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EDD. Miércoles 25 de marzo de 2020.

Miércoles de la cuarta semana de Cuaresma
La Anunciación del Señor
Solemnidad
Color: blanco

Nueve meses antes de Navidad, celebramos el misterio inefable de la Encarnación del Hijo de Dios. San Lucas nos cuenta las circunstancias de este acontecimiento extraordinario en el relato del Anuncio del Ángel a María.

Toda la liturgia de este día está iluminada por la palabra del salmista, palabra que la carta a los Hebreos pone en los labios de Cristo cuando, entrando a este mundo, dice: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.”

Antífona de entrada Heb 10, 5. 7

El Señor al entrar en el mundo dijo: aquí estoy, para hacer, Dios, tu voluntad.

Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso, que has querido que tu Verbo se encamara en el seno de la Virgen María, concede, a quienes confesamos a nuestro Redentor como verdadero Dios y verdadero hombre, ser dignos de participar de su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Miren, la virgen está embarazada.

Lectura del libro del Profeta Isaías 7, 10-14; 8, 10

El Señor habló a Ajaz en estos términos:

“Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas”.

Pero Ajaz respondió:

“No lo pediré ni tentaré al Señor”.

Isaías dijo:

“Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la virgen está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel, que significa Dios está con nosotros”.

SALMO RESPONSORIAL 39, 7-11

R/. ¡Aquí estoy, Señor: para hacer tu voluntad!

Tú no quisiste víctima ni oblación; pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni sacrificios, entonces dije: “Aquí estoy”.

“En el libro de la Ley está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón”.

Proclamaré gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, Tú lo sabes, Señor.

No escondí tu justicia dentro de mí, proclamé tu fidelidad y tu salvación, y no oculté a la gran asamblea tu amor y tu fidelidad.

SEGUNDA LECTURA

Está escrito de mí en el libro: Aquí estoy, yo vengo para hacer, Dios, tu voluntad.

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 4-10

Hermanos, es imposible que la sangre de toros y chivos quite los pecados. Por eso, Cristo, al entrar en el mundo, dijo:

“Tú no has querido sacrificio ni oblación; en cambio, me has dado un cuerpo. No has mirado con agrado los holocaustos ni los sacrificios expiatorios.  Entonces dije: Dios, aquí estoy, yo vengo -como está escrito de mí  en el libro de la Ley- para hacer tu voluntad”.

Él comienza diciendo: “Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios”, a pesar de que están prescritos por la Ley. Y luego añade: “Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad”. Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo.

Y en virtud de esta voluntad quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.EVANGELIO

VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO   Jn. 1, 14ab

La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria.

EVANGELIO

Concebirás y darás a luz un hijo

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   1, 26-38

El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo:

“¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”.

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el Ángel le dijo:

“No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.

María dijo al Ángel:

“¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?”

El Ángel le respondió:

“El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”.

María dijo entonces:

“Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra”.

Y el Ángel se alejó.

Palabra del Señor.

Fuente : http://www.eucaristiadiaria.cl/dia.php

REFLEXIÓN :

La visita del ángel a María evoca las visitas de Dios a varias mujeres del Antiguo Testamento: Sara, madre de Isaac (Gn 18,9-15), Ana, madre de Samuel (1 Sam 1,9-18), la madre de Sansón (Jueces 13,2-5). A todas ellas fue anunciado el nacimiento de un hijo con una misión importante en la realización del plan de Dios.
• La narración empieza con una expresión “En el sexto mes”. Es el sexto mes de embarazo para Isabel. La necesidad concreta de Isabel, una mujer ya avanzada en edad que va a tener a su primer hijo, con un parto a riesgo, es el telón de fondo de todo este episodio. Y ella lo menciona al comienzo (Lc 1,26) y al final de la visita del ángel (Lc 1,36.39).
• El ángel le dice: “¡Alégrate!, ¡Llena de gracia! ¡El Señor está contigo!” Palabras símiles fueron dichas a Moisés (Ex 3,12), a Jeremías (Jr 1,8), a Jedeón (Jz 6,12) y a otras personas con una misión importante en el plan de Dios. María se queda extrañada ante este saludo, y tratar de saber el significado de aquellas palabras. Es realista. Quiere entender. No acepta cualquier inspiración.
 El ángel responde: “¡No temas, María!” Como en la visita del ángel a Zacarías, el ángel recuerda aquí que el primer saludo de Dios es siempre: ”¡No temas!” Luego el ángel recuerda las promesas del pasado que se cumplirán mediante el hijo que va a nacer y que debe recibir el nombre de Jesús. Será llamado Hijo del Altísimo y en él se realizará el Reino de Dios. Esta es la explicación del ángel para que María no tenga miedo.
• María tiene conciencia de la misión que está recibiendo, pero sigue siendo realista. No se deja embalar por la grandeza de la oferta y mira su condición. Analiza la oferta a partir de los criterios que tiene a su disposición. Humanamente hablando, no es posible: “¡Cómo podré ser madre si no tengo relación con ningún hombre?”
• El ángel explica que el Espíritu Santo, presente en la Palabra de Dios desde el día de la Creación (Génesis 1,2), consigue realizar cosas que parecen imposibles. Por esto, el Santo que va a nacer de María será llamado Hijo de Dios. El milagro se repite hoy. Cuando la Palabra de Dios es acogida por los pobres, algo nuevo acontece por el poder del Espíritu Santo. Algo tan nuevo y sorprendente como que un hijo va a nacer de una virgen o un hijo va a nacer de una mujer ya entrada en edad como Isabel, de la que todos decían que ¡no podía tener hijos! Y el ángel añade: “¡Ahí tienes a tu parienta, Isabel: se encuentra ya en el sexto mes del embarazo!”
• La respuesta del ángel aclara todo para Maria, y ella se entrega: “¡He aquí la sierva del Señor! Hágase en mí según su Palabra”. Maria usa para si el título de Sierva, sirvienta del Señor. Este título viene de Isaías, que presenta la misión del pueblo no como un privilegio, sino como un servicio a los otros pueblos (Is 42,1-9; 49,3-6). Más tarde, Jesús definirá también su misión como un servicio: “No vine para ser servido, sino para servir” (Mt 20,28). ¡Aprendió de su Madre!

Fuente : https://ocarm.org/es/content/lectio/lectio-divina-lucas-126-38