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EDD. lunes 08 de febrero de 2021.

Hoy, lunes, 8 de febrero de 2021

Primera lectura

Comienzo del libro del Génesis (1,1-19):

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra estaba informe y vacía; la tiniebla cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Dijo Dios:«Exista la luz». Y la luz existió.
Vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla. Llamó Dios a la luz «día» y a la tiniebla llamó «noche».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero. Y dijo Dios: «Exista un firmamento entre las aguas, que separe aguas de aguas». E hizo Dios el firmamento y separó las aguas de debajo del firmamento de las aguas de encima del firmamento. Y así fue. Llamó Dios al firmamento «cielo».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo. Dijo Dios: «Júntense las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezca lo seco». Y así fue. Llamó Dios a lo seco «tierra», y a la masa de las aguas llamó «mar». Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: «Cúbrase la tierra de verdor, de hierba verde que engendre semilla, y de árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra». Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero. Dijo Dios: «Existan lumbreras en el firmamento del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años, y sirvan de lumbreras en el firmamento del cielo, para iluminar sobre la tierra». Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas. Dios las puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche y para separar la luz de la tiniebla. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 103,1-2a.5-6.10.12.24.35c

R/.
Goce el Señor con sus obras

Bendice, alma mía, al Señor,
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R/.

Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas. R/.

De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto. R/.

Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice, alma mía, al Señor! R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,53-56):

En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron. Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Queridos amigos y amigas:

Hay gente o situaciones que nos generan una admiración peligrosa. Esa admiración que nos lleva hasta la envidia o nos deja enganchados en nuestra propia pequeñez: “con lo bien que lo haces y lo mal que me sale a mí”…

Y hay otra admiración sana y constructiva que no solo no nos quita nada de nuestro propio valor sino que nos empuja a querer estar más cerca de esa persona, a seguir disfrutando de sus dones, su presencia, su sonrisa, su bien hacer.

Esta semana comenzamos a leer el libro del Génesis, concretamente el relato de la Creación. No pocas religiones y ritos antiguos asocian una especie de temor reverencial al Creador, a quien es el Origen de todo, quien tiene poder para dar la vida y para quitarla, para que salga el sol y para que se nublen los cielos. Sería una pena que nosotros, cristianos hoy, dejáramos que se nos colara alguna brizna de este sentimiento. Una admiración o un reconocimiento peligroso. Lo nuestro tendría que parecerse más a ese deseo sencillo y transparente de las mujeres y hombres que se encontraban con Jesús: todos querían estar tan cerca de El que pudieran tocar al menos la orla de su manto. Y los que le tocaban, se curaban, dice el evangelio de Marcos.

¡Bendice alma mía al Señor! Que reconocer su grandeza y gozar con sus obras nunca me haga dudar de mi propia dignidad, de mi valor, de mi bondad. ¡Bendice alma mía al Señor! Que ansíe más estar cerca de Ti y sentirme curado (sano) que todos los homenajes, alabanzas y ritos de aclamación ante un Dios omnipotente y alejado de nuestros caminos.

Vuestra hermana en la fe,
Rosa Ruiz @rosaruizrmi

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/comentario-homilia/hoy