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Homilía para la Eucaristía del Domingo 08 de noviembre de 2020.

Un cariñoso saludo de Paz y Bien a todos.

DOMINGO XXXII DEL AÑO. 

Sabiduría 6,12-16: La Sabiduría de Dios se deja hallar cuando se le busca. La Sabiduría se deja ver y espera. El hombre la ama y la busca. Resultado: hay un encuentro. 

1Tesalonicenses 4,13-19: En este capítulo Pablo aborda temas que inquietan e interesan a la comunidad.  Aquí trata sobre la Venida del Señor y la suerte de los que mueren. 

Mateo 25,1-13: Es el quinto discurso: el final de los tiempos. La parábola invita a estar preparados para el encuentro con el Señor. 

1.- Al escuchar hoy la Palabra como que resuena en nuestro interior la idea de Encuentro. Sí, todo el mensaje de la Sagrada Escritura se reduce a un encuentro entre el hombre, que busca a Dios y Dios, que sale al encuentro del hombre. Consecuencia de este encuentro: una comunión con el Señor. 

En la primera lectura se habla de la Sabiduría de Dios, que a veces se la identifica con el mismo Dios a tal punto que en el Nuevo Testamento Jesús crucificado es llamado la Sabiduría de Dios manifestada a los hombres (cfr. 1Corintios 1,24-30). 

Sabiduría que se deja ver, “se anticipa a darse a conocer”, dice el texto. Y el que madruga para buscarla la encuentra. Dios llega al hombre, se le da a conocer (Revelación) y el hombre busca, siente en su interior; porque  existe un sentimiento que acompaña a la humanidad desde el principio, es el “sentimiento de lo numinoso” (como dicen los entendidos), es decir, de algo o Alguien que es más que uno; es el Ser Supremo – Dios. Y esto produce un sentimiento religioso de búsqueda: “Señor, te busco ardientemente”, dice el salmo. 

2.- El evangelio, lo mismo que la carta, también hablan de un encuentro. Salir al encuentro de Dios, del Esposo que llega. En Cristo, Sabiduría del Padre, Dios viene a unirse con la humanidad. De allí la consigna: “Salgan a su encuentro para recibirlo”. Pero el encuentro es más rico cuando se espera a alguien, y se le espera porque se le desea. La espera prepara e intensifica el encuentro. ¿Cuándo se produce este encuentro? El fundamental es el encuentro de la Fe, cuando la gracia de Dios toca el interior de la persona y ésta lo encuentra. 

Lo que se espera de un católico de este siglo, decía san Juan Pablo II, es que tenga este encuentro con el Señor; encuentro que se va alimentando a lo largo de la vida. 

Los Apóstoles, san Pablo, Zaqueo, la Samaritana, experimentaron este encuentro con Cristo. Los santos también tuvieron un encuentro con Cristo. Los enamorados han experimentado un encuentro entre ellos. ¡Qué importante es tener este encuentro, pero también alimentarlo! En la vida necesitamos una retroalimentación de la fe, un re encantarnos con nuestra fe. 

3.- Desgraciadamente hay muchos cristianos que, si tuvieron un encuentro, ya lo han olvidado. Son como esas jóvenes necias a las que se les agotó el aceite. No basta con estar en la comunidad; no basta con pertenecer a tal o cual movimiento religioso. Es imprescindible fomentar este encuentro. 

Francisco de Asís era un cristiano del montón, pero al encontrarse con Cristo en San Damián y en el leproso tuvo su conversión. Y sabemos lo que fue. 

Desgraciadamente hay muchos cristianos del montón, cristianos por tradición, no por convicción, que en su vida diaria son paganos. Les falta el encuentro con Cristo. ¿Cómo está tu vida cristiana? 

4.- Hoy vuelve a resonar para nosotros el grito: “Ya viene el Esposo, salgan a su encuentro”. Hoy podemos reavivar este encuentro a través de su Palabra, la Oración, de la santa eucaristía. A todos viene el Señor y quiere hacer comunión con nosotros, quiere que entremos al Banquete de su Reino. Sólo quien sabe vivir el encuentro con el Señor esperará tranquilo a la hermana muerte, ya que con ella “permaneceremos para siempre con el Señor”, como nos dice san Pablo. No nos quedemos dormidos, sino estemos atentos, porque siempre está viniendo el Señor. Y hoy clamamos: VEN, SEÑOR JESÚS. 

 Hermano Pastor Salvo Beas.