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Homilía para la Eucaristía del domingo 06 de diciembre de 2020

El Señor acompañe a todos en este Adviento.

DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO. 

Isaías 40,1-5.9-11: Texto que corresponde al libro de la Consolación. El Pueblo de Dios desterrado en Babilonia había perdido la tierra Prometida. La noticia del profeta es buena: Dios va a realizar un nuevo éxodo; por eso, hay que prepararle el camino en el desierto, hay que hacerlo transitable. 

2Pedro 3,8-14: el tema de la carta es el retorno de Cristo, que es salvación. No es primera vez que se habla de un cielo nuevo y una tierra nueva (Isaías 65,17; Apocalipsis 21,1) para significar la salvación. Hay que esperar y acelerar la venida del Señor. 

Marcos 1,1-8: La figura de Juan Bautista. Él es el heraldo que anuncia y prepara la Venida del Señor. 

1.- El Señor viene, siempre está viniendo. Y porque siempre está viniendo hay que prepararse para recibirlo. Cabe la pregunta: ¿dónde hay que prepararse? El Profeta nos dice: en el desierto. ¿Por qué en el desierto? Porque es el lugar donde Israel aprendió a caminar tras el Señor; porque allí vivió exclusivamente de Él. En el desierto no hay nada. Dios le dio todo. Por eso hay que volver al desierto, volver a los viejos tiempos del amor primero. Es que Dios viene y quiere salvar a su Pueblo con un nuevo Éxodo, mejor que el que tuvo con Moisés. Y es allí donde hay que preparar el camino. 

Preparar el camino, es decir, un estilo de vida adecuado para recibir al Señor. Hay que quitar los escollos que impiden que el Señor llegue. En la carta se dice que tenemos que “acelerar la venida del Señor”. Y la mejor manera es realizando la conversión. Adviento también es tiempo de conversión. 

2.- En el evangelio se alza la figura del Bautista, el pregonero de Dios. Es él quien toma las palabras del profeta y las actualiza. La conversión es un volverse a Dios, un allanar el camino. El evangelio nos está invitando a preparar el camino. No sólo en el desierto, también en nuestra vida, en nuestro entorno. La sociedad necesita también allanar los caminos para que el Señor reine. Y hay mucho que emparejar: las desigualdades de todo tipo, las brechas que se han ido produciendo en la humanidad, en fin, todo aquello que impide que el Señor pueda llegar a salvar. Sí, la Palabra nos dice que el Señor viene a salvar. Son otros, los predicadores apocalípticos, a los que les encanta hablar de castigos, de catástrofes. Pero el Señor no es así, Él viene a salvar. 

3.- Muchas veces se oye decir: “esta casa es un infierno”, “la sociedad es un caos”, todo anda mal. Y como contrapartida surge el sueño, la utopía de algo mejor: un hombre nuevo, un Chile nuevo, una Patria nueva. Y en la Escritura se habla de un cielo nuevo y una tierra nueva. ¿Qué sentido tiene esto? ¿No será solamente un sueño? ¡Soñar no cuesta nada! Pero no. Nosotros creemos en la Utopía del Reino. Y en el Reino todo es nuevo. He aquí que vengo a renovarlo todo. Y es verdad. La vida cristiana no puede ser estática, conformista, sino dinámica, cuestionadora. Todo verdadero cristiano debe ser un elemento de cambio, de transformación allí donde se encuentre. Hay muchas cosas que pueden cambiar y dependen de cada uno de nosotros. No esperemos que otros cambien las leyes si no cambiamos en nuestro entorno, si no cambiamos nuestra mentalidad, nuestro corazón. 

4.- La Iglesia, el cristiano, tiene que ser como el Bautista. Proclamar la cercanía del Señor. Él predicó no sólo con su palabra, sino con su vida. Su vida fue una señal para los israelitas. 

Nosotros, inmersos en una sociedad consumista, excluyente y materialista, debemos ser una señal con una vida sobria, inclusiva y espiritual. 

El mundo ya ha contaminado la Navidad. Nosotros debemos devolverle el sentido que tiene: de Paz, Amor, Fraternidad. 

Viene el Señor a renovarlo todo. Si lo dejamos entrar en nuestra vida, en nuestro hogar, en nuestros ambientes, escucharemos lo que el Señor dijo en una oportunidad: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (Lucas 19,9), a este lugar de trabajo, de diversión, a este pueblo, etc. No nos queda más que hacer lo que nos dice la Palabra: Preparemos el camino al Señor. 

Hermano Pastor Salvo Beas.