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Homilía para la Eucaristía del domingo 05 de abril de 2020.

Hermanos queridos, aprovechen esta Semana para concentrarse en lo más importante: la Pascua del Señor.

DOMINGO DE RAMOS.

Isaías 50,4-7: Es el tercer poema del Servidor del Señor. El Señor capacita a su servidor para que cumpla su misión: la de consolar a los abatidos. Para ello él está a la escucha de lo que Dios le diga, siempre dispuesto a cumplir con lo que Dios quiere. Se fía en el Señor.

Filipenses 2,6-11: Himno que canta el Misterio de Cristo: siendo Dios, no se aferra a esta condición, sino se vacía de sí mismo y obedece hasta la muerte de cruz. Por eso, Él es el Señor.

La Pasión según san Mateo: El evangelio nos presenta a Jesús inmolado como el Cordero Pascual, realizando la nueva Alianza.

1.- Entramos a la Semana Santa, a la Semana diferente.  ¡Y por Dios que es diferente este año! Sin poder participar en las diversas actividades, recluidos en nuestras casas. Sin embargo, eso no quiere decir que no podamos vivir intensamente esta Semana.  Yo diría que el Señor nos regala un tiempo propicio para encontrarnos más en lo esencial.

Si nos fijamos en los textos, Jesús es ese Servidor, enigmático para los judíos, que viene a cumplir con lo dispuesto por su Padre. Él viene a instaurar el Reinado de Dios; por eso hoy entra como Rey a Jerusalén. Y para instaurar este Reino de Dios debe hacerle caso a Dios, su Padre. Y así lo hizo, porque sabe que su Padre no le fallará.

El pueblo lo aclamó como rey, pero se equivocó, porque lo vio como un rey de carácter político, triunfalista. Y Jesús es otro tipo de rey, es un Rey sufriente, obediente y servidor de todos.

2.- Bien lo proclama la carta de san Pablo, quien se hace eco de la fe que proclamaba la comunidad de los creyentes de esa época.  Vieron – contemplaron en Jesús al Servidor obediente, capaz de renunciar a los privilegios de ser  Hijo y obedecer hasta lo último: la muerte en la cruz.

Es por esta razón que nuestra fe cristiana contempla en Jesús al SEÑOR. Señor, es decir, Dueño absoluto, no hay nadie como Él.

Los romanos llamaban “Señor” al emperador, al que consideraban un dios. No. Sólo Jesús es el Señor, porque sólo Él es Dios y Rey de reyes.  Esto es lo que debemos contemplar hoy del Señor. Él es el Rey desconcertante que reina desde la cruz.

Aclamado por el pueblo sencillo entra a su Pasión, condenado por un sistema político-religioso opresor nos libera de toda esclavitud.

3.- Hermano, yo diría que el Señor nos ha “agachado el moño”, es decir, nos ha recordado que somos humanos, frágiles, débiles. No tenemos nada de qué vanagloriarnos. Sin embargo la corriente del mundo es otra: busca la fama, la gloria, el poder, incluso (y lo hemos visto en los noticieros) privilegia la economía por encima de las personas, se pretende quitar al trabajador parte de sus ahorros para pagar la cesantía, y así otras medidas injustas. Eso no lo hizo Jesús. Hoy existe más una lucha por el poder que por el servir. Es al revés de lo que hizo Jesús, quien es presentado hoy como el Servidor por excelencia, que es capaz de dar su vida por todos.

Tenemos la oportunidad de contemplar a Jesús en su Pasión que se realiza en la gente sencilla, humilde, en los contagiados, en los que se entregan al servicio de los enfermos.

4.- San Mateo no nos presenta una crónica de la muerte de Jesús, sino una síntesis con intención teológica. Nos presenta a Jesús inmolado como codero pascual, que realiza la nueva Alianza. En el texto de la Pasión se menciona varias veces la Pascua.

El tema característico del evangelio de san Mateo es el de la Voluntad de Dios, que se destaca de un modo especial en la oración en el huerto de los olivos. Allí se muestran y destacan las actitudes de confianza y obediencia filial al Padre. Él ora a Dios como, un Hijo a su Padre y a Él se entrega.

Jesús es el Discípulo por excelencia, modelo de todo discípulo, y por eso es el Maestro por excelencia, porque nos enseña con su ejemplo.

Así entramos a esta Semana Santa, como creyentes, no derrotados, sino sabedores que Él ha triunfado. Hoy no lloramos a un derrotado, sino a nuestros pecados, causantes de todo sufrimiento en el mundo.

Hoy no llevamos ramos benditos, ni hacemos procesión. Tal vez tú pondrás un ramito en la puerta de tu casa o en tu ventana. Te digo con todo amor y respeto: tú eres ese ramito, tú eres el que quiere demostrar a tus vecinos que eres un discípulo de Él, que lo quieres seguir en las buenas y en las malas.

Entremos, pues, a esta Semana diferente, santa, con ánimo de renovar nuestra entrega y servicio a los demás. No nos conformemos con ver esas trasnochadas películas de Semana Santa, sino abramos los ojos para ver cómo se vive en el mundo de hoy la Pasión de Cristo. Y así nos prepararemos para celebrar una Pascua diferente, llenos de fe y alegría.

  Hermano Pastor Salvo Beas.