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EDD. sábado 24 de abril de 2021.

Hoy, sábado, 24 de abril de 2021

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,31-42):

EN aquellos días, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba construyendo y progresaba en el temor del Señor, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.
Pedro, que estaba recorriendo el país, bajó también a ver a los santos que residían en Lida. Encontró allí a un cierto Eneas, un paralítico que desde hacía ocho años no se levantaba de la camilla.
Pedro le dijo:
«Eneas, Jesucristo te da la salud; levántate y arregla tu lecho».
Se levantó inmediatamente. Lo vieron todos los vecinos de Lida y de Sarón, y se convirtieron al Señor.
Había en Jafa una discípula llamada Tabita, que significa Gacela. Tabita hacía infinidad de obras buenas y de limosnas. Por entonces cayó enferma y murió. La lavaron y la pusieron en la sala de arriba.
Como Lida está cerca de Jafa, al enterarse los discípulos de que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres a rogarle:
«No tardes en venir a nosotros».
Pedro se levantó y se fue con ellos. Al llegar, lo llevaron a la sala de arriba, y se le presentaron todas las viudas, mostrándole con lágrimas los vestidos y mantos que hacía Gacela mientras estuvo con ellas. Pedro, mandando salir fuera a todos, se arrodilló, se puso a rezar y, volviéndose hacia el cuerpo, dijo:
«Tabita, levántate».
Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él, dándole la mano, la levantó y, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.
Esto se supo por todo Jafa, y muchos creyeron en el Señor.

Palabra del Señor

Salmo

Sal 115,12-13.14-15.16-17

R/.
¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R/.

Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. R/.

Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio segun san Juan (6,60-69):

EN aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron:
«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».
Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.
Y dijo:
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:
«¿También vosotros queréis marcharos?».
Simón Pedro le contestó:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Queridos todos:

A veces uno se pregunta por qué en la Iglesia de hoy no ocurren maravillas como aquellas que nos cuenta el libro de Hechos. Curaciones, conversiones, persecuciones, milagros, comunidades vivas que crecen a pesar de todas las dificultades… ¿Dónde están hoy esos signos del Resucitado? Quizás sea que con los siglos la Iglesia se haya “institucionalizado” en exceso, perdiendo la frescura carismática original; o quizás que muchos vivamos una fe un poco muerta, de ricos acomodados, una fe que no nos compromete mucho. Pero sí que hay comunidades cristianas en las que siguen sucediéndose maravillas y milagros. Quizás de otro modo y en circunstancias distintas.

Conocí en La Ceiba a un viejito de etnia garífuna, sin hogar y sin nada, en la pobreza más absoluta. Llevaba años durmiendo en los restos de un viejo coche abandonado en un terrenito donde trabajaba Sergio, un Delegado de la Palabra muy comprometido con su comunidad. Todas las mañanas Sergio le despertaba con un pancito y un café, quizás su única comida del día, y hablaban un rato de la vida y de Dios. No tenía a nadie que se ocupara de él, y todo el dinero que conseguía lo gastaba en licor barato. Aquella mañana le había dicho a Sergio que ya no iba a beber más: “Diosito me va a llevar con él. Vos me llevaste muchas veces al hospital o a tu casa, y muchas veces me ayudaste. Ya no hará falta: Diosito me espera esta noche, y por fin tendré familia y casa, y ya no tendré que beber nunca más”. El viejito le dio un fuerte abrazo y le agradeció que le hubiera hablado de que el Señor siempre perdona y salva a la oveja perdida… “como al Buen Ladrón”, añadió. Al día siguiente lo encontraron muerto, con una sonrisa llena de paz. “¿Lo ve, Padre?” -me dijo Sergio- “Ahorita él está ya en el cielo: ¿ve cómo sigue habiendo milagros?”

La Iglesia sigue viva, en muchas comunidades y en muchos cristianos. El Espíritu sigue actuando y el Señor sigue regalando a los más pobres el Pan de la Vida Eterna.

Javier Goñi (fjgoni@hotmail.com)

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy