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Homilía para la Eucaristía del domingo 16 de agosto de 2020.

Paz y Bien, hermanos. Cuidado con la «Normalidad», puede ser peligrosa.

DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO. 

Isaías 56,1.6-7: Oráculo que cambia de lenguaje. Los que antes eran excluidos del culto, del templo, por no ser ciudadanos de Israel ahora son invitados al templo. Único requisito, practicar la justicia, la Alianza. Es que en la Casa de Dios todos caben.

Romanos 11,‪13-15.29-32‬En su Plan de salvación Dios también tiene en cuenta a los no judíos. La desobediencia de los israelitas redunda en beneficio de los gentiles. Ahora la salvación de Israel vendrá de los gentiles.

Mateo 15,21-28: La respuesta áspera de Jesús enfatiza la prioridad de Israel en el Plan de salvación de Dios. Sin embargo se muestra cómo la fe salva por encima de todo exclusivismo.

1.- La Palabra de Dios toca hoy un tema candente, ya que siempre ha existido en la humanidad los “ismos”: exclusivismos, clasismos, racismos, feminismos, machismos, sexismos, cristianismos versus paganismos, etc.  Parece que esto va en el ADN de la humanidad. En esto nos parecemos a las aves. De allí la expresión: “sentirse como pollo en corral ajeno”.

Incluso encontramos en la Sagrada Escritura mensajes antiguos (por no decir anticuados) que fomentaban lo que hoy llamamos la cultura del descarte.

Israel tenía conciencia de ser el Pueblo de Dios, la propiedad especial de Dios. Esto les llevó a ellos a descartar al no judío, lo mismo todo aquel que tenía algún defecto físico; no era digno de entrar al Templo. Incluso esta mentalidad se extiende también al género, la mujer era considerada indigna de ocupar un lugar con el varón en el templo; tenía un lugar aparte.

2.- Pero ya en los profetas de épocas más tardías encontramos una visión de una salvación universal, que es lo que propone la primera lectura de hoy.

El mismo Pablo y los demás Apóstoles tuvieron que abordar este tema tan delicado, especialmente en las primeras comunidades cristianas en las que había también judíos conversos. ¿Cuál es la suerte del israelita que no acepta a Jesús? ¿Se salvará o no? Tema aparentemente superficial y superado. Pero no.  Fíjense que san Agustín tiene una frase que ha dado mucho que hablar y que todavía pena, cuando no se la interpreta bien. Él dijo: “Extra ecclesia nulla salus”= Fuera de la Iglesia no hay salvación. La conclusión a sacar era simple, simplista: todo el que no es católico se va al infierno. Esto que hoy suena ridículo todavía lo sostienen todos aquellos que tienen una mentalidad sectaria. ¡Y los hay en todas las religiones e iglesias!

3.- Somos testigos de cómo esta cultura del descarte se ha aplicado hasta el día de hoy en todo el mundo: contra los de distinto color (incluso en sociedades aparentemente más cultas y civilizadas que la nuestra), por razones de género, lo que no ha sido superado en ninguna parte todavía, lo mismo que por el sexo, etc. Nos cuesta aceptar que un homosexual puede ser mucho mejor que un hétero. Su condición no lo hace mejor ni peor, sino su conducta. ¡Y hay héteros que dejan mucho que desear! ¿Acaso un zurdo es peor que un diestro? No.

4.- Lo que dice Jesús es interesante: “¡Mujer, qué grande es tu fe!” He aquí lo que el Señor da a conocer: la FE, esa fe viva, que se expresa en la vivencia del amor, es la que realiza, salva a la persona. Cuando hay fe en Jesús no es posible negar a nadie la entrada en el Proyecto salvador de Dios. ¿Te sientes excluido, descartado por algo?  Mire, todos estamos llamados a formar parte de la Familia de Dios, pues el don de la fe no está circunscrito a ningún pueblo, a ninguna raza, a ninguna cultura, a ningún género, etc., ya que procede de la gratuidad divina.

La Eucaristía es Sacramento, es Signo. ¿De qué? Sí, del Cuerpo y Sangre de Cristo. Pero también es Signo de unión en la diversidad, es decir, Comunión.

Ojalá sepamos ser acogedores con los marginados y emigrantes; que nadie se sienta extraño entre nosotros. Que nuestra comunidad sea un lugar de encuentro para todos. Sólo así seremos Signo-Sacramento de la presencia salvadora del Señor entre nosotros.

Aquí ninguno come de las migajas que caen al suelo, sino de la mesa, porque todos somos hijos muy queridos del Padre celestial. Hagamos fiesta, entonces.

Hermano Pastor Salvo Beas.