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Homilía para la Eucaristía del domingo 29 de marzo de 2020.

Que el Señor les dé paz y serenidad en estos días difíciles. Un abrazo.

DOMINGO V DE CUARESMA.

Ezequiel 37,12-14: Después de tener la asombrosa visión de los huesos secos reanimados por el Espíritu, encontramos este esperanzador  oráculo: Dios vencerá, sacará a su Pueblo de la situación de muerte en la que se encuentra: el fin del destierro.

Romanos 8,8-11: El cristiano se encuentra en una nueva condición y régimen: el del Espíritu. Por eso, está llamado a vivir una vida nueva, distinta, conducida por el Espíritu. El Espíritu es principio de vida, por ende, tenemos en nosotros el germen de una vida nueva.

Juan 11,1-45: Último Signo presentado por el evangelio de Juan: Jesús es vida y resurrección.

1.- Hermoso mensaje el que nos trae la Palabra hoy, cuando estamos muy metidos, adelantados en esta Cuaresma tan especial, en la que estamos forzados a vivir “recluidos”, encerrados por miedo al contagio del famoso virus. También los discípulos tuvieron miedo a la hostilidad y se recluyeron, se encerraron, tuvieron también su cuarentena.

Pero Jesús se nos presenta con su mensaje de vida. Y toda la Palabra respira mensaje de vida, porque donde está Dios, su Espíritu, hay vida. Pero es preciso aspirar-respirar esta vida. Quien tiene el virus no puede respirar…muere. Quien no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo, no tiene vida, es un muerto en vida. Por eso, ¡qué importante es aceptar a Jesús!

2.- Marta y María le hacen al Señor el mismo reproche: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto” (vv.21.32). Muy cierto, donde no está Jesús no hay vida.

Ambas hermanas creen en la “resurrección del último día”. ¿Acaso nosotros no creemos en lo mismo? Y yo me pregunto, ¿por qué tiramos para el último día lo que Jesús trae para el presente? Con Jesús ha llegado la etapa final de la Historia de salvación y la Resurrección ya ha comenzado en todo aquel que cree = acepta al Señor, que es resurrección y vida. Así se revela Él a Marta y a todos nosotros. “El que cree en mí, aunque muera, vivirá”. He aquí lo central del mensaje. Esto es lo que comenzamos a vivir desde nuestro bautismo; allí hemos muerto y resucitado.

3.- Todo el mundo está experimentando una situación de muerte. Algunos la “evaden” (término puesto de moda en Octubre), y se acostumbran a evadirse de toda responsabilidad, evadirse incluso de la muerte. Se alarman, se van a las playas, viven su vida a gusto. No aman la vida plena, sino son cultores de la muerte.

Muchos ahora comienzan a recapacitar y se ponen serios. Bueno, el Señor, a su manera, está poniendo las cosas en su lugar. También hoy a nosotros nos viene a animar y consolar. “Yo voy a abrir las tumbas de ustedes, los haré salir de ellas…y sabrán que Yo soy el Señor”. Y como si fuera poco, nos promete su Espíritu para que tengamos vida. Es que “en el Señor se encuentra la misericordia”

4.- Hoy el Señor también nos grita: “¡Lázaro, ven afuera!” Nos quiere sacar de nuestras muertes: los pecados, miedos, tristezas, bajoneos. Él es quien dice a todos: “Desátenlo para que pueda caminar”.  En otra parte Él se quejó porque los dirigentes ataban pesadas cargas en los hombros de los demás. (cfr. Mateo 23,4). Eso quiere el Señor; nos quiere libres, llenos de vida.

Si miramos los mensajes de los domingos anteriores, todos tienen un hilo conductor: Jesús es Fuente de vida y quiere que la tengamos en plenitud.

Tal vez hoy tampoco podrá comulgar con el Pan de la Vida, pero sí podrás comulgar la Palabra que ahora estás meditando. Únete, hermano, hermana, al Señor, ah, y no olvides de rezar por mí, yo lo hago por ti.

  Hermano Pastor Salvo Beas.