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Homilía para la Eucaristía del domingo 20 de septiembre de 2020.

Un feliz 18 para todos ustedes. Paz y Bien.

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO. 

Isaías 55,6-9: Para penetrar en el sentido del texto hemos de ubicarlo en el contexto histórico de Israel. Al pueblo desterrado se le anuncia un regreso, un retorno, habrá un nuevo Éxodo. Pero para ello es necesario hacer un cambio de camino; hay que tomar el camino de Dios.

Filipenses 1,20-26: testimonio de Pablo en la prisión: como discípulo, la razón de ser de su vida es Jesucristo, quien da sentido a su existencia; no importa en qué estado se encuentre él ahora.

Mateo 19,30-20,16: Parábola motivada por la frase inicial: “Los últimos serán los primeros”, la cual retrata a la comunidad en la que algunos se sienten privilegiados.

1.- El Señor invita a todos a volver – a regresar. Vuelve, regresa el que tuvo antes que salir, ya sea voluntaria o involuntariamente. El exiliado canta: “Vuelvo, vida, vuelvo a vivir a mi país”. Así resuena lo del profeta. Evidentemente que no se trata de un volver físico-geográfico, sino algo más profundo: volverse a Dios = convertirse. Y para volver hay que tomar un camino nuevo y con pensamiento nuevo: el de Dios. Porque los caminos y pensamientos de Dios son distintos. Porque así es la dinámica del Reino de Dios: todo debe ser nuevo: el estilo de vida (camino) y la mentalidad (pensamiento). En otras palabras, se está graficando lo que Dios exige y espera de nosotros, que añoramos un cielo nuevo y una tierra nueva. Porque no tiene sentido para el israelita desterrado el volver, pero a lo mismo. Si fuera así, quiere decir que la experiencia del exilio no les dejó nada positivo. De nada les sirvió.

2.- Pero cuando la persona descubre a Jesucristo, como sucedió a Pablo, todo cambia en él. El que era un celoso fariseo fanático de la ley, cambia y descubre otro camino, otro pensar. ¿Cuál? ¿Quién? A Jesucristo. Desde que se encontró con Cristo y fue alcanzado por Él su vida cambió, fue otro. Y en esto él es modelo de discípulo. La razón de ser de su vida como discípulo es Jesús, y nadie más que Él.

El cristiano, como convertido, que se vuelve al Señor, debe andar por los caminos del Señor. Como lo afirma san Juan en su carta: “El que permanece en el Señor debe andar como Cristo anduvo” (1Juan 2,6). Si queremos, pues, volver-retornar de nuestro exilio, debemos tomar, optar por los caminos del Señor, tan distintos a los nuestros.

3.- Pretender ser discípulo, pero sin cambiar en la vida, es un contrasentido. Y la crítica que nos hace el mundo a los que nos decimos cristianos es precisamente que no se ve ninguna señal de cambio. Muchas veces caminamos por nuestros propios caminos y pareceres, no  nos distinguimos de los demás en nada.

En la comunidad cristiana, a veces, se dan signos de ambición; ambición de poder, de prestigio, una terrible sed de protagonismo, de prestigio, de ocupar los primeros puestos. A veces puede darse en la comunidad de los discípulos lo mismo que sucede en el mundo: no aceptar al que se integra al grupo, al trabajo. Se da mucho la descalificación. Pero Dios no es así. Porque en el Reino de Dios nadie hace carrera, ya que, como dice el evangelio de hoy, Dios es bueno con todos.

4.- Hoy a todos dice el Señor: “Vayan también ustedes a mi viña”. Sobre esta frase me cabe dos consideraciones. Una, el Señor es quien llama, invita. Y lo hace a todos. Él no excluye a nadie. Por eso, en el Reino no cabe la política del descarte. Dos, A todos envía a su viña, a su iglesia, al mundo. Porque todo es de Él. Nosotros no somos más que simples administradores o, si usted quiere, pastores, que debemos cuidar la Viña del Señor, el mundo y todo lo que hay en él como simples administradores, no como dueños.

Si estamos en sintonía con Él, es decir, tenemos sus mismos pensamientos, todos nos sentiremos llamados, valorados, apreciados por Él. Y en sintonía con Él nos sentiremos iguales y en comunión con todos. Y esto es expresión del Reino de Dios.

Vamos a participar, presencial o virtualmente, en este encuentro con el Señor. Nadie te descarta y no te sientas descartado, nadie te descalifica, ya que Él es bueno y está cerca; Él es justo en sus caminos y bueno con todos. ¿Cómo no celebrarlo?

Hermano Justo Pastor Salvo Beas.