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EDD. miércoles 24 de marzo de 2021.

Hoy, miércoles, 24 de marzo de 2021

Primera lectura

Lectura de la profecIa de Daniel (3,14-20.91-92.95):

EN aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo:
«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no teméis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados inmediatamente al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?».
Sidrac, Misac y Abdénago contestaron al rey Nabucodonosor:
«A eso no tenemos por qué responderte. Si nuestro Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido, nos librará, oh rey, de tus manos. Y aunque no lo hiciera, que te conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido».
Entonces Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.
Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó, se levantó y preguntó, estupefacto, a sus consejeros:
«¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?».
Le respondieron:
«Así es, majestad».
Preguntó:
«Entonces, ¿cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el fuego sin sufrir daño alguno? Y el cuarto parece un ser divino».
Nabucodonosor, entonces, dijo:
«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos, que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y entregaron sus cuerpos antes que venerar y adorar a otros dioses fuera del suyo».

Palabra de Dios

Salmo

Dn 3,52.53.54.55.56

R/.
A ti gloria y alabanza por los siglos

V/. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito tu nombre, santo y glorioso. R/.

V/. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.

V/. Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

V/. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas
los abismos. R/.

V/. Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (8,31-42):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».
Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo:
«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron:
«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó:
«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

La libertad verdadera

La Palabra de Dios está hoy centrada en la libertad. La primera lectura es un monumento a la libertad interior, la libertad de no inclinarse ante los ídolos, no importa si antiguos o modernos, la libertad de ser fiel a sí mismo, a la propia conciencia, de no ceder ni a halagos ni amenazas, incluso si ello supone pagar un alto precio, incluido el de la propia vida.

En el Evangelio Jesús nos enseña el núcleo y el sentido de la verdadera libertad. Ser libre es, por oposición, no ser esclavo. Esclavo es el dependiente, el que tiene secuestrada su libre voluntad y se reduce a ser la prolongación forzosa de la voluntad de otro. Hay formas directas y brutales de esclavitud, en las que el ser humano es reducido a objeto de posesión. Aunque sigue existiendo, por desgracia, hay hoy un amplio consenso que rechaza esta forma degradante de tratar al ser humano. Pero hay también formas sutiles de esclavitud que, además, se justifican no pocas veces en nombre de la libertad, una libertad degradada y corrompida. Se trata del sometimiento a los nuevos ídolos en forma de dependencias de sustancias como el alcohol o las drogas, o del juego, o de formas de comportamiento deshumanizantes, o de ideologías que prometen lo que no pueden dar, o, simplemente, de la presión ambiental (lo políticamente correcto, lo llaman hoy), a la que nos sometemos acríticamente.

“El que comete pecado es esclavo”, nos dice Jesús, y también, solo “la verdad os hará libres”. La verdadera libertad es, por un lado, un don de lo alto. Es un don porque consiste en la filiación: en ser hijos en el Hijo. El hijo no es esclavo: es sí mismo, en una identidad recibida por amor. Dios nos ha dado la libertad, que consiste en participar de la condición personal por la que somos imágenes suyas, y por la que estamos llamados a ser hijos en Cristo Jesús. Pero la libertad, además, es una conquista, porque supone resistir los cantos de sirena que tratan de seducirnos con falsos caminos de salvación; y es, también, una tarea, que requiere escuchar y acoger esa palabra verdadera que Dios nos comunica en Jesús.

Los tres jóvenes de la corte babilónica (símbolo del mundo y sus seducciones) no se inclinaron ante el ídolo de oro y fueron arrojados al horno siete veces más ardiente. Pero las llamas no les tocaron. Son las llamas de la tentación, que atrae con buenas (y falsas) palabras, o que amenaza, tratando de asustarnos. Si escuchamos la palabra de Jesús y la adoptamos como norma de nuestra vida, sentiremos con frecuencia crepitar en torno nuestro el fuego de la tentación (seductora o amenazante), pero esas llamas no nos quemarán, no nos reducirán a las cenizas de la esclavitud, porque estaremos asentados en la verdad que nos hace libres, en la libertad de los hijos. 

Saludos cordiales,
José M. Vegas cmf
http://josemvegas.wordpress.com/

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy