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EDD. martes 23 de febrero de 2021.

Hoy, martes, 23 de febrero de 2021

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (55,10-11):

ESTO dice el Señor:
«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que cumplirá mi deseo
y llevará a cabo mi encargo».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 33,4-5.6-7.16-17.18-19

R/.
El Señor libra de sus angustias a los justos

V/. Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

V/. Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

V/. Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.

V/. Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,7-15):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:
“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal”.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Queridos amigos y amigas:

El camino cuaresmal que hemos iniciado nos pide hoy tomar conciencia de la importancia de la oración en nuestra vida cristiana. La oración es uno de los tres dinamismos de nuestro compromiso cuaresmal junto con el ayuno y la caridad hacia los más necesitados. La liturgia nos invita a meditar el texto del evangelio que no hemos leído el miércoles de ceniza. Como queriendo asegurar una mayor atención de nuestro corazón sobre la oración. Es una invitación hacer de la oración una expresión auténtica de nuestro ser discípulos.

El profeta Isaías nos asegura: «así será mi palabra que sale de mi boca» (Is 55,11). Esta palabra eficaz, enviada por Dios sobre la tierra, que regresa a Él después de haber cumplido su propósito, se ha hecho carne, es Jesús: por eso, su palabra está cargada de una potencialidad extraordinaria. Él nos dice: «Ustedes oren así: ¡Padre nuestro!» (Mt 6,9)». De ahí, que la invitación de Jesús a orar «así» no es simplemente la entrega de una formula mágica, para repetirla de forma mecánica. Es la entrega de un programa de vida, que «condensa su propia experiencia de Dios: la fe en el Reino y su preocupación por el mundo».

Podremos decir que oramos «así» como el Señor nos ha enseñado, cuando seamos capaces de vivir «así» como el Evangelio nos pide. Vida y oración deben ir siempre de la mano. La cuaresma como «viaje de regreso a Dios» es un tiempo propicio para potenciar nuestra oración. La cual nos lleva a esa intimidad con el Padre, que no solo escucha nuestra oración, sino que nos atrae a su corazón para conformarnos según su misericordia y perdón. La oración evangélica no funciona «a fuerza de palabras» (Mt 6,7), sino en la confianza del discípulo en el único maestro y Señor de nuestra vida. 

Así pues, orar es cultivar nuestra relación de amistad con Dios, acoger en el silencio del corazón la fuerza performativa de su Palabra para que nos transforme. Como señaló el papa Francisco en su homilía del miércoles de ceniza: «La conversión del corazón, con los gestos y las obras que la expresan, sólo es posible si parte del primado de la acción de Dios. Lo que nos hace volver a Él no es presumir de nuestras capacidades y nuestros méritos, sino acoger su gracia. Nos salva la gracia, la salvación es pura gracia, pura gratuidad».

Pidamos al Señor que nos enseñe a orar, que nos de la capacidad de hacer nuestra oración con su mismo corazón, para que crezca en nosotros cada día su misma experiencia de filiación y fraternidad. De esta manera, con su gracia nuestra oración nos impulsará a vivir y actuar, así como oramos.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com

Fuente ; https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy