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EDD. jueves 25 de febrero de 2021

Hoy, jueves, 25 de febrero de 2021

Primera lectura

Lectura del libro de Ester (14,1.3-5.12-14):

EN aquellos días, la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el Señor.
Y se postró en tierra con sus doncellas desde la mañana a la tarde, diciendo:
«¡Bendito seas, Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob! Ven en mi ayuda, que estoy sola y no tengo otro socorro fuera de ti, Señor, porque me acecha un gran peligro.
Yo he escuchado en los libros de mis antepasados, Señor, que tú libras siempre a los que cumplen tu voluntad. Ahora, Señor, Dios mío, ayúdame, que estoy sola y no tengo a nadie fuera de ti. Ahora, ven en mi ayuda, pues estoy huérfana, y pon en mis labios una palabra oportuna delante del león, y hazme grata a sus ojos. Cambia su corazón para que aborrezca al que nos ataca, para su ruina y la de cuantos están de acuerdo con él.
Líbranos de la mano de nuestros enemigos, cambia nuestro luto en gozo y nuestros sufrimientos en salvación».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 137,1-2a.2bc.3.7c-8

R/.
Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor

V/. Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R/.

V/. Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.

V/. Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,7-12):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Queridos amigos y amigas:

Jesús nos invita a orar con confianza y perseverancia. Del mismo modo que nos revela como es el corazón del Padre que sabe dar «cosas buenas a los que le piden» (Mt 7,11), nos indica cómo debe ser la actitud de un corazón orante: «pidan, busquen, llamen…». Durante este tiempo de Cuaresma se nos invita a volver a lo que es esencial para nuestra vida y nuestras opciones vitales. Redescubrir en la sencillez de los momentos de oración que tenemos cada día una verdad profunda: Dios es nuestro Padre y nos ama con un amor sin límites, está obrando siempre, sin cansarse, para nuestro bien.

Probablemente no siempre experimentamos este amor, o por la fuerza de la costumbre hemos vaciado de contenido la expresión: «Dios es amor». El reto es hacernos consciente de esta verdad de nuestra fe, que damos muchas veces ya por sabida. Jesús nos invita a entrar en comunión viva con Dios Padre, esta experiencia nos sana interiormente. Como decía el papa Francisco: «Todos, todos tenemos enfermedades espirituales, solos no podemos curarlas; todos tenemos vicios arraigados, solos no podemos extirparlos; todos tenemos miedos que nos paralizan, solos no podemos vencerlos. Necesitamos imitar a aquel leproso, que volvió a Jesús y se postró a sus pies».

La oración humilde y sencilla, la oración de un corazón que busca amar, inicia siempre con un acto de gratuidad contemplativa, poniendo en su mirada interior el rostro del Padre bueno. Esta vivencia de la bondad de Dios en la oración debemos llevarla a nuestra vida cotidiana. Para hacernos conscientes que en la simplicidad de la vida se manifiesta la vida en Dios. Por eso, «la mística de la vida cotidiana es la mística más profunda». La clave para acceder a este kairos cotidiano es la confianza, la apertura, el dejarse sorprender, o como se decía en el lenguaje de la piedad: la simplicidad.

Pidamos al Señor que renueve en nosotros el valor de la oración sobre la que se basa cada día la audacia de compartir el dolor y la angustia de nuestros hermanos. Sobre todo, en este tiempo de sufrimiento, abandono y angustia a causa de la pandemia del Covid-19. Que el Señor nos conceda cada día, sobre todo en los momentos más difíciles, de hacer de nuestra propia vida un templo donde resuene el grito de la humanidad que sale hasta el corazón del Padre de todos.   

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy