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Homilía para la Eucaristía del Domingo 09 de febrero de 2020

Un saludo muy cordial a todos, especialmente a los que estuvieron en Boroa el fin de semana recién pasado.

DOMINGO V DEL AÑO.

Isaías 58,7-10: Para comprender este texto debemos tener en cuenta los primeros versículos de este capítulo en los que se denuncia el falso ayuno, la falsa piedad y religiosidad. El ayuno que Dios quiere es el cumplimiento de los deberes morales y humanos para con el prójimo.

1Coritntios 2,1-5: Pablo proclama su mensaje y se apoya en el poder y Sabiduría de Dios. Los criterios de Pablo no son humanos, sino se apoya en la Sabiduría de Dios.

Mateo 5,13-16: A continuación de las Bienaventuranzas, que expresan la Sabiduría de Dios,  vienen dos comparaciones: la Sal y la Luz, que indican cuál es la función del discípulo del Reino en este mundo.

1.- A la luz de la Palabra podemos descubrir dos mentalidades: la humana-materialista, y la mentalidad divina-espiritual. Cada mentalidad engendra una sabiduría, la humana y la divina.

En los tres textos asoma la Sabiduría de Dios, que contrasta con la del mundo. Porque la Sabiduría de Dios mira todo con ojos distintos a los del mundo. Ya lo dice 1Samuel 16,7: “Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón”. Es decir, Dios está en otra.

Si aplicamos esto a lo que nos dice la Palabra, el que se deja conducir por una mentalidad y sabiduría carnal va a tener una religiosidad material, de apariencias, en el fondo una falsa piedad. Los que practican tal forma de piedad se buscan a sí mismos y no a Dios.

2.- Si nos dejáramos guiar por una sabiduría humana, los cristianos seríamos unos miserables e hipócritas. Pero el Señor nos quiere “Sal y Luz para este mundo”.

Sal = dar sabor, preservar la corrupción y también señal de sabiduría divina.

Luz = santidad de Dios, por lo que constituye una norma ética.

Los cristianos tenemos la misión de aportar a la sociedad humana una sabiduría que no tiene, la Sabiduría de Dios. Y somos luz para el mundo de hoy.

Las dos imágenes ilustran las exigencias que implica el ser testigos de Cristo. Testimonio que requiere una manifestación frente a los demás, pero teniendo como único objetivo el dar gloria a Dios, y no la presunción u ostentación personal.

3.- Es más cómodo quedarse y dejarse conducir por la sabiduría humana que conduce a la exterioridad, al Nomismo y también al fariseísmo. Y esto lleva a una sociedad hipócrita.

En el mundo, en nuestra sociedad chilena hay una tremenda crisis ética. Ha habido intentos serios por tener una ética pública en los distintos sectores de la sociedad. Lo cierto es que en Chile hace falta la existencia de Comportamientos éticamente correcto en los diferentes ámbitos de nuestra vida social Es ahí donde cabe el rol del cristiano como sal y como luz. Porque si no hay un buen rayado de cancha vamos a tener una sociedad nomista e hipócrita. Ya monseñor Goic en el 2009 expresó que hace falta un acuerdo nacional que permita un Consenso Básico Ético. Y es aquí donde entra en juego la presencia del cristiano. No se trata de imponer, sino de proponer con claridad y valentía, al estilo de Pablo, la Sabiduría de Dios, tan necesaria en el mundo de hoy. De seguro el mundo rechazará lo que propongamos, pero no por eso vamos a quedar mudos. ¡Ay de mí si no evangelizara!

4.- Hoy la Palabra es concreta y desafiante.

Celebramos al Señor, la “luz del mundo”, quien nos ilumina en nuestro caminar, en nuestro estilo de vida. Él es la Sabiduría del Padre presente entre nosotros; viene a impregnarnos de su Sabiduría y luz para que podamos cumplir la misión que Él nos da.

“Para los buenos brilla una luz en las tinieblas”. Brilla en nosotros para que seamos auténticos en nuestra alicaída sociedad, a la que debemos salvar.

El Señor presente nos vigoriza y nos anima en esta celebración eucarística.

Hagámoslo con fe y alegría.

       Hermano Pastor Salvo Beas.