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EDD. sábado 20 de marzo de 2021

Hoy, sábado, 20 de marzo de 2021

Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías (11,18-20):

EL Señor me instruyó, y comprendí,
me explicó todas sus intrigas.
Yo, como manso cordero,
era llevado al matadero;
desconocía los planes
que estaban urdiendo contra mí:
«Talemos el árbol en su lozanía,
arranquémoslo de la tierra de los vivos,
que jamás se pronuncie su nombre».
Señor del universo,
que juzgas rectamente,
que examinas las entrañas y el corazón,
deja que yo pueda ver
cómo te vengas de ellos,
pues a ti he confiado mi causa.
Palabra de Dios

Salmo

Sal 7,2-3.9bc-10.11-12

R/.
Señor, Dios. mío, a ti me acojo

V/. Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame;
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio. R/.

V/. Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo. R/.

V/. Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (7,40-53):

EN aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:
«Este es de verdad el profeta».
Otros decían:
«Este es el Mesías».
Pero otros decían:
«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:
«¿Por qué no lo habéis traído?».
Los guardias respondieron:
«Jamás ha hablado nadie como ese hombre».
Los fariseos les replicaron:
«También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».
Ellos le replicaron:
«¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».
Y se volvieron cada uno a su casa.

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Queridos amigos, paz y bien.

“Yo, como manso cordero, era llevado al matadero”. Ayer vimos cómo Jesús sabía lo que iba a pasar con Él y, sin embargo, fue capaz de ir hasta el final. Es la actitud de muchos mártires, a lo largo de toda la historia. Personas capaces de morir por un ideal, por su Dios.

La persona de Jesús suscitaba muchas dudas. Nadie había hablado como Él. Nadie había realizado los milagros que Él realizó. La gente estaba desconcertada. Algunos querían creer, pero tenían miedo del “qué dirán”. Otros, quizá, no querían romper con todo lo que habían vivido hasta entonces. Es muy difícil hacer cambios tan radicales en la vida personal. Siempre se pueden encontrar excusas (¿de Galilea va a venir el Mesías?) para seguir como hasta ahora. Y estaban los peores, los que sabían la verdad, y por eso querían matar a Jesús.

Los guardias del Templo reflejan el desconcierto general. “Nadie ha hablado jamás como este Hombre”. No saben qué hacer. Los protagonistas de este fragmento del Evangelio de hoy se fueron cada uno a su casa, esperando mejor ocasión.

Estas historias nos pueden resultar más o menos interesantes, y relacionadas o no con nosotros. ¿Qué pasa con cada uno de los que escuchamos hoy esta Palabra? ¿Cómo actuamos (o no) en nuestra vida? Podemos ser de los que quieren seguir a Jesús, pero nos asusta lo que pueden pensar los demás. Y eso nos limita bastante. Somos cristianos, católicos practicantes, cuando nos viene bien o cuando no nos complica la vida. Si confesar nuestra fe supone problemas, entonces, como Nicodemo, nos escondemos.

Puede ser que vivamos muy bien como hasta ahora. Con nuestros “pecadillos”, que no son tan “gordísimos”, porque no robamos millones ni matamos a nadie. Pero nos hemos acostumbrado a vivir con esos pecados domésticos, y eso es peligroso. Porque esos “pecadillos” van a más. Y se acaban convirtiendo en “pecadotes”. Es que no ir hacia delante en el camino espiritual es retroceder.

Se trata de no rendirse nunca. Tenemos que pensar no en lo que nosotros podemos hacer, sino de pensar en lo que Dios puede hacer en nosotros. Ser como mansos corderos, llevados de la mano de Dios. Que, (a diferencia del diablo, que nos quiere llevar por caminos desviados) siempre nos va a llevar hacia la salvación. Porque nos ama. Y quiere nuestro bien. Eso no significa que vaya a ser fácil, pero es posible. Hay que hacer la opción por Dios. Y ser fieles.

Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy