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Homilía para la Eucaristía del domingo 21 de junio de 2020.

Hermanos, a cuidarse. No cantemos victoria antes de tiempo. la pandemia no ha cesado.

DOMINGO DOCE DEL AÑO.

Jeremías20, 10-13: El Profeta pasa por una crisis, que se viene a sumar a otras que antes había tenido. Si las anteriores habían sido crisis interiores, la actual es consecuencia de las amenazas, persecución y odio. Pero él sabe que Dios jamás abandona a quien en Él se confía.

Romanos 5, 12-15: Pablo contrapone dos personajes y cada uno con importantes consecuencias: Adán y Jesucristo. Dos Adanes: el viejo, el que no obedeció a Dios, nos trajo el pecado y sus consecuencias; el nuevo, que con su obediencia nos acarreó la vida, el amor.

Mateo 10, 26-33: Un cúmulo de dichos que tratan de levantar el ánimo de los primeros discípulos hostigados por las adversidades, lo que podría producir en ellos una crisis de fe. Jesús los exhorta a tener confianza en el Padre Dios.

1.- Llama la atención que en la lectura del Profeta y del Evangelio se habla de lo que hoy pudiéramos llamar una crisis. Esta palabra nos suena a algo negativo. Nos asusta cuando nos enteramos que un matrimonio está en crisis;  cuando nos enteramos que un sacerdote, tu párroco, está pasando por una crisis; del mismo modo escandalizó a los Medios de comunicación cuando santa Teresa de Calcuta confesó que había tenido una crisis de fe. Pero, ¿qué es crisis? Es una situación que pone en peligro el desarrollo de un proceso. Es una situación difícil. Es una situación de desorientación. No sabemos qué hacer. Pero también podemos hablar de crisis en sentido positivo, como algo bueno.  No en vano en su raíz más profunda crisis significa “limpiar”, “purificar”. Por eso se habla de “acrisolar”, “crisol”.  Entonces una crisis puede ser un momento o etapa de gracia, por la que el amor de Dios actúa en el ser humano para acrisolarlo, purificarlo, despertarlo.

El Profeta tuvo este tipo de crisis. Todas las crisis que tuvo, ya sean internas o externas, no le hicieron perder su fe y confianza en el Señor. Al contrario, al Señor encomienda su causa saliendo de ella purificado, fortalecido, sabiendo que es el Señor el que libra la vida del indigente del poder de los malhechores.

2.- Nosotros, por ser de Adán, del viejo Adán, todos hemos entrado en una crisis existencial, no somos lo que deberíamos ser, ya que nos hemos dejado llevar por nuestros caprichos. Razón tiene san Pablo cuando afirma: “Porque todos pecaron”. Se apoderó de la humanidad el pecado, la destrucción y la muerte. La humanidad vive desorientada. Y de esto nadie se escapa. Sin embargo san Pablo es optimista. Porque somos del Nuevo Adán, Jesús, bendito por siempre. Él con su obediencia total al Padre nos acarreó toda gracia y bendición. Él es Fuente de toda bendición, de toda salvación. Lo único que se espera de nosotros es que tengamos Fe, nos adhiramos a Él, ya que con Él somos obedientes al Padre. Así como antes con nuestras desobediencias estábamos adheridos al viejo Adán. Sin darnos cuenta de nuestro error.

Jesús nos ha purificado, acrisolado, con su Sangre y así somos aceptados por Dios.

3.- Desgraciadamente muchas veces los cristianos sufrimos una terrible crisis de identidad, estamos quebrados, no somos lo que deberíamos ser. Los casados sufren una crisis de identidad al no vivir en el amor. Y así, a donde miremos, vemos que reina una tremenda crisis: en las personas, en los sistemas, en la sociedad, etc. Estamos sufriendo el corona virus, que ha producido crisis en la sociedad, en los hogares, en todos. Pero todas estas crisis son también un tiempo de gracia, que nos hace abrir los ojos, corregir, descubrir, revalorar. En una palabra, nos purifican.

Los primeros cristianos sufrieron persecuciones de toda índole; calumnias, hostigamientos, persecuciones y muerte. Evidentemente que todo esto hizo sufrir mucho a la primitiva comunidad, así como hoy las persecuciones hacen sufrir a la Iglesia, pero la purifican.

4.- Y ahí está la Palabra de Jesús: “No teman a los hombres”. A todos nos dice hoy: ustedes valen mucho más que muchos pájaros. Yo diría, para ser más actual, ustedes valen mucho más que una mascota, a la que prodigamos tantos cuidados. Dios se cuida de todos nosotros. Y esto es muy cierto. Hemos visto tantas manifestaciones del Amor de Dios entre la gente sencilla, ollas comunes, reparto de ropa, así como las cajas de alimento que se han regalado a tanta gente. Es que Dios siempre se está manifestando. Porque, como dice el salmo de hoy: “El Señor escucha a los pobres y no desprecia a sus cautivos”.

Con el apoyo de la Palabra, de la Eucaristía, sabremos ver lo positivo que hay en todas estas crisis por las que estamos pasando. Dios está siempre presente y actúa. Cuando uno sale a flote de una crisis se da cuenta que ha experimentado una ganancia, un crecimiento en su vida. Sólo siendo como Jesús, el obediente por excelencia, seremos en verdad auténticos cristianos.

A Jesús, el Nuevo Adán, vencedor del mal, sea todo el honor, el poder y la gloria.

  Hermano Pastor Salvo Beas.