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Homilía para la Eucaristía del domingo 16 de mayo de 2021.

Hermano, no deje de ir a votar, es un deber de cristiano. Paz y Bien.

SOLEMNIDAD DE LAS ASCENCION DEL SEÑOR. 

Hechos 1,1-11: Con un lenguaje muy humano se nos presenta el Misterio de la Ascensión como punto culminante de la vida de Cristo y punto de partida de la misión de la Iglesia. 

Efesios 4,1-13: Cristo glorificado nos hace partícipes de sus dones para que también nosotros, como comunidad, lleguemos a ser maduros en Cristo y así cumplir nuestra misión. 

Marcos 16,15-20: El evangelista brevemente hace una narración más que histórica, es una presentación teológica-doctrinal del misterio de Cristo glorificado junto al Padre. 

1.- Estamos celebrando un misterio de fe: la Ascensión del Señor. Lo que interesa aquí es saber qué significa este misterio y qué nos dice a nosotros. 

Sin entrar en detalles técnicos, digamos que la Ascensión es otro aspecto de la Resurrección de Jesús, es su glorificación. San Pablo en la carta a los Filipenses 2,6-11 sintetiza todo el Misterio de Cristo. Podría decirse que en este himno contemplamos un dinamismo descendente y un dinamismo ascendente. 

Descendente: siendo Dios, “Porque la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios” (Juan 1,1), no se apropió de este rango, sino que se anonadó y asumió la condición de siervo (porque todos los humanos son servidores), hasta las últimas consecuencias. 

Ascendente: por eso Dios lo exaltó y lo proclamó “Señor”, es decir, lo máximo. 

De modo que en este Misterio que estamos celebrando contemplamos el Retorno  del Hijo a casa, que se había humillado, dejando la gloria que tenía junto al Padre (cfr. Juan 17,5), vuelve al Padre para ser coronado Rey (cfr. Lucas 19,12). Ese es el misterio que se muestra también en la segunda lectura: “Este es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo…Él puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó…Cabeza de la Iglesia”. 

Si como Verbo de Dios ya tenía toda la gloria, ahora, como Verbo encarnado tiene toda la Plenitud (cfr. Colosenses 2,9). 

2.- Entendiendo y contemplando un poco lo que significa este Misterio podemos también ver qué nos dice a nosotros, qué implicancias tiene.  

– Pues bien, si en Cristo reside toda la Plenitud de la divinidad, nosotros en Él hemos alcanzado tal plenitud, de modo personal y como Iglesia participamos de Él. Dice también san Pablo: Subió a lo alto…y repartió dones a los hombres” (Efesios 4,8). La glorificación de Cristo redunda en beneficio para todos nosotros. 

– Por otra parte, el que Cristo haya retornado al Padre significa que volverá a nosotros, esperamos su manifestación gloriosa, el triunfo sobre el mal. 

– El Señor culminó su misión, pero nos deja una tarea: evangelizar a todos, nadie puede quedar fuera, ya que la salvación es para todos. 

– Contemplar este Misterio exige de nosotros vivir en Esperanza, ya que sin Esperanza el vivir es un vivir sin sentido. Tan sinsentido como ir a la Terminal y no esperar a nadie. 

3.- Si usted se fija, he utilizado más de un par de veces el verbo “Contemplar”. El auténtico creyente tiene los ojos de la fe para contemplar los misterios de Dios. Por eso, hoy hace falta en este mundo tan epidérmico personas, cristianos contemplativos, que sepan ver donde otros no ven. Porque de lo contrario, “si un ciego guía a otro ciego…(Mateo 15,14). Y en el mundo hay muchos ciegos. También en la iglesia hay muchos ciegos. Por eso, que el Señor nos abra los ojos para poder ver, contemplar y así poder iluminar y guiar. 

Que no caiga a nosotros los cristianos aquel reproche: No te das cuenta de que eres ciego. Cómprate colirio para que puedas ver. (cfr. Apocalipsis 3,17-18). Porque cristianos ciegos no sirven para nada. 

Otro mal que hoy existe es la desesperanza. En muchos cristianos falta la esperanza, porque no ven en sus pastores una postura clara; en los ciudadanos, porque no ven en los políticos una línea bien definida. Y sin esperanza nada se puede hacer. 

4.- A Él proclamamos y celebramos. Frente a un mundo que todo lo absolutiza proclamamos que sólo Cristo es el SEÑOR. Frente a una sociedad encandilada con los logros sepamos mostrar la soberanía de Cristo. Y la única manera de testimoniarlo es con una fe madura, en el seno de una comunidad madura. Es lo que nos pide el Papa Francisco al insistirnos que seamos una Iglesia en salida, capaz de entenderse con el mundo de hoy. 

Hoy celebramos el misterio de la Ascensión, pero no podemos quedarnos mirando al cielo, no podemos ser personas enajenadas, voladas, sino comprometidas con el hombre y el mundo de hoy. Hoy el Señor nos dice: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” ¿Qué Buena Noticia? Que el Amor es más fuerte, que el Bien triunfa sobre el mal, la vida sobre la muerte. Y lo sabemos porque Él ha vencido. Por eso, “aplaudan, todos los pueblos, aclamen al Señor,…porque es soberano de toda la tierra”. 

Hermano Pastor Salvo Beas.