la Alianza. Por fin estas tribus constituyen el Pueblo de Dios. El pueblo reconoce lo que Dios ha hecho con ellos; por eso optan por el Señor. 

El Pueblo de Dios es un pueblo de Alianza. Y esto es válido no sólo para Israel, sino también para la Iglesia, el nuevo Pueblo de Dios. También nosotros hemos optado por el Señor, lo que fue ratificado en el bautismo. Por eso, en la vida cristiana todo es expresión de esta opción que hemos hecho por Cristo. Y el cumplir los Mandamientos no es más que una expresión de esta Alianza, de esta opción por el Señor. 

2.- El bautismo nos ha dado una categoría nueva: somos hijos amados de Dios en Cristo. Porque, como dice san Juan al inicio de su evangelio, “a los que recibieron la Palabra, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios”. Por eso, toda la existencia nuestra adquiere un valor nuevo, yo diría, un valor sacramental, ya que en nuestra vida mostramos un misterio, una realidad escondida.  Así como Cristo y la Iglesia, que es su Cuerpo, son uno en el amor, del mismo modo en el matrimonio de los cristianos se muestra esta realidad, la de Cristo y la Iglesia. Cristo optó por nosotros y nosotros por Él en Alianza de amor. El cristiano ha optado por Cristo y debe ser fiel a Él. 

3.- Las palabras de Jesús provocan una discriminación entre sus oyentes, una crisis de fe que provoca la deserción de muchos. También hoy sucede lo mismo. Podría decirse que hoy existe una crisis no tanto de fe, sino más bien de Iglesia.  Son muchos los que se han retirado, no porque ellos sean malos, sino la institución eclesial provocó en ellos una crisis que desembocó en una deserción, ya que se decepcionaron.  

Por ser hijos de una cultura líquida, inestable, existe una tremenda crisis de opción y compromiso. Por eso ya no se aceptan las instituciones, sea esta el matrimonio, el sacerdocio estable, la misma Iglesia. A veces sucede lo que a los judíos que entraron a Canaán: se encandilaron con los dioses locales y no supieron ser fieles a los compromisos de la Alianza. Lo mismo hoy. Muchos se encandilan con lo que les rodea y se olvidan de lo que son, se olvidan de su opción fundamental. 

4.- Hoy Jesús nos pregunta: ¿También ustedes quieren irse? Y yo me pregunto: ¿y a quién no le ha asaltado la tentación de irse?  ¿Irse de la Iglesia, del hogar, del ministerio sacerdotal, de la Vida religiosa? A muchos nos ha sucedido esto (a mí muchas veces).  Y muchos dan el paso y se van. Otros, como Pedro, se preguntan: ¿A quién iremos? ¿A dónde iremos? Hay quienes viven en una permanente incertidumbre. Otros optan. Y de esto se trata, de optar. Porque, entendamos, la vida cristiana supone una opción fundamental, que sostiene las demás opciones que podamos hacer en la vida. 

Es el momento de optar por Jesús y renovar nuestra Alianza con Él. Cada día hemos de optar por Él al despertar y al acostarnos. Que la Comunión que vamos a realizar sea un Sí al Señor. No olvidemos que por el bautismo somos hijos de Dios y a Él pertenecemos. 

Hermano Pastor Salvo Beas.