Homilía para la Eucaristía del domingo 18 de octubre de 2020
Y no olviden rezar por mí.
DOMINGO XXIX DEL AÑO.
Isaías 45,1.4-6: Ciro, rey de Persia, es presentado como un instrumento humano de los designios del Dios único, Señor de todo.
1Tesalonicenses 1,1-5: Inicio de la carta. El Apóstol reconoce que los tesalonicenses han sido elegidos por Dios por puro amor cuando aceptaron el evangelio.
Mateo 22,15-21: Jesús es sincero y enseña con fidelidad. Responde con un realismo político lo planteado en un ambiente altamente teocrático.
1.- ¡Qué bien nos viene esta Palabra del Señor a pocos días de un acto tan importante para todos nosotros en nuestra patria. Porque frente a lo que se va a votar surgen dudas, recelos, esperanzas. Nosotros podemos sacar lección de la Biblia, porque en ella Dios nos habla en la historia. La Biblia es Historia de Salvación. El Pueblo de Dios desde la fe supo descubrir la acción salvadora de Dios a través de los diversos acontecimientos por los que pasó y así descubrió lo que Dios quería dar a conocer. Así, vio en Ciro, un rey pagano, a un instrumento de Dios. El Señor es el Señor de la historia. Es Él quien se vale de mediaciones para realizar su Plan de salvación. Y no sólo elije a tal o cual personaje de la historia, sino también elije a una comunidad para realizar su Plan. Así, eligió a los de Tesalónica, como también elige a los de Chile, Europa o de cualquier otra parte. Porque Dios es un Dios que salva.
2.- Jesús, sincero y fiel, no se achicó ante lo que se le planteó. Como tampoco se achicaría hoy si se le preguntara: ¿Apruebo o rechazo? La respuesta de Jesús es clara y enigmática: “Den al César, al orden político, lo que le corresponda, pero den a Dios lo que es de Dios” Y en conciencia cada cual sabrá cómo actuar. Pero hay más. Jesús les pregunta: “¿De quién es esa imagen e inscripción?” He aquí la clave. ¿Dónde está impresa la imagen? Si en la moneda, entonces es del César. Pero, cuidado, el ser humano lleva en sí impresa la imagen de Dios, una imagen indeleble, que no se borra ni con el pecado. Entonces hay que darle a Dios lo que le corresponde. Siendo realistas, en el mundo en que vivimos muchas cosas llevan el sello del Estado, pertenecen al Bien Común. Entonces es un deber de todo ciudadano darle al Estado lo que le corresponde, cumpliendo con los deberes cívicos, los impuestos, etc. Pero la sociedad está compuesta por personas, seres humanos, y éstos llevan el sello de Dios. Entonces hay que devolver a Dios lo que le pertenece.
3.- ¿De qué modo se le devuelve a Dios o no se le devuelve lo que le pertenece?
Cuando el Estado se autoproclama dios, por encima del ser humano, cuando se legisla en contra de la dignidad de toda persona humana, cuando se niega el derecho a nacer o vivir con dignidad, cuando se le falta el respeto no sólo al ser humano, sino a toda la creación; entonces no se le está dando a Dios lo que es de Dios.
El Papa Francisco es muy claro. Recomiendo leer la última Encíclica “Fratelli tutti”, que habla “in extenso” sobre este tema.
Desgraciadamente la cultura imperante de tal modo nos ha encandilado que ya no sabemos descubrir la presencia y acción de Dios en la historia, en los acontecimientos políticos, sociales, científicos. Nos quedamos simplemente en el acontecimiento sin ver más allá.
4.- Por eso, en este contexto, qué bien suena el salmo responsorial: “Canten al Señor…porque es grande y muy digno de alabanza; más temible que todos los dioses”.
En este Día del Señor bien podemos hacer Memoria de todos los acontecimientos salvíficos que se han manifestado en la historia, tanto a nivel país, como a nivel personal, la de cada uno, etc. Porque Dios actúa siempre, por eso hay que darle gracias.
Si queremos darle al país lo que le corresponde, cumplamos con nuestros deberes cívicos; pero demos también a Dios lo que le corresponde: la gloria, el honor, el respeto; lo que bien podemos y debemos hacer honrando y respetando al ser humano, a todo ser humano, porque todos llevan la inscripción de Dios.
Hermano Pastor Salvo Beas.