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EDD. martes 20 de abril de 2021.

Hoy, martes, 20 de abril de 2021

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (7,51–8,1a):

EN aquellos días, dijo Esteban al pueblo y a los ancianos y escribas:
«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la ley por mediación de ángeles y no la habéis observado».
Oyendo sus palabras se recomían en sus corazones y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:
«Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios».
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:
«Señor Jesús, recibe mi espíritu».
Luego, cayendo de rodillas y clamando con voz potente, dijo:
«Señor, no les tengas en cuenta este pecado».
Y, con estas palabras, murió.
Saulo aprobaba su ejecución.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 30,3cd-4.6ab.7b.8a.17.21ab

R/.
A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Yo confío en el Señor.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. R/.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,30-35):

EN aquel tiempo, el gentío dijo a Jesús:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Queridos hermanos y hermanas:

Escuchamos hoy, por un lado, el relato del primer martirio por la fe en Jesucristo, el de Esteban; y, en el Evangelio, el inicio del discurso del Pan de Vida. Ambos textos se introducían ayer. A propósito de la multiplicación de los panes, Jesús les hacía ver que hay otro alimento, el verdadero Pan de Vida; en el Evangelio de hoy, aprovechando la petición de un signo como el del pan llovido del cielo en el desierto, Jesús empieza a explicarles que Él es, en persona, el verdadero Pan del Cielo, el que da la Vida eterna, el que el Padre ha regalado a la humanidad para que tengamos la verdadera Vida.

Nuestra vida en este mundo es limitada, efímera, sometida al mal, al pecado, a la muerte. Y no podemos por nosotros mismos salvarnos. Sin embargo, por puro amor Dios Padre ha querido enviarnos a su Hijo para darnos Vida nueva. Por la Encarnación, Jesús es uno de nosotros, con todas las consecuencias: el Hijo de Dios hace suya la pequeñez, limitación y temporalidad de nuestra vida. Por amor, acabará entregando su vida a la muerte en una Cruz; muerte de la que Dios mismo le levantará, Resucitado. Jesús, Hijo de Dios, muerto por nosotros, ha resucitado, y así nos ofrece la Vida Nueva, Resucitada. Quien quiera aceptarla, quien quiera comer de ese Pan de Vida que el Señor es, tendrá en sí Vida Nueva…

Acoger al Señor en el corazón, confiar en Él, comenzar a vivir desde Él, escuchándole y viviendo conforme nos enseñó, construir así Mundo Nuevo, el Reino de Dios, … Nada de ello es posible si no nos alimentamos de esa Vida Nueva que Él nos regala, del Pan de Vida que es Él mismo, en persona. Y por eso, no hay Sacramento más significativo que la Eucaristía.

San Esteban, como aquellos primeros cristianos, dejaron que el Espíritu de Jesús les cambiara el corazón y la vida. Alimentados así con el Pan de la Vida Nueva, comenzaron a amar y a servir anunciando la Buena Nueva de la Resurrección del Señor, sin que nada ni nadie les detuviera. Incluso hasta dar la vida por Él.

“Danos siempre de este Pan, Señor”.

Javier Goñi (fjgoni@hotmail.com)

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy