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EDD. martes 11 de agosto de 2020.

Martes de la decimonovena semana del tiempo ordinario
Santa Clara, virgen
Memoria obligatoria
Color: blanco

Clara tenía dieciocho años cuando confió a Francisco de Asís su deseo de consagrar su vida a Dios. Él la instaló en una pequeña casa cerca de la iglesia San Damián, a las puertas de Asís. Su hermana Inés y algunas otras jóvenes se unieron a ella para vivir en la pobreza total. Fueron las primeras franciscanas, más tarde llamadas “clarisas”.

Antífona de entrada

Esta virgen sabia y prudente salió al encuentro de Cristo con la lámpara encendida.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que en tu misericordia inspiraste a santa Clara el amor a la pobreza; otórganos, por su intercesión, que siguiendo a Cristo con pobreza de espíritu podamos llegar a contemplarte en el Reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 3, 8-14

Hermanos:

Todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por Él, he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a Él, no con mi propia justicia –la que procede de la Ley- sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe. Así podré conocerlo a Él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a Él en la muerte, a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos.

Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús.

Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia delante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.

SALMO RESPONSORIAL 15, 1-2a. 5. 7-8. 11

R/. ¡Tú eres mi herencia, Señor!

Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. Yo digo al Señor: “Señor, Tú eres mi bien”. El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡Tú decides mi suerte!

Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: Él está a mi lado, nunca vacilaré.

Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Mt 5, 3

Aleluya.

Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Aleluya.

EVANGELIO

Ustedes que me han seguido, recibirán cien veces más.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19, 27-29

Pedro dijo a Jesús:

“Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?”

Jesús les respondió: “Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna”.

Palabra del Señor.

Fuente : http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2020-08-11

REFLEXIÓN :

¿Qué dice el texto?
En esta lectura, vemos el diálogo entre Jesús y sus discípulos y concretamente con Pedro, quien lo cuestiona, puesto que los discípulos cumplen los dos requisitos que Jesús puso al joven rico: lo han dejado todo y le han seguido; por eso, su recompensa será la plenitud de la vida, anticipada ya en la vida presente. La promesa de Jesús se amplía a todos aquellos que hayan abandonado todo por su causa y, en definitiva, a todos los creyentes. El premio es seguro y mucho mayor que el que uno pueda imaginar, aunque en el Reino de Dios nadie tiene asegurado definitivamente el puesto. Los doce tronos de gloria no son otra cosa que la exigente tarea de servir y animar al pueblo de Dios en su camino hacia el Reino.

Meditación: ¿Qué me dice a mí el texto?

Si se toma al pie de la letra lo de “dejar casa, hermanos o hermanas…”. Pero Jesús, independientemente del significado exacto de los términos griegos, no dice “dejar”, sino “dejar por mí”. O sea, que no se trata de “abandonar”, sino de trasladar el centro de atención, de modificar la consideración de nuestra relación con la familia, con nuestra tierra. Se trata de verlo todo desde Jesús, con Él en medio, filtrándolo todo a través de su voluntad, de su mandato del amor.

El Evangelio, como el ejemplo de San Benito, nos invita a repasar todo lo que tenemos: nuestras relaciones humanas, nuestras propiedades materiales, y mirarlo todo de otra manera. Conviene, de vez en cuando, hacer inventario de nuestros bienes (espirituales y materiales) y dar gracias a Dios por ellos, poniéndolos a su disposición. Y, eso sí, luego “escudriñar” qué quiere Él de nosotros, cómo quiere que utilicemos lo que tenemos, lo que nos da…
Venderlo todo es más fácil, sólo hay que hacerlo una vez. Repensar cada día nuestras relaciones personales, el uso que damos a nuestros bienes, evitar “apropiarnos” del cariño de los demás o utilizarlo para nuestra propia satisfacción, renunciar al consumismo injustificado… es tarea de cada día, y es muy difícil. Es vivir el “dejar por mí” poniendo el acento en el “por mí”, en lugar de en el “dejar”. Y eso nos toca a todos.

Oración: ¿Qué le respondo a Dios?

Señor Jesús, gracias por tu Palabra, gracias por interpelar nuestra vida a la luz de tu Palabra.
San Benito comprendió perfectamente y aplicó a su vida tu respuesta a Pedro.
Dejó todo lo que tenía para seguirte en libertad. Y tú le diste cien veces más,
Y la vida eterna, que disfruta a tu lado, ayúdanos a seguirte radicalmente y a ser testigos de tu amor y misericordia siempre.
Amén. –

Contemplación: ¿Cómo interiorizo la Palabra de Dios?

Repitamos esta frase e interioricemos:
Ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos. –

Acción: ¿A qué me comprometo?

Propongo como compromiso, evaluar nuestras relaciones interpersonales y nuestros amores, para ver qué tan apegados estamos a personas más que al mismo Jesús.

Fuente : https://www.cristonautas.com/evangelio-del-dia-lectio-divina-mateo-19-27-29/