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Homilía para la Eucaristía del domingo 13 de diciembre de 2020.

Paz y Bien para todos ustedes. Vivamos con alegría este tiempo de adviento.

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO. 

Isaías 61,1-2.10-11: Se anuncia una liberación, pero no del cautiverio babilónico, sino una liberación personal, de las dificultades e injusticias de los que ya han regresado del destierro. Vendrá uno lleno del Espíritu del Señor a traer la gracia, la liberación. Se anuncia una etapa de perdón. 

1Tesalonicenses 5,16-24: San Pablo da indicaciones a la comunidad cristiana de cómo vivir en medio del mundo. Dice que hay que orar siempre, vivir con alegría, siempre atentos al Espíritu, mientras esperamos la venida del Señor. 

Juan 1,6-8.19-28: Aparece la figura de Juan Bautista con su mensaje. Él prepara la venida del Señor, que ya está en medio, pero no lo captamos. 

1.- La Palabra nos está invitando a una Esperanza alegre. Ya el Profeta nos trae una Buena Noticia: habrá un tiempo de liberación y salvación. ¿Para quiénes? Es Buena Noticia para los pobres, es decir, los excluidos, para los heridos; es tiempo de liberación, es un Año de Gracia. Decir Año de Gracia a los israelitas significa un tiempo de perdón, de amnistía total, es un perdonazo. Imagine que hoy se dijera que los que están endeudados, los que están en el Dicom, los que están en la cárcel sentenciados por largo tiempo, etc., que están perdonados. Así se presenta este tiempo mesiánico, es un tiempo de perdón total. Y esto es una muy Buena Noticia, un Evangelio. 

Según san Lucas, Jesús hace suyas estas palabras del Profeta, porque Él es el evangelizador por excelencia, que trae la buena noticia de la salvación. Sí, a eso vino y viene siempre el Señor. 

2.- Por eso nos dice san Pablo: “Estén siempre alegres”. Usted me dirá, ¿cómo estar alegres en este tiempo de calamidad, en el que estoy personalmente pasando por un mal momento, mi salud quebrantada, etc. Hoy hay tanta gente angustiada y con miedo. Y se nos invita a estar alegres. ¿Por qué? Ahí está el desafío. En un mundo sin esperanza los cristianos hemos de ser alegres, positivos. Que sepamos vivir nuestro discipulado de una manera diferente. Y aquí el Apóstol toca algo esencial: “No extingan la acción del Espíritu”. Porque la vida cristiana es esencialmente una vida espiritual, conducida por el Espíritu de Dios. Por eso, el que se deja conducir por el Espíritu es alegre. No olvidemos que uno de los frutos del Espíritu es precisamente la alegría. 

Un cristiano espiritual no está exento de problemas, de dolores, de tribulaciones. Pues sabe vivir la alegría de la fe. “Un santo triste es un triste santo”. 

3.- Nosotros tenemos que vivir esta vida del Espíritu en este mundo concreto. Mundo que se nos presenta tan oscuro y tan negativo. Y fíjese que la Palabra nos dice: “examínenlo todo y quédense con lo bueno”. Sí, porque el verdadero cristiano sabe descubrir con la ayuda del Espíritu lo positivo y bueno que hay en este mundo. Y a esto lo podemos llamar Discernimiento, que es y debe ser para nosotros los cristianos la principal actividad, ya que así podemos descubrir lo bueno, lo que agrada a Dios. (cfr. Romanos 12,2). Sólo así se es verdaderamente alegre en medio de una sociedad en la que hay tanto bajoneado y depresivo. Tanta gente frustrada. Vive frustrado el que no se siente realizado en esta vida. Y la única manera de sentirse realizado es cuando uno sabe integrar en su vida toda su realidad con  el querer de Dios.  

4.- Adviento, espera alegre del Señor. Pero si no estamos iluminados por el Espíritu no podremos descubrir al Señor que siempre está viniendo, no sabremos descubrir a Aquel que está en medio nuestro, que está presente en nuestra vida. Es increíble que muchos busquen al Señor en lo espectacular, en lo que brilla, en lo solemne. Y el evangelio nos dice: “en medio de ustedes hay Alguien al que ustedes no conocen”. Él viene, Él está hoy presente entre nosotros. 

Bien podemos aplicarnos el Cántico de María que se usa como responsorio: “El Señor ha hecho grandes cosas…su misericordia se extiende de generación en generación”. Por eso nos alegramos. 

Que no sea cierto el reproche del filósofo Nietzche que decía: “¿Cómo voy a creer en lo que ustedes creen si en todo irradian tristeza, pesimismo, amargura?” 

Hoy Jesús viene, trae el Reino de Dios, cuya característica principal es el perdón. Estamos en este tiempo de Gracia, por eso hacemos Eucaristía, nos alegramos y alabamos al Señor. 

Hermano Pastor Salvo Beas.