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EDD. sábado 15 de mayo de 2021.

Hoy, sábado, 15 de mayo de 2021

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,23-28):

PASADO algún tiempo en Antioquía, Pablo marchó y recorrió sucesivamente Galacia y Frigia, animando a los discípulos.
Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras. Lo habían instruido en el camino del Señor y exponía con entusiasmo y exactitud lo referente a Jesús, aunque no conocía más que el bautismo de Juan.
Apolo, pues, se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Áquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Una vez llegado, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 46,2-18-9.10

R/.
Dios es el rey del mundo

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.

Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,23b-28):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.
Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.
Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Fernando Torres cmf

      Hace poco me comentaba un buen amigo y mejor creyente que esto de la oración de petición no es tan sencillo como parece a primera vista. Para despejar algunas dudas, no estoy hablando ni del estudiante que ora para aprobar un examen (más vale que dedique su tiempo a estudiar la asignatura) no del que ruega con mucha intensidad y enciende velas a san Pancracio para que le toque la lotería (más vale que gaste el dinero en algo más útil que un billete de lotería. Esa forma de oración de petición no es más que un intento de manipular a Dios, de usarle para nuestros fines. Y Dios, siempre libérrimo, no se deja manipular. Está claro que no va a cambiar ni un aprobado ni un premio en la lotería por unas oraciones y unas velas. La relación con Dios no puede ser una especie de relación comercial en el que si yo le doy unas oraciones, con eso me gano el derecho de reclamar que me dé lo que le pido. 

      Pero es que a veces pedimos desde lo más profundo de nuestro ser. Pedimos la salud para un ser querido, pedimos para que su gracia se haga presente en la vida de nuestro vecino o nuestro amigo o nuestro familiar, que sabemos que es infeliz y que se está perdiendo. Lo pedimos con toda la fuerza y con toda la fe porque hay situaciones en que nos sentimos absolutamente impotentes y del fondo de nuestro corazón brota la oración: “Señor, ayúdanos / ayúdame”. 

      Lo malo es que muchas veces no sucede nada. A pesar de nuestra oración llena de fe, ¡no sucede nada! ¿Qué pasa entonces? ¿Es que Dios no escucha las oraciones de sus hijos? ¿Es que nuestra oración no pasa de ser un grito en el vacío? ¿Es que no hay nadie al otro lado?

      No sólo eso, Jesús dice en el Evangelio que él mismo pedirá al Padre por nosotros. Y nos dice que recibiremos respuesta. Pero… nada. 

      Aquí entramos en los terrenos de la fe, de la confianza. Creemos que estamos en las manos de Dios padre bueno que nos ama. Y eso lo creemos a pesar de los pesares. No tengo más que recordar las palabras de una gran minusválida a la que conocí hace años. Ella podía contar lo que era vivir una vida de limitaciones físicas, de enfermedades y dolores sin cuento. Pero también se podía oír cómo decía: “Yo estoy segura de que Dios me quiere, de una forma un poco rara pero me quiere.” Que el Señor nos conceda a todos esa fe y esa confianza en su amor, a pesar de todos los pesares que nos vengan.  

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy