Skip to main content

EDD. martes 23 de marzo de 2021

Hoy, martes, 23 de marzo de 2021

Primera lectura

Lectura del libro de los Números (21,4-9):

EN aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edón.
El pueblo se cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés:
«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia».
El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes».
Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió:
«Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 101,2-3.16-18.19-21

R/.
Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti

V/. Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco,
escúchame enseguida. R/.

V/. Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.

V/. Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (8,21-30):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».
Y los judíos comentaban:
«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?».
Y él les dijo:
«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados».
Ellos le decían:
«¿Quién eres tú?».
Jesús les contestó:
«Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús:
«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Elevar la mirada, para salvar la vida

La rebeldía de Israel en el desierto es una constante que llega a sorprendernos. ¿Quería o no quería el pueblo ser liberado de la esclavitud? Es verdad que el camino que llevaba a la libertad implicaba riesgos y sinsabores, pero, ¿quién ha dicho que la liberación es un camino de rosas? Como el pueblo de Israel en el desierto, queremos la libertad y la salvación, pero no estamos dispuestos a pagar ningún precio por ella. La queremos ya y sin esfuerzo. Y por eso, como Israel, tenemos la tentación de corregir los planes de Dios, de dictarle cómo debe liberarnos, sanarnos, salvarnos. Pero apartarse de los designios de Dios tiene funestas consecuencias. No porque Dios nos castigue: a la luz de Cristo comprendemos que no es Dios el que envía castigos, sino que nosotros nos perjudicamos a nosotros mismos y nos encaminamos a la muerte cuando nos apartamos de Él, la fuente de la vida. En este relato de los Números comprendemos que no es Dios el autor de la muerte, sino que, al contrario, es Él el que nos salva de ella, y lo hace encontrando el remedio en la misma enfermedad. La serpiente de bronce es un símbolo profético de la cruz (cf. Jn 3, 14), por la que Dios nos salva de la muerte con la muerte de su Hijo.

También Jesús, como Moisés, tiene que hacer frente a la incomprensión y la oposición de su propio pueblo. “Los judíos” ni entienden sus palabras, ni son capaces de descubrir su identidad. Jesús les acusa de falta de la disposición necesaria: son “de aquí abajo”, carecen, podríamos entender, de la necesaria altura de miras para entender los designios de Dios, que se manifestarán plenamente en la cruz, “cuando levantéis al Hijo del hombre”. Pero esos “judíos” no se distinguen tanto de nosotros, en realidad nos representan a todos. Igual que es duro y arriesgado caminar por el desierto hacia la libertad, tampoco es fácil entender y aceptar este mesianismo de cruz que nos propone Jesús: para alcanzar la vida, hay que entregar la vida, para vencer a la muerte hay que pasar por ella. No hablamos sólo de la muerte biológica, sino de esa muerte cotidiana que supone la entrega por amor. También a nosotros nos falta el valor para afrontar los riesgos que llevan a la tierra prometida, también nosotros estamos poco dispuestos a pagar el precio de la verdadera libertad, también a nosotros nos cuesta entender el mesianismo de cruz, que nos llama a dar la vida para alcanzar la Vida. También a nosotros nos falta la altura de miras para ver en el alzado en la cruz al Hijo de Dios, y nos asalta la tentación de enmendarle la plana a Dios.

Pero Dios no desespera y conduce a su pueblo hasta la Tierra prometida, y Jesús, sin ceder a las presiones y chantajes de sus interlocutores, continúa exponiendo con coherencia las verdades difíciles que nos salvan, llamándonos a elevar la mirada, confiando en que, pese a nuestras resistencias, como muchos de los que le escuchaban, acabaremos creyendo en él.

Saludos cordiales,
José M. Vegas cmf
http://josemvegas.wordpress.com/

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy