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Homilía para la Eucaristía del domingo de Pascua de Resurrección (12.04.2020).

A todos ustedes, hermanos, deseo de corazón una feliz Pascua de resurrección.

DOMINGO DE PASCUA.

Hechos 10,‪34.37-43‬Pedro hace una gran proclamación: Cristo ha resucitado. Este es el núcleo central de la predicación apostólica y fundamento de la fe cristiana.  La  Resurrección resume todo el ministerio de Jesús, su vida y obras.

Colosenses 3,1-4: La resurrección de Cristo es una realidad operante en el creyente, que en el bautismo fue sumergido y resucitado con el Señor.

Juan 20,1-9: Pedro y Juan testigos del resucitado. “Vio y creyó”, expresión típica de Juan que indica un acto de fe. Ambos aceptan el misterio de Cristo. Con esto se les hace comprensible todo lo de Jesús, su vida, su mensaje, su cruz.

1.- ¡Cristo ha resucitado! Esta es la gran verdad que los cristianos proclamamos y celebramos hoy. Y celebrar la resurrección de Jesús es celebrar la vida. Porque Cristo ha vencido a la muerte, a todo el mal.  Rodeados de tanta muerte y de tanto mal nosotros no sucumbimos, al contrario, gritamos con fuerza que Cristo resucitó. Es un grito que brota desde el fondo de nuestro ser, porque somos creyentes. Y nuestra fe no se basa en una doctrina, no creemos en una doctrina, no, sino se apoya en un acontecimiento, en la resurrección de Jesucristo.

Aunque a usted le parezca raro, le confieso que yo no creo en la resurrección (¡). NO. Yo creo en Jesucristo resucitado. Creo en Alguien, no en algo. Creo en el hecho de Jesús resucitado por el poder del Padre. Lo otro me suena a doctrina, a teoría, a  ideología.  Y eso no salva, hermanos, Lo que salva es la Fe en Cristo resucitado, que es vida para todo aquel que cree en Él. Esa es mi fe, esa es nuestra fe como cristianos.

2.- El acontecimiento de la resurrección pasa a nosotros, se transfiere a nosotros, ya que Cristo resucitado es principio de vida para los que creemos en Él. Cristo resucitado ha introducido una realidad nueva en el mundo, en nosotros.  Llama la atención que en la carta de san Pablo que hemos escuchado el texto usa el pretérito: “han resucitado”. Lo que da a entender que en el bautizado se realizó ya una transformación, una vida nueva resucitando con Cristo. Es decir, se expresa una realidad que ya se efectuó: somos personas resucitadas con Cristo. Por eso hemos de buscar lo del cielo, es decir, tener puesto el pensamiento en lo celestial.

En nuestra vida de cristianos ha de aparecer, mientras estamos en este mundo, el misterio de la muerte, estamos muertos para el mundo y ocultos con Cristo en Dios. En otras palabras, por estar ya participando del Resucitado debemos superar el pecado.

3.- Cuesta, pero así debe ser. Nuestra vida debe estar “oculta con Cristo”. Muchas veces escuchamos la expresión: “No estoy ni ahí”; y bien sabemos lo que significa. El cristiano, por ser un resucitado con Cristo “no está ni ahí” con la mentalidad del mundo, esa mentalidad materialista-neoliberal que todo lo corrompe y echa a perder. Por estar nuestra vida oculta con Cristo debemos aspirar a algo mejor. No se trata de ser volados; al contrario, porque somos espirituales nuestra vida debe ser bien encarnada en la realidad en la que nos toca desenvolvernos. Vida oculta en Cristo nos suena a una vida sepultada con Cristo. Sí, pero así como Él fue resucitado por el poder del Padre también nosotros lo hemos sido en nuestro bautismo.

Porque nuestra vida está oculta con Cristo decimos sí a la vida y no a la muerte, a la cultura de la muerte que impera en todas partes.

4.-  Los apóstoles “vieron y creyeron”. El evangelio de Juan no es una crónica, sino una reflexión teológica, que nace de fe en el Resucitado.  Escrito para que creamos que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. Y por la fe en Él podamos tener vida plena, es decir, participar, vivir en el ámbito del Reinado de Dios. Los Apóstoles tuvieron la experiencia del Resucitado, por eso son testigos. Nosotros, al aceptar el testimonio de los Apóstoles,  también nos transformamos en testigos del Resucitado, ya que hemos experimentado en nuestra vida la resurrección. Debemos, entonces,  demostrar con nuestras vidas que Cristo vive. Debemos celebrar la vida viviendo una vida nueva, distinta, diferente a la del mundo. Ese es nuestro desafío.

Hoy tampoco vas a poder participar del Banquete Pascual, pero de igual modo celebra con los tuyos esta verdad transformadora.

A pesar del bombardeo de noticias de muerte y de tragedias como hay hoy en el mundo, hoy resuena fuertemente la verdad: ¡Cristo ha resucitado y nosotros con Él!  Feliz Pascua, hermano.

   Hermano Pastor Salvo Beas.