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Homilía para la Eucaristía del domingo 20 de junio de 2021.

Deseo mucha paz y bien a todos. Cuidémonos mucho.

DOMINGO DOCE DEL AÑO. 

Job 38,1.8-11: Frente a la insolente rebeldía de Job, Dios le responde recordando la grandiosidad de su obra al crear el mar, obra de sus manos. 

2Corintios 5,14-17: Con Cristo, que se entregó por todos, ha sido renovado todo, ya que Él es el hombre nuevo perfecto y nosotros en Él nuevas creaturas. 

Marcos 4, 35-41: Cristo manifiesta su extraordinario poder. Al acallar la tormenta manifiesta ser el vencedor del mal. 

1.- Lo he dicho muchas veces; con Jesús llega, irrumpe el Reino de Dios. Jesús explicó el Reino con las Parábolas, pero lo manifestó por medio de sus señales concretas (milagros). Hoy el evangelio nos muestra una primera señal, la tempestad calmada, con la que nos enseña cómo la irrupción de Dios y su Reino mediante Jesús, su enviado, vence a las fuerzas del mal y crea realidades nuevas en favor de todos.  En el fondo, Jesús exorciza a los espíritus impuros que habitan en las profundidades de las aguas, siguiendo la mitología oriental. Sí, porque a eso viene el Señor, a traernos el Reinado de Dios, que es salvación para todos. Con su venida el poder del príncipe de este mundo es derrotado. 

La salvación de Dios es sinónimo de reparación, renovación, transformación. Y para poder entrar en el Reino, para poder ser transformado, es necesario tener fe. 

2.- Jesús reprocha a sus discípulos su poca fe. Jesús estaba con ellos, pero ellos no estaban con Jesús. Él dormía, mientras ellos luchaban contra el fuerte vendaval, pero en vano. Es entonces cuando se acuerdan de que Jesús va con ellos, está con ellos. Se dieron cuenta que sin Jesús no hay salvación, que si el Señor no está de nuestra parte, será vano todo el esfuerzo que hagamos. Es necesario que tengamos fe y creamos que Él, puesto de pie, es capaz de increpar al mal que siempre acecha. 

Como los discípulos, el hombre se acuerda de Dios en situaciones extremas. 

3.- Porque esa es la  realidad.  

La barca de la Iglesia está siendo zarandeada por todo género de males, externos e internos. El pecado está presente en nosotros. El mundo se ha ensañado violentamente contra la Iglesia, el Santo Pueblo de Dios. Y no sólo a la Iglesia, sino la tormenta también azota al mundo entero con tantas manifestaciones de maldad como hay hoy día. Es en este contexto que muchos viven angustiados, desesperados.  Muchos hoy se preguntan: ¿Dónde está Dios? Tanto que se habla de Él, pero ¿dónde está? No se nota su presencia. Cuidado, ya nos decía el evangelio del domingo pasado que el Reino crece en silencio, sin espectacularidades. Pero está presente. Nunca hay que dudar de esto. Aunque el sol no brille más, aunque las aguas de la vida nos quisieran ahogar, tomémonos de su mano, tengamos fe en Él, que no fallará. 

4.- Cristo está siempre presente. También nosotros debemos tener siempre presente a Cristo, ya que, como nos recuerda san Pablo, “el que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente”. 

Saber esto es importante, ya que con la venida del Reino todo es nuevo. Que el pasado quede atrás, que el pecado no nos domine, porque tenemos al Señor presente en nuestra vida. 

Sí, hoy se hace presente entre nosotros en la Eucaristía, en su Palabra. Por eso, hermanos, ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! 

Hermano Pastor Salvo Beas.