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Homilía para la Eucaristía del domingo 14 de junio de 2020.

A todos ustedes que por la cuarentena no podrán participar del Banquete eucarístico les deseo muchas bendiciones. Les garantizo mi oración.

SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO.

Deuteronomio 8,2-3.14-16: Discurso en el que se le recuerda al pueblo cual fue su situación en el desierto. Allí Israel vivió de Dios, de lo que Él le dio gratuitamente: el maná y el agua de la roca.

1Corintios 10,16-17: El cristiano no puede estar en comunión con los ídolos, porque en la Santa cena entra en comunión con el Señor y también con los que participan en la Cena.

Juan 6,51-58: En el pensamiento de Juan Jesús ha venido para que nosotros tengamos vida. Y a lo largo del capítulo seis desarrolla este tema: Jesús es Pan de vida para nosotros. ¿Cómo? Primero, creyendo en Él, aceptándolo en nuestra vida. Segundo, comiéndolo, porque Él es el Pan vivo, el verdadero maná que sustenta al peregrino en el desierto.

1.- Israel tuvo la experiencia del desierto, que fue un peregrinar hacia la Tierra Prometida. Desierto quiere decir: intimidad con Dios, prueba, presencia gratuita de Dios, aislamiento, soledad,etc. Fue en el desierto donde Israel experimentó la pobreza, la indigencia, la prueba, pero fue el Señor quien lo sustentó con maná y agua manada de la roca. De esta manera Él da a entender que siempre está presente, en las buenas y en las malas. Podría decirse que el discurso, atribuido a Moisés, recuerda al Pueblo de Israel que él vivió de Dios más que de sus propios recursos. Había caído en la autosuficiencia que condujo al pueblo a la idolatría.

Es el mismo peligro que tenemos los cristianos, que peregrinamos por el desierto de este mundo. También nosotros podemos caer en la autosuficiencia e idolatría. San Pablo  recuerda a los corintios que  también ellos están expuestos a la idolatría. Y tienen un alimento que no es de esta tierra, sino del cielo. Y al participar de este alimento están en comunión con el Cuerpo y la Sangre del Señor y también con los hermanos formando todos un solo cuerpo, el de Cristo.

2.- He aquí lo principal: nosotros formamos el Cuerpo de Cristo, porque la Iglesia es el Cuerpo real y verdadero de Cristo. Por eso el concilio Vaticano II define a la Iglesia como el Cuerpo de Cristo, recordando, por lo demás, lo que enseña el Apóstol san Pablo (cfr. 1Corintios 12,27. También L.G.7).

Si celebramos hoy el Misterio del Cuerpo de Cristo estamos celebrando a la Iglesia, estamos celebrando a la eucaristía, que es el Sacramento del Cuerpo de Cristo.

San Pablo nos recuerda que vivimos en comunión; la Iglesia es un Misterio de Comunión porque “ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque participamos de ese único pan”.  La Comunidad cristiana celebra la Eucaristía y se alimenta de ella, porque para eso dejó el Señor este sacramento.  Alimentándonos de Jesús, Pan de vida, es como todos formamos un solo cuerpo, el de Cristo.

3.- Ya vimos cuál es el peligro que nos acecha permanentemente, el caer en la autosuficiencia, el idolatrar las cosas, las riquezas. ¡Cuidado! El pan de la abundancia sin Dios no es pan de vida, no genera vida; le falta la gratuidad y sorpresa de Dios. La abundancia muchas veces hace olvidar a Dios, pero la carencia, la pobreza, nos recuerdan que “No sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios”. Y este tiempo de pandemia ha hecho pensar a muchos en su fragilidad y, de seguro, acordarse de dónde viene la auténtica seguridad y vida. Que el tener mucho no proporciona la auténtica seguridad. Muchos comen del pan de la caridad, de la ayuda fraterna que se ha despertado en tantos lugares.

4.- Pero no estamos solos. Tenemos a un Dios que está siempre presente en nuestra vida. Y el mismo Jesús nos ha dicho: “Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20). Sí, Él está presente entre nosotros cuando nos reunimos en su Nombre; cuando ayudamos a un pobre; cuando escuchamos con fe su Palabra; cuando celebramos la Eucaristía para alimentarnos de Él; cuando lo tenemos en el sagrario, para visitarlo y estar con Él. Nunca estamos solos. Y si hoy tú no puedes comulgar, piensa que de todos modos Él está contigo.

Él es el Viático que el Padre nos da.  Viático es el conjunto de provisiones o dinero que se le da a una persona, especialmente a un funcionario, para realizar un viaje. Así como Dios alimentó a su Pueblo con el maná, hoy a nosotros, peregrinos, nos alimenta con este Viático divino. Celebremos y valoremos este tremendo regalo que nos hace el Señor.

Celebremos el Cuerpo de Cristo con mucha fe ahora y siempre.   

                          Hermano Pastor Salvo Beas.