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Homilía para la Eucaristía del domingo 04 de octubre de 2020.

A todos los que tratan de seguir al Señor a la manera de Francisco de asís un cordial saludo de Paz y Bien y una feliz fiesta de san Francisco.

DOMINGO XXVII DEL AÑO. 

Isaías 5,1-7: El Canto de la Viña, que es un parábola, con la que el profeta echa en cara al Pueblo su infidelidad; no dio los frutos que Dios esperaba. Por eso, la destrucción, el abandono.

Filipenses 4,6-9: el cristiano debe asimilar todo lo bueno, lo positivo que encuentre en la vida. En el mundo no todo es malo, peo hay que saber descubrir la huella de Dios. Hay que saber ser abierto a las realidades del mundo.

Mateo 21,33-46: Parábola de los viñadores homicidas dicha a los dirigentes religiosos del pueblo. No aceptaron al Mesías enviado por Dios. Por eso, la Viña pasará a otras manos.

1.- Palestina, tierra de viñedos. Una viña requiere muchos cuidados. Lo más valioso de una vid son los frutos. La Palabra de Dios, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, utiliza la imagen de la viña. Aquí la Parábola. Toda parábola remite a una situación concreta; en este caso, a la postura de los dirigentes de Israel frente a Jesús.

¿Quién es la viña? Puede ser el Pueblo el Dios, que está al cuidado de unos viñadores; de él el Señor espera frutos. También podría significar el Reino de Dios, según lo que dice el texto del evangelio: “El Reino de Dios les será quitado a ustedes”. Reino que debe ser trabajado por el Pueblo de Dios.

Lo que espera el Señor de su viña, de su Pueblo, es que dé frutos. Sabemos que los frutos que el Señor espera es la fidelidad a la Alianza, las obras de justicia y amor con los más desvalidos. Lo que, tanto el profeta como Jesús, reprocha es que le dieron la espalda a Dios yendo en pos de falsos dioses. Y esto produjo una terrible situación de injusticia. No caminó el Pueblo por caminos de justicia (que son los de Dios), sino por caminos de injusticia. Y ya el Señor había dicho a su pueblo: “Los caminos de ustedes no son mis caminos” (Isaías 55,8).

2.- “La Viña del Señor es la casa de Israel”, es su Pueblo, que es la Iglesia. Viña plantada en este mundo. ¡Cuántas veces hemos visto en la zona central hermosos viñedos bien cuidados, bien cultivados! Se nota que hay dedicación y esfuerzo.

El Pueblo de Dios, nosotros, estamos presente en medio del mundo. Los nutrientes y la calidad del terreno influyen en la calidad de la uva y del vino. Pero también supone el cuidado empeñoso de los viñadores.

La sociedad, el mundo, tiene buenos nutrientes. La Iglesia, el creyente, debe saber descubrir y aprovechar “todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza”, como nos dice el Apóstol en la carta de hoy.

Digámoslo de inmediato; la Iglesia, Viña del Señor, debe estar plantada y y presente en todas partes, en todo terreno, en toda cultura, en todo ambiente, para allí implantar el Reino de Dios. No somos el Reino de Dios, ni dueños del Reino de Dios, sino sus instrumentos. Debemos hacer presente el Reino de Dios en todo lugar, ambiente y cultura.

3.- Pero la Viña del Señor no siempre dio buenos frutos. Está plantada en buena tierra, pero  no absorbió los nutrientes de esa tierra, no fue cultivada, los viñadores no supieron trabajarla. Resultado: lo dice el salmo responsorial: ha sido devastada, pisoteada. A tal punto llegó la situación de esta viña que su Dueño se quejó y le dijo a alguien a quien hoy celebramos:                           “Francisco, repara mi iglesia, que amenaza ruina”. Y ¿qué nos dice a  nosotros hoy? Nos encomienda la misma tarea. ¿Cuál? ¿Cómo? Tomar en serio el Evangelio y llevarlo a la práctica. Esto hizo el Santo de Asís; simplemente se propuso vivir lo que el Señor enseñó: la Fraternidad, la sencillez, la centralidad en Dios y vivencia de comunión con los pastores de la Igleia.

4.- Celebramos hoy a Jesús. Él es la Piedra angular, el que da consistencia a la Iglesia, al creyente. No desechemos ni eclipsemos a Jesús en nuestras vidas. Edificados en Cristo podemos cumplir nuestro cometido: implantar el Reino de Dios.

Dios Padre ama y cultiva su Viña; por eso la poda para que dé más frutos. (cfr. Juan 15,2)  Somos la Viña del Señor que Él tanto ama. En ella hay cuidadores, viñadores, cuya labor es cuidar la Viña. El Señor espera frutos. El Señor lo dice: “el que permanece en Mí y Yo en él ese da mucho fruto, porque separados de Mí no pueden hacer nada” (Juan 15,5). Al aceptar su Palabra estamos en comunión con Él. Hagámosla vida, como lo hizo san Francisco de Asís.

Hermano Pastor Salvo Beas.