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Homilía para la Eucaristía del jueves Santo (09.04.2020).

A todos un cordial saludo. Cuídense mucho.

JUEVES SANTO.

CELEBRACIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR.

Éxodo 12,1-8.11-14: Dos fiestas en una: la Pascua y los ácimos; las dos para celebrar la liberación de la servidumbre. Celebración de la Pascua, es decir, cuando el Señor “pasó por alto” a los israelitas que tenías sus puertas marcadas con la sangre del cordero.

1Corintios 11,23-26: Pablo recuerda a la comunidad una tradición, algo que él recibió: el pan transformado en el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre. Con esto se actualiza la muerte redentora de Cristo. Es la Cena del Señor, la nueva Pascua.

Juan 13,1-15: Es la Hora de Jesús, la Hora determinada por el Padre. Hora en que manifiesta el amor que Él tiene y la significa con el gesto de lavar los pies a sus discípulos.

1.- Comenzamos a celebrar la Pascua. Sabemos lo que significa Pascua: Paso. Pero para los entendidos significa “pasar de largo”. Dios no tomó en cuenta los pecados de su pueblo, sino que pasó de largo, “hizo la vista gorda”. Menos mal, porque “si lleva cuenta de los delitos, ¿quién podrá resistir? (cfr. Salmo 129). Dios pasa de largo. Sólo se fija en Aquel que, sin tener pecado, cargó con el Pecado de la humanidad. He aquí el tremendo servicio que hizo el Señor a toda la humanidad. Si el lavar los pies a los discípulos, oficio propio de esclavos, es llamativo, más lo es el hecho de haber cargado con nuestros pecados. Jesús lavó los pies a toda la humanidad.  En realidad Jesús fue un verdadero “Rescatador”, que con su vida nos rescató de la peor de las esclavitudes.

Dios pasa de largo, no se fija en nuestros pecados, sino en cada uno de nosotros, esclavizados, sometidos a la maldad, a la servidumbre del pecado. Y todo esto no sólo lo recordamos, sino que también lo Celebramos, es decir, lo resaltamos, lo remarcamos en nuestra vida.

2.- ¿Cómo lo celebramos? Con la Cena del Señor. No debemos olvidar que la Cena del Señor es una Celebración, es decir, una proclamación, lo que da a entender que se anuncia un hecho importante. La comunidad de los creyentes al celebrar la Cena del Señor está no sólo recordando, sino también anunciando un hecho importantísimo. ¿Cuál?  Dios nos salvó, nos liberó. Por eso damos gracias, es decir, hacemos Eucaristía. De este modo repetimos un gesto milenario, que ya lo hacían las tribus hebreas y otras tribus. Un gesto que realizó también Jesús con sus discípulos y nos fue trasmitido por ellos, gesto que tiene un contenido superior al de otros tiempos antiguos.  Porque al dar gracias sobre el pan y sobre el vino, por la invocación del Espíritu Santo, tenemos con nosotros el Cuerpo y la Sangre del Señor.

3.- Pueblo, grupo, familia que no celebra no tiene rostro, no tiene identidad. Hay mucha gente que nada celebra, es gente amorfa, sin identidad. Hay familias que nada celebran, nada proclaman. Por eso hay gente que no tiene un historial de familia, gente deshumanizada, sin experiencia de familia.

Cristianos que llevados por la flojera, la pereza, no celebran, no participan de las reuniones eucarísticas. A propósito dice la carta a los Hebreos: “No desertemos de nuestras asambleas, como suelen hacerlo algunos; al contrario, animémonos mutuamente, tanto más cuanto que vemos acercarse el Día” (10,25). ¿Cuál es el resultado? Cristianos sin rostro, indefinidos e indiferentes. Desgraciadamente abundan y no sirven para nada y no sirven a nadie.  Ojalá estos días de cuarentena despierte en muchos el apetito por escuchar la Palabra y comer el Cuerpo del Señor.

4.- Jesús, en cambio, al llegar la Hora de Dios, que también es su Hora, se apronta para realizar el mejor servicio. Y no habrá mejor servicio que el dar la vida por los demás. Así lo hizo Jesús y eso quiere de nosotros. “Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que Yo hice con ustedes”.

La Hora del Señor no ha pasado, estamos en ella para que también hoy nosotros podamos servir al mundo. Porque sirviendo es como nos liberamos, comenzamos a ser libres de toda atadura. Comenzamos a celebrar la liberación que nos trajo el Señor, pero también a Proclamar a los cuatro vientos que Dios nos quiere siempre libres de verdad. ¡Y hay tanto de qué liberarse con la ayuda del Señor!

Hoy y siempre proclamamos con la Eucaristía, con nuestras vidas, que Dios es un Dios que salva, que libera a todos. Y así lo vamos a contemplar mañana Viernes Santo y también el Sábado Santo.

El Domingo nos volveremos a encontrar para CELEBRAR la Pascua. Dios los bendiga.

   Hermano Pastor Salvo Beas.